Los lobos del futuro aúllan en la puerta de Leonardo Nelson Cositorto. El empresario, que con su conglomerado de firmas Generación Zoe hizo promesas extravagantes de multiplicar dinero con intereses casi mágicos, recorrió el país con charlas proselitistas para magnetizar inversores y vendedores. Pero hoy enfrenta una advertencia en contra por parte de la Comisión Nacional de Valores e investigaciones por presunta estafa en la PROCELAC, el ala de la Procuración dedicada a investigar delitos económicos, así como en el escritorio del fiscal federal Eduardo Taiano.
Generación Zoe -que incluye entre sus firmas un local de hamburguesas, un equipo de fútbol, pizzas, gimnasios, en un amplio etcétera- se escuda todavía en un hecho simple: nadie, supuestamente, los denunció todavía por estafa, como le ocurrió al conglomerado Hope Funds encabezado por Enrique Blaksley, hoy enjuiciado en Comodoro Py por lo que sería la mayor estafa de la historia argentina. Blaksley fue jaqueado por más de de 300 acreedores constituidos en la Justicia, para un monto total de 1.500 millones de pesos, valor 2017.
Las alertas y las investigaciones a Cositorto parecen ataques preventivos ante una suposición obvia: nadie que ofrezca lo que el supuesto gurú financista y su grupo ofrecen puede estar hablando en serio. No hay forma de que esa pirámide funcione, más allá de su discurso motivacional de autoayuda con frases enlatadas. Algo se tiene que romper.
Y, al parecer, algo se rompió.
Cositorto salió en las últimas horas a aplacar las críticas con un reportaje radial. Su criptomoneda, Zoe Cash, sobre la que el gurú había vaticinado que costaría 55 dólares, el “precio de un gramo de oro”, respaldado con una presunta mina en el Noroeste, se desplomó más de un 50 por ciento en valor en las últimas 24 horas, con un volumen de trading de menos de 400 mil dólares, según el sitio Coin Market Cap.
A mediados de la mañana del lunes, Zoe Cash valía apenas 0,017 centavos de dólar.
El incendio de Generación Zoe, con la imagen de Cositorto convertido en el Nerón de su propio capitalismo meme, todavía queda por verse. Sus registros en el Banco Central no muestran cheques rechazados por falta de fondos, una maniobra clásica de los regentes de esquemas Ponzi cuando comienzan a sangrar en default. Hope Funds lo hizo, por ejemplo, con números millonarios.
Pero también están los lobos del pasado. Uno de esos lobos preocupa a Cositorto en particular.
Cositorto, como toda sensación inmediata, irrumpió en la escena sin demasiado contexto. No suele contar su vieja historia, algo curioso para un hombre autorreferencial de 51 años. Existía un video en YouTube en el que se hablaba de su vieja empresa, Oportunidad en Red SRL, una firma polirubro según el Boletín Oficial, conformada en 2004, cuando Cositorto declaraba domicilio en un country de San Fernando. Ese video hoy está cerrado, solo puede verse de forma privada. Pero los registros del fuero comercial en la Justicia dicen el resto.
El jefe de Generación Zoe arrastraba expedientes por cobro ejecutivo y pedidos de quiebra desde 1998. Uno de los principales empresarios autopartistas del país -que también había fundado una firma inversora ese mismo año- se cruzó con él. Lo demandó por cobro ejecutivo en el Juzgado Comercial N°20. Luego, le pidió la quiebra en el Juzgado N°21 del mismo fuero. Registros accesibles de forma pública hablan de otra demanda por cobro ejecutivo de ese mismo año iniciada por el Banco de Galicia. En 2010, otro empresario porteño dedicado a la publicidad de colectivos le pidió la quiebra, otro expediente radicado en el Juzgado N°20.
Tuvo, al menos, otros tres pedidos de cobro ejecutivo iniciados por particulares, otros pedidos de quiebra.
De todos esos pedidos, al menos según lo que pudo saber Infobae de registros públicos, uno llegó a una quiebra efectivamente decretada. Fue iniciado en 1999 por la firma que controla a las perfumerías Kartun en el Juzgado N°21. Esa quiebra se pronunció el 11 de mayo de 2004, con un fallo al que accedió este medio. Se declaró la inhibición general de bienes de Cositorto, se le impuso que entregue sus bienes al síndico designado y que pida permiso para salir del país. Así lo hizo, notificó sus planes de viajar al menos cuatro veces en los meses que siguieron al fallo, con destinos como Chile y Uruguay.
El proceso fue finalmente clausurado el 30 de junio de 2006 tras extensas averiguaciones al Registro Automotor entre otros organismos. El motivo: falta de activos. Dicho en sencillo, no le encontraron nada qué sacarle. Así, fue archivado y pasó al olvido.
Sorprendentemente, fue Cositorto mismo quien lo reflotó.
Ocurrió en octubre del año pasado, con el planeta Zoe en plena campaña de imagen pública. El fundador y su abogado, Gustavo Saavedra, se presentaron en el Juzgado N°21 para pedir el desarchivo de la quiebra. El Juzgado respondió con una simple nota: le pidieron que explique sus motivos para hacerlo. Todavía no hay una respuesta registrada.
De todos los expedientes iniciados contra Cositorto en los 90, el iniciado por Kartun, al menos según el sistema público, fue el único que motivó una presentación más de 15 años después. La pregunta es obvia: ¿por qué lo hizo, por qué justo en medio de su escalada de autopromoción?
Infobae contactó al abogado Saavedra, que se negó a responder la consulta al respecto, amparado en su secreto profesional. Cositorto fue adelantado de los contenidos de esta nota en diversos mensajes a su teléfono celular para que ofrezca su versión de la historia antes de su publicación. No hubo respuesta.
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