Aldo F., de 66 años, el líder de la organización Abba Krishna, la secta de La Matanza que fue desbaratada por la Policía Federal, bajo la orden del Juzgado Federal Nº2 de Morón, a cargo de Jorge Rodríguez, en los primeros días de diciembre, sabía hablar. Entre la simpleza y lo esotérico, su técnica para supuesto abusar de las mujeres que llegaban a su congregación era la de un acto sexual divino: decía que podía separar el cuerpo del alma, para después llegar a un estado superior.
Con el speech espiritual, sumado a qué según él su cuerpo era puro y podía ingresar en otro para que este llegara a un estadio de elevación, se cree que violó durante al menos cinco años a una adolescente de 16 años, entra otras víctimas. La víctima logró escapar de la organización seis años después y denunció las vejaciones que Aldo F. y sus socios cometieron desde, al menos, 2017 en el predio ubicado en el área de 20 de Junio, una zona de campos de La Matanza en el límite con Merlo que fue allanada dos veces este mes por la PFA.
Ante la Justicia, contó cómo una vez Aldo F. después de abusarla y de sugerirle que mantenga relaciones con sus socios, le dijo que empezara a cobrar dinero por tener relaciones sexuales con clientes que él le iba a conseguir: “buenos clientes de Capital Federal, no de Merlo”, así declaró la víctima, para tener más dinero y después pagar el diezmo a la organización y colaborar.
Así, Aldo F. terminó arrestado y acusado por el juez Rodríguez y su secretario Ignacio Calvi, quien llevó adelante la investigación, por el delito de abuso sexual de menores, trata de personas: lo acusan de esclavizar a sus fieles y quitarle sus bienes. Tras las redadas donde cayeron Aldo y sus cuatro cómplices, más mujeres se animaron a contar las aberraciones sufridas.
La investigación comenzó en febrero pasado, cuando la mujer denunció lo que ocurría en aquel predio, que recibía a sus fieles con un cartel donde se leía: “Templo para la restauración de un nuevo orden, la nueva Jerusalén celestial, Vrindavana-dhama”, y abajo se observaba una especie pesebre católico de cartón, ubicado detrás de una pileta con agua sucia.
La leyenda en el cartel revelaba lo distintivo de la organización Abba Krishna la mezcla entre los cultos Hare Krishna, que pueden verse en la Capital Federal, y la adoración a Jesús. El término “abba” significa padre en arameo. “Vrindavana-dhama” se refiere a Vrindavan, una región de India donde, miles de años atrás, Krishna mismo apareció según la mitología del culto En el templo allanado, una imagen de Cristo podía verse junto a la de Krishna en sus altares, junto a un unicornio del tamaño de un pony enano.
Aldo F. era conocido entre los principales cultos Krishna de Buenos Aires, establecidos hace décadas. Lo miraban con cierto recelo. Hasta hoy lo describen como un personaje movedizo que buscaba imponer su carisma para captar seguidores, con una habilidad para abordar a fieles más problemáticos que pudiera absorber él mismo.
Así, Aldo F. y sus cuatro principales colaboradores captaban seguidores. Una vez que aseguraban que las personas eran parte de la cofradía espiritual, según fiuentes judiciales, comenzaba la estafa. Tras sus detenciones, hubo un cambio. Una mujer que en principio fue arrestada como cómplice de Aldo F. y luego de su declaración se comprobó que era una víctima, declaró en sede judicial durante seis horas.
Declaró que ella después de ir en reiteradas oportunidades a meditar y rezar en el templo fue “contratada” por los líderes y la ubicaron en un local donde vendían sahumerios en la localidad de Pontevedra, Merlo, cerca del predio en 20 de Junio.
Allí trabajaba cerca de diez horas diarias y luego tenía que ir al templo a realizar tareas de limpieza. El sueldo que la organización le retribuía por las tareas era de 16.000 pesos mensuales. De ese escaso monto, la mujer tenía que devolver a la congregación el diez por ciento, un diezmo, para ayudar en la causa.
En su declaración, luego, contó cómo fue abusada en reiteradas ocasiones. Según los investigadores del caso, el perfil de sus víctimas eran todas similares: personas en condiciones de vulnerabilidades extrema.
De este modo, la Justicia ordenó a la división Trata de Personas de la PFA -que depende de la Superintendencia de Delitos Federales- para que arreste a Aldo F. y a sus socios, en los primeros días de diciembre. Los sospechosos se negaron a declarar y permanecen detenidos.
Ayer, la división de Trata de Personas de la Federal realizó otro allanamiento en el predio luego de que se agregaran más pruebas de testigos en contra de los líderes y lo que encontraron los sorprendió: diez armas, entre ellas dos Itakas, escopetas y pistolas de alto calibre, además de cientos de municiones, que fueron encontradas en un altillo en la casa personal del líder.
La pregunta obvia que se hicieron los investigadores cuando hallaron el arsenal fue ¿para qué? La respuesta los sorprendió: “Porque se avecina el fin del mundo y los fieles tenían que estar armados para defenderse a fuerza de plomo antes del final porque el resto de la población iba a venir a buscar lo que faltara allí”. La misma lógica funcionaba para la venta de los trajes bacteriológicos, que le cobraban en dólares a sus fieles.
Además, contaban con una granja semi abandonada, donde producían alimentos preparados para este supuesto fin del mundo que se acercaba. También se encontraron gran cantidad de medicamentos vencidos.
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