El fuego se llevó su cuerpo pero no su nombre. En octubre de este año, dos chicos descubrieron un cadáver calcinado mientras jugaban en un descampado de Guernica, zona de Presidente Perón. A quién pertenecía ese cuerpo, a simple vista de un hombre, quemado hasta el polvo de los huesos, se convirtió en un desafío para la Justicia. No había en un principio búsquedas de paradero activas que coincidieran con los criterios, nada en la comisaría local.
En realidad, nadie se había perdido. El fiscal Juan Cruz Condomí Alcorta pronto supo el nombre. Era Ezequiel Emanuel Santana, apodado “Canino”, de 31 años, un hombre de Lomas de Zamora, ex empleado municipal. Su propia familia había hecho un pedido de búsqueda en una UFI de Esteban Echeverría. Alguien cercano a él dio su testimonio. Habló del último mensaje de Ezequiel, donde aseguró que se encontraría en una casa quinta con un tal Nahuel. Desde su teléfono, en plena reunión, Ezequiel le habló a esta persona. Le envió su ubicación, aseguró que el tal Nahuel lo había traicionado. El fiscal supo después que se trataba de una venganza, una deuda en el reparto de un botín. El monto: 13 millones de pesos.
En esa quinta, efectivamente, lo mataron y luego incineraron su cadáver, según cree la Justicia. Luego, le desvalijaron la casa, algo buscaban, algo que los asesinos creían suyo.
El relato del entorno de Santana completó la historia: los asesinos de “Canino” serían sus cómplices, sus compañeros en el hampa. Santana y la banda que lo mató se dedicaban a robar y “mejicanear” a traficantes. Se cree, precisamente, que “Canino” fue asesinado por quedarse con plata que no le correspondía. Así, Condomí y la División Crimen Organizado de la Policía Bonaerense siguieron el rastro. Obtuvieron las cámaras donde se ve a “Canino” abordar el Ford Ka que lo llevaría a su muerte, llegaron a las caras y los nombres.
Había un sospechoso del crimen, Jorge Ezequiel Salgado, “El Negro Sombra”, apodado como uno de los más temidos secuestradores de la historia argentina. Nahuel fue identificado también, su nombre completo era Nahuel Hernán González, otro lomense. Había un capo, Luciano Leonel Gómez, alias “León”, y había un amigo de “León”, preso en la Unidad N°24 de Florencio Varela. Facundo Ariel Ledesma, según descubrió la Justicia, supuestamente estaba encargado de entregar a los dealers y narcos que la banda robaba: lo vinculan a una “mejicaneada” de 2700 kilos de marihuana en la provincia de Córdoba. “León” mismo sería el encargado de revender la droga que robaban. Robarle a picantes y reciclar no sería su único delito en el menú. Se sospecha también de varios robos, entraderas en countries.
Así, se llegó a una lista de más de diez imputados. Esta semana, comenzaron los allanamientos.
León fue detenido en Temperley, “El Negro Sombra” fue encontrado en una comisaría de Lomas. Condomí Alcorta lo vincula en el expediente a la banda de los “V6″, rateros de alto perfil que atacan countries a bordo de una Volkswagen Amarok con un motor de esa potencia. Ledesma fue allanado también, tenía cuatro celulares en la celda. Nahuel fue allanado, sin ser detenido: en la casa le encontraron una pistola de un policía de la Ciudad, sin pedido de secuestro, lo que llevó al fiscal del caso a poner al efectivo bajo la lupa.
El resto fue lujo puro.
Entre los puntos allanados, se ingresó por la fuerza a una casa en el country Náutico Escobar de esa zona. Allí llegaron a una pequeña mansión ocupada por un supuesto miembro de la banda, José Torres, ligado al ala de drogas sintéticas del grupo. Le encontraron un Rolex Oyster Perpetual de oro valuado en diez mil dólares. También le miraron bajo el jacuzzi, un lugar curioso para ocultar material polémico. Allí le encontraron una pistola.
La lista de objetos incautados incluye también incluye nueve pistolas y revólveres, dos cajas fuertes, televisores de 75 y 85 pulgadas, una moto de agua Sea Doo, 39 celulares, dos cajas fuertes, posters de Scarface, joyas de marcas como Bulgari. Había autos: en el detalle final se enumeran, no casualmente, dos Volkswagen Amarok V6, un Audi A5, un Toyota Etios y otros cinco vehículos.
La redada terminó con once detenidos, catorce allanamientos entre Lomas, Quilmes, Escobar y Varela.
La calificación aplicada por Condomí Alcorta es maratónica, la descripción de una industria chorra emplazada entre el robo, la droga y la muerte:
“Asociación ilícita, robo en concurso real con privación ilegal de la libertad doblemente agravada por la participación en el hecho de más de diez personas, por tener estructura celular y por estar compuesta por personal de fuerza de seguridad o armada, robo calificado, privación ilegal de la libertad calificada por haber causado intencionalmente la muerta de la víctima y homicidio triplemente calificado por haberse cometido con el concurso premeditado de dos o más personas, enseñamiento, alevosía y criminis causa para lograr la impunidad de la comisión del delito de asociación ilícita, robo y de la privación ilegal de la libertad”.
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