El 26 de octubre pasado, un abogado y empresario de 55 años, que años atrás había ocupado un cargo jerárquico en un ministerio nacional, decidió probar suerte en el amor. Ingresó a la red social Badoo, donde conoció a una mujer que se hacía llamar Tamara. Entonces, la citó para un encuentro en su departamento de la calle Rodríguez Peña, cena incluida. Luego, llegó la hora de los tragos. La invitada y su anfitrión comenzaron a beber, en un juego seductor.
En un punto de la noche, el abogado y empresario perdió el conocimiento. Doce horas después, su empleada doméstica lo encontró desvanecido y desnudo en el piso de su casa. Intentó reanimarlo como pudo para trasladarlo a una guardia médica, donde durmió 36 horas más. “Tamara” le había suministrado un cóctel de benzodiazepinas para dejarlo fuera de combate y así desvalijarlo. Le robó dólares y alhajas antes de desaparecer.
Entonces, el abogado hizo la denuncia que recayó en el Juzgado N°4 de Martín Yadarola y la Policía de la Ciudad, con la la División Delitos Informáticos Complejos, quedó a cargo de encontrarla.
Esta semana, la detuvieron finalmente en su casa de Wilde. Descubrieron su identidad: era Gilda V., de 39 años, pensionada y beneficiaria de un plan social para acceder a una garrafa, sin empleo formal hace una década, madre de tres hijos. Se había dedicado a vender pan casero y ropa en ferias americanas. También, manejaba una Ford EcoSport que tenía pedido de secuestro.
Encontrarla fue un trabajo de cierta complejidad. En laSección Investigaciones Especiales se hicieron tareas de investigación informática, que implicaron pedidos a empresas internacionales como Badoo y WhatsApp, así como a empresas nacionales telefónicas. De esta forma se obtuvo la data básica que permitió conocer la identidad de la viuda negra. Sus tatuajes y un cotejo con su perfil de Facebook fueron la base que ayudó a corroborar el verdadero nombre de “Tamara”. Nunca había borrado sus redes. Para ese entonces, Gilda ya se había esfumado.
“Se profugó tras el inicio de la causa. Una versión indicaba que estaba en Tucumán, con una Ford EcoSport con pedido de secuestro. Pero, por mas que se robe un millón de dólares, va a volver a su lugar de confort”, aseguró un detective que actuó en el caso. Entonces, el investigador jefe decidió ir al domicilio de Gilda en Wilde, su casa familiar. Allí, estacionada en la puerta, encontró el auto. La camioneta fue secuestrada. Ella, la sospechosa, lo vio todo desde una de sus ventanas.
Así, se montó una guardia a la espera de que se convalidara el pedido de allanamiento y detención, y, entonces, con el aval de la Justicia para entrar en su casa, Gilda cayó.
Los ataques de viudas negras sorprenden por su frecuencia y por la ingenuidad de las víctimas. El trago drogado con benzodiazepinas es un punto básico del manual. En noviembre pasado, un hombre de José C. Paz fue desvalijado por una mujer que conoció en Facebook con la excusa de alquilar una quinta propiedad del hombre, algo que se convirtió en una cita romántica.
Según la denuncia, le quitaron un equipo de música LG, un televisor Samsung Smart TV de 32 pulgadas, una Playstation 4, su notebook Dell con funda incluida, el router de su wifi, otro televisor Smart de 48 pulgadas, tres celulares Samsung y su tablet junto a billetera con sus tarjetas de crédito.
La viuda, incluso, fue filmada por las cámaras dentro de la casa junto a dos cómplices que llegaron para vaciar el lugar. El video aportado a la Policía Bonaerense la muestra tomando mate en medio del robo.
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