Daniel Adrián Casares fue arrestado ayer jueves por la madrugada en la casa de su familia, a pocas cuadras del centro de Morón, junto a un amigo menor de edad, un chico de 16 años. Personal de la Comisaría 6° de la Policía Bonaerense lo había perseguido hasta allí para llevárselo, tras cruzárselo en la calle. A dos cuadras de distancia, una secuencia feroz había ocurrido. Un conductor fuera de control había conducido un Volkswagen Fox blanco robado poco antes en Ituzaingó hasta chocarlo en la verja de un vecino. En el trayecto, el conductor misterioso había impactado varios vehículos. En la esquina del choque, Juan Manuel Muñoz, plomero y jardinero y su amigo Matías, plomero también, observaban indignados la secuencia. Increparon al conductor, le lanzaron piedras.
El conductor, lejos de conciliar o pedir disculpas, tomó una pistola calibre .380 y le disparó a Juan Manuel en la cabeza, un tiro limpio a la altura de la ceja. Habría descargado su arma varias veces más, pero el tiro que mató a Juan Manuel, determinó la autopsia posterior, fue solo uno.
Entonces, llegó la Bonaerense.
La versión oficial de los uniformados indica que tomaron el testimonio de Matías y comenzaron la carrera. Lo vieron poco después a Daniel Adrián, de 22 años, y al adolescente que lo acompañaba, los persiguieron y al encontrarlos en la casa familiar de Casares, donde vive con su padre, su tío y sus dos hermanos menores, se lo llevaron. Así, fue acusado de homicidio, un expediente en manos de la UFI N°7 a cargo del fiscal Matías Rappazzo. Ayer, Daniel se negó a declarar. El chico, su amigo, fue soltado dada su edad, regresado a sus padres.
Pero no todo es tan simple. Sergio, tío de Daniel, afirma: “Dicen que manejó cuarenta cuadras un auto robado y ni siquiera sabe manejar. Mi sobrino, acá, es un perejil’”.
El fiscal Rappazzo, en sus cálculos, tiene causas suficientes para mantener encarcelado a Daniel. En su balanza, considera la cercanía entre el joven y el hecho, así como una descripción dada por Matías, el testigo principal del crimen. También existe un video que muestra cómo el conductor misterioso impacta el Fox y sale a pie. En las imágenes, el conductor puede verse, aunque no del todo, la imagen no es tan nítida. En su fiscalía, Rappazzo y su equipo trabajan para determinar si Casares es, efectivamente, el joven del video. No hay una certeza total al respecto.
El tío Sergio es más extremo: “El del video tiene la piel más clarita. Ni siquiera se parecen”.
“Daniel buscaba trabajo fijo, estaba haciendo changas. Hace un año tuvo un accidente muy fuerte en la moto, le dejó cicatrices en la cara, en la panza. Estuvo un mes en el hospital. Laburaba de lo que podía, changas en lavaderos. Con el pibe que lo detuvieron habían hablado ese día de hacer un laburito en una verdulería de la zona”, comenta Sergio y sigue: “Si la hizo, que la pague, pero todo esto no nos cierra”.
Por lo pronto, las autoridades saben que el Fox fue robado por dos individuos a bordo de una moto, pero tenía un solo tripulante al momento del choque. Y las autoridades también pudieron certificar otro detalle: Casares no tiene antecedentes penales de ningún tipo.
El periplo por el que es imputado (robar un auto en movimiento en un ataque motochorro, conducirlo de manera imprudente y ejecutar de un tiro en el cráneo a quien lo increpó por su imprudencia, tres delitos graves en menos de treinta minutos) rara vez puede ser considerado el comienzo de una carrera criminal. Una pistola .380, por otra parte, no es típica de un debutante. El arma con la que el conductor le quitó la vida a Muñoz no fue encontrada. Las descripciones de la pistola coinciden en el robo del Fox y la ejecución en la vereda. En ambas, el arma tiene un color plateado.
Matías, el amigo que presenció el crimen, aún no reconoció a Daniel en una rueda ni declaró ante el fiscal Rappazzo. Lo que diga podrá ser clave para incriminar o exonerar a Casares El cuerpo de Muñoz fue entregado a su familia. Comenzó a ser velado en la mañana del viernes.
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