El 30 de marzo de 2019 a las 20.30 un Volkswagen Suran del año 2008 pasó las barreras bajas en Chivilcoy y Gutenberg, en el barrio porteño de Villa Devoto. En medio del cruce el auto se detuvo sobre las vías y no pudo volver a arrancar.
El conductor del tren de la línea Urquiza vio lo que sucedía, encendió las luces, hizo sonar la bocina y aplicó el freno para evitar un choque violento. Lo logró. El tren -como se aprecia en el video que ilustra esta nota- embistió apenas al auto y no hubo consecuencias graves.
El auto lo manejaba Marcela S., a su lado viajaba Norberto R., en el asiento trasero estaba el hijo de ambos Nicolás, un bebé de un año de edad. Los ocupantes del auto sufrieron heridas leves. Fueron atendidos en el Hospital Zubizarreta. El choque no había pasado a mayores.
Hasta ese momento era una de las tantas causas que se reciben en los juzgados federales de Comodoro Py por “entorpecimiento” de las vías. El caso quedó radicado en el juzgado a cargo de Marcelo Martínez De Giorgi quien le delegó la investigación al fiscal Carlos Rívolo. Se constató que aquella noche el sistema de barreras estaba en buenas condiciones, que las luces de advertencia funcionaron de manera correcta. Y, a partir de las imágenes aportadas a la causa, no quedó ninguna duda: el auto había cruzado con las barreras bajas.
Reunida esa información, el fiscal solicitó la indagatoria -como sucede en todos los casos similares- de Marcela S. quien manejaba el auto aquella noche. Estaba acusada del delito de “de entorpecimiento culposo de la marcha de un tren, agravado por resultar personas lesionadas en el hecho”. El juez la citó y la mujer se presentó a declarar.
Cuando lo hizo, relató una situación de violencia de género extendida en el tiempo y explicó que se puso de manifiesto inclusive en el mismo momento en que decidió cruzar las vías con las barreras bajas. Su pareja la agredió: le pegó un codazo y la obligó a cruzar las vías porque estaba apurado para ir a comer.
Marcela S., según consta en la resolución de su sobreseimiento a la que accedió Infobae a través de fuentes judiciales, padecía maltrato desde hacía tiempo.
En su indagatoria hizo una introducción antes de llegar a contar al día del choque. Su relato es desgarrador. “Cuando estaba embarazada de Nicolás (el bebé que viajaba en el auto durante el hecho) comenzó la violencia familiar de Norberto hacia su entorno. Con el paso del tiempo, esa violencia fue contra mí. Me insultaba, me denigraba y me amenazaba. Me decía que era una inútil y una hija de puta. Que no limpiaba y que no lo atendía. Me decía que sólo me ocupaba de mi hijo más grande, Manuel, y de mí. En los últimos tres meses de embarazo, mi obstetra me recomendó hacer reposo y él me dijo que no me iba a mantener y que si no trabajaba no era su problema. A los ocho meses de embarazo nació Nicolás y tuve una cesárea de urgencia, por no respetar el reposo sugerido. Se rompió la placenta”. Al hijo más grande, Manuel, Marcela lo tuvo con una pareja anterior.
Después de contextualizar la grave situación que padecía, la mujer explicó lo sucedido cuando cruzó las barreras bajas. “Ese día –declaró Marcela S.– estaba trabajando y Nicolás se quedó a cargo de la niñera. Cuando llego a mi casa, la niñera me cuenta que Nicolás estuvo con diarrea líquida. Me preocupé por la situación, ya que todo lo que comía no lo podía digerir. Llegó Norberto del trabajo y me empezó a gritar. Me dijo que tenía hambre y que no había nada en la casa. Le conté lo de Nicolás y me dijo que era un problema mío y que me ocupe de la situación. Esperé un par de horas para ver la evolución de la diarrea de mi hijo. Cada hora que pasaba era una tortura. Norberto me recriminaba que el bebé estaba llorando. Me decía que era una inútil. Pasaron las horas y decidí llevarlo al Hospital Méndez, en Caballito. Yo me iba a ir sola, pero cuando bajé la escalera, Norberto me dijo que lo acerque a un local de comida, ya que tenía hambre. Subimos al auto y lógicamente el bebé no paraba de llorar. Norberto me empezó a gritar y me decía cosas como `dale que tengo hambre´, `callálo al nene´, `estás insoportable´, `apurate´ y `dale que sos una inútil´”.
La mujer luego contó qué había pasado cuando se acercaron al cruce del Ferrocarril Urquiza: “Yo manejo lento y en todo momento Norberto me decía que fuera más rápido. Desde mi casa hasta el paso a nivel del choque hay cuatro cuadras de distancia. Llego al paso a nivel y veo que estaba bajando la barrera. En ese instante, Norberto me pegó un codazo y me dijo `acelerá´. Obedezco, comienzo a cruzar el paso a nivel y de repente el auto se me apaga. Norberto me empieza a gritar para que hiciera arrancar el auto. El bebé lloraba cada vez más. Juro que no podía prender el auto. Luego, llegó el tren y nos chocó hacia afuera. Estábamos los tres conscientes. Norberto me golpeó en las costillas y me insultó y me acusó de querer hacerle daño”.
Minutos después del choque llegó la ambulancia del SAME y los tres ocupantes del auto fueron trasladados al hospital. “El bebé estaba bien, incluso estaba jugando en la camilla. En el Hospital Zubizarreta, me atendieron dos psicólogas y me preguntaron si tuve una situación de violencia familiar. Norberto estaba muy nervioso en el hospital. Me echaba la culpa de todo lo ocurrido. Me recriminaba todo el tiempo. Las psicólogas le dijeron a Norberto que se retirara del lugar porque querían hablar conmigo. Me preguntaron si vivía una situación de violencia familiar. No dije mucho. Tenía miedo porque Norberto estaba afuera. Pero les comenté que Norberto me gritaba y me insultaba”, explicó Marcela.
En su declaración, Marcela agregó que: “A Nicolás -el bebé- lo atendieron allí y lo dejaron en observación. Lo hidrataron por el tema de la diarrea y comenzó a mejorar. A la mañana del otro día, nos dieron el alta. Yo tenía una operación programada. Me operé a fines de abril de 2019 y a los días de la operación, Norberto llegó a mi casa y me empezó a insultar. Cuando estaba parada en la escalera, me empujó y me caí. Se escapó con el bebé en brazos. La policía lo llegó a capturar. Por la caída, terminé con una hemorragia en el Sanatorio Anchorena. Tomé valentía e hice la denuncia por violencia de género ante la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Me citaron dos veces de una fiscalía ubicada en la calle Paseo Colón y me atendió una asistente social. Me llamaron por teléfono para ver si quería seguir con el tema y decidí que no. Tenía miedo y angustia”.
Luego de la indagatoria, el juez Martínez De Giorgi dictó una falta de mérito para Marcela S. y hace unos días firmó el sobreseimiento en una resolución dictada con perspectiva de género. El fiscal Rívolo consintió la decisión de Martínez De Giorgi.
A raíz de la declaración en la causa, la mujer fue entrevistada por especialistas de la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte quienes concluyeron que: “De acuerdo a lo relatado… se infiere que se trata de una situación de violencia doméstica y maltrato infantil especialmente a nivel emocional de alto riesgo psicofísico para la Sra. Marcela S. y para los niños Nicolás R. y Manuel F.”.
Los expertos concluyeron que la mujer y sus hijos vivían en una situación de “violencia sistemática y de larga data”. También detectaron por parte de Norberto R. “expresiones amenazantes recurrentes concretadas” para con la mujer y “niños expuestos a las situaciones de violencia y víctimas directas de malos tratos emocionales”. Los expertos señalaron también que los integrantes de la pareja se habían denunciado mutuamente y ambos habían padecido violencia durante su crianza. Además recomendaron que la mujer continuara un tratamiento iniciado y que fuera asistida por especialistas en violencia familiar. También que el hombre fuera evaluado por psicólogos y psiquiatras y se derive el caso al Consejo de Derecho de Niñas, Niños y Adolescentes para realizar un seguimiento de la situación de los hijos de la mujer.
En la resolución en la que dictó el sobreseimiento el juez señaló la Marcela S. sí había cometido delito y que al cruzar las barreras bajas había puesto en peligro a su familia. Pero que esa situación debía mirarse de otra manera.
El juez explicó que: “En definitiva, las posteriores diligencias materializadas en autos permitieron confirmar al tribunal que la conducta de Marcela S. no estuvo destinada a crear un peligro concreto para su hijo ni para Norberto R., ni mucho menos a generar un entorpecimiento de los servicios de transporte, sino que fue el resultado de una situación de alto estrés emocional -la conjunción de una emergencia médica y el maltrato recibido, en ese marco, de parte de su pareja, con quien mantiene una relación de extrema conflictividad signada por la violencia-, que terminó condicionando su voluntad”.
El juez concluyó: “En este contexto, el tribunal considera que Marcela S., en función del estado de nerviosismo provocado por la situación de violencia vivenciada durante el trayecto del viaje, tampoco se pudo representar que la conducta de traspasar las vías del ferrocarril con las barreras bajas infringía los deberes de cuidado exigidos en la normativa. Es decir, que en el caso en concreto no hubo ni dolo ni culpa”.
En la resolución el juez Martínez De Giorgi citó material teórico brindado en los “Talleres sobre perspectiva de género, trata de personas y explotación sexual” de la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Una de esas citas es de Eleonor Faur, socióloga, doctora en Ciencias Sociales, investigadora y experta en género.
En su decisión de sobreseer a Marcela S., Martínez De Giorgi hizo referencia una exposición de Faur en la que dijo que : “... al referirnos a la cuestión de género, estamos dando cuenta de una construcción que ya no es biológica, sino que es cultural y social, y por tanto, también es histórica”. Faur agregó que: “El tema de género nos remite a una forma de relación, que es construida social y culturalmente entre hombres y mujeres a partir de una serie de estereotipos que ambos, hombres y mujeres, portamos sobre lo que se supone que es ser mujer o ser varón en diferentes sociedades. Estamos hablando no solo de mujeres, sino también de los hombres y de la relación entre los hombres y las mujeres. Por ejemplo, en el mundo del trabajo, en el mundo de la política, en las relaciones amorosas o íntimas. Lo interesante, la potencia del concepto de género y de observarlo como un tema cultural e histórico, y no como una condición biológica, es justamente que nos permite encontrar esas transformaciones posibles y trabajar para eliminar toda discriminación contra las mujeres”.
La causa comenzó como una de las tantas por “entorpecimiento” de la marcha de un tren. La pena prevista para casos como este va de los seis meses a los tres años de prisión. La mujer que conducía el auto podría haber sido procesada. Sin embargo Marcela S. fue sobreseída, porque para analizar su situación, se utilizó una mirada más amplia. Una mirada con perspectiva de género que poco a poco comienza a abrirse paso entre las -muchas veces obsoletas- estructuras judiciales. La mujer pudo hablar. Y fue escuchada.
Nota de la redacción: para proteger la privacidad de los involucrados en el caso, los nombres que se publican no son los verdaderos.
SEGUIR LEYENDO