Vale la pena contar la historia desde el comienzo. A mediados de diciembre, Mauricio Urig, un hombre de 45 años oriundo de Luján que lleva adelante su negocio de picadas, “Picadas Viking”, contó en su cuenta de Twitter cómo fue estafado en 1,9 millones de pesos con un articulado engaño.
Un supuesto gerente llamado Marcelo Bressan, de una supuesta empresa llamada Agrofull, con oficinas en un edificio de la calle 25 de Mayo en Capital Federal, lo había contactado días antes para encargarle 190 cajas de fiambres, quesos finos y frutos secos para entregarle a sus empleados en Navidad. Bressan se vendió a sí mismo y a su empresa, con una suerte de imagen corporativa en la foto de perfil. Afirmó que era “un holding de 7 empresas, consignatarios de haciendas (sic), frigoríficos, exportadores y distribuidores de productos alimenticios”. En su perfil, se nombraban tres firmas bajo Agrofull: Chic Clean, Uros y Conangus. Todas las empresas existen, al menos en los registros de la AFIP y en el Boletín Oficial.
Mauricio dijo que sí, que claro, le envió un presupuesto y el gerente aceptó: $1,9 millones por las 190 cajas de material premium. Así, cerraron el trato. Mauricio, según él mismo, invirtió $1,1 millón de pesos para comprar materia prima, lo hizo, y comenzó a empacar.
Le dieron como destino para entregar los pedidos un galpón en la calle Ucrania, zona de Valentín Alsina. “La mercadería la entregué el martes 7 y el jueves 9, todas las 190 cajas. Hice tres viajes. Allí me las recibieron, me dieron el contacto de un tipo que me iba a firmar el remito”, aseguró Mauricio a Infobae. Luego, se fue. Llegó el pago, un cheque digital del banco Itaú por la cifra pactada, a nombre de la firma Uros, una de las nombradas en el perfil de Bressan que lo contactó via WhatsApp. El cheque rebotó. No había fondos en la cuenta de origen.
Mauricio reclamó al contacto de Agrofull recibir respuesta, fue al galpón en la calle Ucrania y lo encontró desierto. Allí, curiosamente, se cruzó con otros proveedores que decían haber sido engañados de igual manera. Entonces, se dio por estafado. Compartió su historia en Twitter. Una colecta solidaria comenzó y en pocos días recaudó más de 700 mil pesos. Luego, Urig mismo asegura, hizo la denuncia penal por el caso en la Comisaría 1° de Luján.
El caso podría haberse convertido, a primera vista, en una historia de milagro navideño, porque todo el mundo ama un milagro navideño. Pero Twitter Argentina se lo devoró con sus propias teorías en el medio. Al ver las posiciones políticas de Urig, contrarias al kirchnerismo, muchos lo cuestionaron y lo trataron de timador, lo acusaron de haber urdido una historia para robarle al público incauto. Otros compartían viejas capturas de pantalla de su negocio para intentar desacreditarlo. Pero el rastro de papeles decía otra cosa.
En los últimos meses, el conglomerado de firmas englobadas en la marca Agrofull había registrado cambios curiosos en el Boletín Oficial. Una joven marplatense de 24 años llamada Karen B., vecina de la zona del penal de Batán, figuraba como la nueva socia fuerte en varias de las empresas. Estaba registrada como empresaria en la AFIP, pero su perfil no encajaba: en su historia reciente, había cobrado un plan social para una garrafa, así como una AUH. Una nota en el portón del galpón de Valentín Alsina decía que el lugar permanecía cerrado por diversas dificultades comerciales y recomendaba llamar a un número de celular. Ese número correspondía a quien decía ser el abogado de Karen B., Arnaldo Horacio Castro. Infobae lo contactó. El abogado aseguró que la empresa tenía una marca roja en la AFIP por facturas apócrifas y que se había presentado un pedido de quiebra con la empresa Uros. El abogado no mentía: el pedido se encuentra radicado en el Juzgado Comercial N°30, sin movimientos significativos hasta hoy.
El pago rebotado del “Vikingo” tampoco está solo. Decenas de cheques rechazados de las firmas de Agrofull comenzaron a impactar en el registro del Banco Central en las últimas semanas. Hay un número: más de 143 millones de pesos.
Conangus, según datos del Banco Central, es la firma más complicada. Registró en el último mes 86 millones de pesos en 89 cheques rechazados por falta de fondos. Chic Clean SRL tiene otros 20 cheques entre noviembre y diciembre de 2021 por 5,75 millones. Los cheques de Chic Clean, siempre según los datos del BCRA, están vinculados a Karen B., la misteriosa marplatense. Conmeat SRL, la empresa que había sido marcada por la AFIP debido a presuntas facturas apócrifas, debe otros cuatro cheques por casi un millón más.
La lista sigue. La presunta distribuidora Uros SA, que libró el pago falso a Urig, tiene el rojo mucho más arriba: marcó 25 cheques librados sin control en diciembre de 2021 por 46,7 millones más. Hay un hombre ligado a estos pagos truchos, Carlos José L., de 72 años, histórico socio en la composición de Uros, también empleado de la firma al menos hasta octubre del año pasado y también integrante de diversas empresas según el Boletín Oficial. Feed North SRL, otra de las firmas que figuran en el portón naranja de Valentín Alsina, debe otros 4 millones más con once pagos rechazados en el mismo período. Salvador B., un hombre italiano con domicilio en Merlo, histórico socio jerárquico en varias empresas de la trama, que renunció a varias sociedades en favor de Karen, aparece vinculado según el Banco Central a estos pagos.
Infobae volvió a contactar al abogado Castro esta semana. Sus números de teléfono registrados se encuentran fuera de servicio y no respondió a un contacto por e-mail. La denuncia de Urig en Luján todavía no fue replicada en el sistema judicial de la zona: el comerciante buscará reclamar por la marcha del expediente en los próximos días. Desde que el caso de Urig se hizo conocido, varias personas contactaron a este medio con historias idénticas. Todas hablan de lo mismo: una compra de varios artículos hecha por una empresa de Agrofull, una descarga en Valentín Alsina y un pago que falló. Al menos una de esas personas fue a la Justicia para denunciar la estafa.
El comerciante Pablo Darío Telo aseguró haber sido engañado por Chic Clean con una entrega de 10845 artículos de limpieza como desodorantes de ambiente, repelentes de mosquitos y detergentes: el costo final total superó los 1,6 millones de pesos. Les pagaron con tres e-cheqs vacíos. No vieron una sola moneda.
“Tengo una pequeña distribuidora llamada L’Igiene, con mi hermano Marcos dedicada a la venta y distribución de artículos y productos de limpieza. A principios del mes de noviembre, se comunica con nosotros un tal Catriel del área de compras de un holding de empresas llamado Agrofull, diciendo ser consignatarios de haciendas, frigoríficos, exportadores, distribuidores de productos alimenticios y de limpieza (entre otros). Nos consulta si teníamos una X cantidad de productos y la capacidad operativa de entregarlos a fines de noviembre, o los primeros días de diciembre. Confirmamos que podíamos y quedamos en que se volverían a contactar”, aseguró Telo en su denuncia.
Sus papeles ya fueron presentados en la Justicia. La causa por estafa está en manos de la Fiscalía Vicente López Este del doctor Martín Gómez.
La idea detrás de todo parece obvia, una gran maniobra a la inversa de piratería del asfalto, comprar productos en masa desde queso a detergentes para introducir en el mercado negro, una estafa en vez de un robo donde no hace falta encañonar a nadie, aunque según la Mesa Interempresarial de Piratería de Camiones, los últimos meses no vieron una merma en la actividad clásica. Se mete caño igual que siempre. De vuelta a Agrofulll, tal vez solo haya que seguir el rastro de los productos, o qué o quiénes salían de ese galpón en la calle Valentín Alsina. El paradero de Karen es un misterio.
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