Un arsenal, amenazas y ataques a tiros: la oscura vida del hombre que mató a su vecino en Merlo

Tras el crimen, José Antonio Soria (52) se enfrentó a la Policía y murió. Tenía varias denuncias y creen que el crimen fue porque le molestaban los ruidos

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Así mató al vecino el hombre que se atrincheró en su casa de Merlo y murió al enfrentarse a la policía

Vivir cerca de José Antonio Soria (52) en el barrio Pompeya de la localidad bonaerense de Merlo no era fácil. Todos los vecinos lo conocían por ser una persona agresiva, y por eso trataban de no tener contacto con él. Gastón Blasco (36), cuya casa era lindera, sabía de la reputación que precedía al hombre y lo evitaba a toda costa. Sin embargo, el jueves pasado su estrategia para evitar el conflicto no fue suficiente.

Mientras Blasco limpiaba la pileta de su casa, Soria se asomó por la medianera, le apuntó con un arma y le disparó hasta matarlo. Lejos de huir, el asesino se atrincheró en su casa y murió baleado por agentes del Grupo Halcón de la Policía Bonaerense, a quienes también atacó a balazos.

El violento enfrentamiento ocurrió en una propiedad ubicada en Curuzú Cuatiá 565, en la zona Oeste del Conurbano Bonaerense. Según trascendió, al agresor, empleado de una agencia de seguridad privada, le molestaban los ruidos que, supuestamente, generaba su vecino y a raíz de eso, lo baleó. Pero, los motivos reales todavía son materia de investigación.

Fuentes judiciales revelaron a Infobae que en el mismo predio donde estaba la casa de Soria, vivía su sobrino. Era la única persona con la que el hombre mantenía contacto. Según declaró el familiar en el destacamento del barrio Pompeya luego del crimen, su tío era una persona que tenía conflicto con todos los vecinos. No se llevaba bien con nadie y era muy problemático.

Horas de tensión en Merlo
Horas de tensión en Merlo mientras permanecía atrincherado Soria

De hecho, las mismas fuentes ratificaron lo que el sobrino contó: Soria tenía abierta una causa desde 2016 por un conflicto con vecinos de un domicilio en el que vivía en compañía de su ex mujer, y no muy lejos del lugar donde sería abatido por la Policía. Se trató de un hecho en el que también le disparó a una persona en un dedo por un conflicto vecinal, y por el cual le iniciaron actuaciones por los delitos de lesiones graves y portación de arma. Luego de ese episodio violento, su ex pareja lo echó de la casa.

“Hasta el 2019, antes de la pandemia, se lo había citado a declaración indagatoria por este caso y no se lo había podido notificar porque no tenía un domicilio registrado”, indicaron las fuentes consultadas. No fue lo único. De acuerdo con lo que trascendió, en 2003 se abrió una causa por lesiones en la que él figura como damnificado por haber recibido un disparo en la pierna, mientras que hace dos años le iniciaron otro expediente por amenazas: fue un vecino que lo denunció en el destacamento policial de barrio Pompeya.

Sin piedad

Raquel, la mujer de Blasco, fue quien llamó al 911 para avisar que su esposo había sido herido a balazos por Soria el jueves pasado. Los agentes del Comando Patrulla de esa jurisdicción se desplazaron hasta la escena del crimen, ubicada en Cossio entre Dean Funes y Alejandro Dumas, en Merlo, y notaron que en el interior de la propiedad estaba Blasco tendido en el suelo, al costado de la pileta, ensangrentado pero ya sin vida: había recibido un tiro en una pierna y otro en el abdomen.

En su declaración en sede policial, la esposa de la víctima declaró que no entendía por qué ocurrió el ataque. Incluso, a diferencia de otros conflictos con vecinos, Blasco -dijo la mujer- jamás tuvo un problema con Soria. “La esposa dijo que no se conocían, que no tenían relación ni un conflicto previo. Todo eso se está investigando”, sostuvo la fuente judicial. Lo único que contó Raquel es que escuchó los tiros y salió al patio a socorrer a su esposo.

José Antonio Soria, el hombre
José Antonio Soria, el hombre que mató a su vecino a tiros

Cuando los agentes llegaron a la vivienda se dieron cuenta de que el asesino seguía cerca. Y no estaban equivocados. Al verlos en la zona, el empleado de la agencia de seguridad comenzó a dispararles. Estaba dispuesto a todo.

Los policías de la comisaría se vieron sobrepasados y pidieron refuerzos. Según revelaron fuentes oficiales, el asesino les disparaba a todos los efectivos que arribaban al lugar. Uno de los tiros impactó contra el frente de un patrullero. Se inició entonces un tiroteo que se extendió por varios minutos hasta que se solicitó el apoyo de más efectivos.

Después del crimen de Blasco y el ataque a la Policía, se montó un gran operativo en los alrededores de la casa de Soria. Con la participación del Grupo Halcón e, incluso, del jefe de la Policía Bonaerense, Daniel García; se perimetró esa zona y llamaron a un especialista para que negocie con el sospechoso la forma en que se iba a entregar.

Las horas pasaban, la tensión no cedía y como Soria no daba señales de querer entregarse, los agentes del Grupo Halcón decidieron ingresar en la casa. La respuesta del asesino fue una ráfaga de tiros que hirió a dos policías: el comisario mayor Oscar Alarcón, quien recibió un disparo en la pierna derecha y otro en el dedo meñique de su mano derecha; y el subteniente Jonatan Medina, que fue herido en su pierna izquierda. Ambos fueron trasladados al hospital Eva Perón fuera de peligro.

Finalmente, mataron al agresor y dieron por terminada la tensa situación. En la misma secuencia, el asesino también había intentado atacar a su sobrino pero el joven pudo escapar. En el lugar también estuvo presente el fiscal de la causa, Fernando Capello, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) N°2 del Departamento Judicial de Morón.

Al recorrer la casa, la Policía secuestró un impresionante arsenal. Soria contaba con un fusil de asalto con mira telescópica calibre .308, una escopeta 12/70 con posta de guerra, una pistola 9 milímetros marca Beretta y una ballesta de caza. Además, tenía un chaleco antibalas y un casco metálico de fabricación casera.

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