El 13 de diciembre de 2017, un elaborado operativo orquestado entre la Justicia argentina, la Gendarmería Nacional y el Servicio Federal ruso envió 389 kilos de harina comprados en el Mercado Central en lugar de 389 kilos de cocaína colombiana de alta pureza. El cargamento partió desde Ezeiza con destino a Moscú, a bordo de un avión estatal ruso.
El procedimiento era una entrega controlada, algo usual en investigaciones narco entre dos países. Esto fue: enviar un falso lote para capturar a los implicados del país receptor, en el marco de una investigación a cargo del juez federal Julián Ercolini, con el fiscal Eduardo Taiano y la PROCUNAR, del fiscal Diego Iglesias.
La cocaína había sido descubierta catorce meses antes en doce valijas de una dependencia de la embajada rusa local, en el equipaje de Ali Abyanov, un diplomático de la embajada local que había decidido regresar a Moscú.
Abyanov, con un domicilio registrado en la calle Rodríguez Peña, ya había sido identificado: solo hacía falta detectar a los traficantes del otro lado del mundo.
Las valijas llegaron a un depósito en las afueras de Moscú, con el Servicio Federal y tres gendarmes vigilándolas de cerca. Ishtimir Khubzhamov y Vladimir Kalmykov, dos rusos que las retiraron, fueron arrestados. Abyamov quedó detenido poco después. Pero el hombre acusado de financiar el lote de cocaína destinado, según sostienen autoridades judiciales, a supuestamente satisfacer los apetitos de los asistentes al Mundial de 2018 estaba lejos, muy lejos, a por lo menos dos mil kilómetros de la escarcha invernal de Plaza Roja y la nieve sobre las cúpulas del Kremlin.
Conocido como el “Señor K” por la Justicia argentina, A.K., de nacionalidad rusa y apellido ucraniano, es un empresario con base en Hamburgo, Alemania. Petiso, un poco panzón, con calvicie incipiente y casi 40 años de edad, es representante -según describe él mismo- de una prestigiosa marca de cigarros. Poco después, se supo su nombre: Andrei Kovalchuk. Había sido identificado por Gendarmería en Buenos Aires, en sus encuentros con Iván Blizniouk, un policía porteño hijo de rusos acusado de ser la parte argentina de la operación.
Hoy, cuatro años después de la jugada original, Kovalchuk, Abyamov, Khubzhamov y Kalmykov fueron considerados culpables del hecho por un tribunal de Moscú.
Según la agencia rusa Interfax, citada por EFE, pese al veredicto el jurado consideró que los cuatro acusados, que enfrentaban cargos de intento de contrabando de drogas e intento de producción, venta o traslado de narcóticos en grandes cantidades, merecían indulgencia, lo cual les permitiría evitar una cadena perpetua. Así, se debatirá la pena en los próximos días.
Ninguno de los cuatro acusados admitió su culpa, y la defensa de Kovalchuk -que fue detenido en Alemania en 2018- insiste que se trata de una provocación de la policía argentina en cooperación con los servicios de inteligencia de Estados Unidos, llevada a cabo con el fin de desacreditar la misión diplomática rusa. Según autoridades argentinas, fue el propio embajador Víctor Koronelli quien alertó sobre la sospecha de la presencia de la droga en 2016.
Mientras tanto, Iván Blizniouk y el mecánico Alexander Chikalo, los sospechosos de ser parte de la trama a nivel local esperan su veredicto en el Tribunal Oral Federal N°4, con un proceso iniciado a comienzos de año. El fiscal Abel Córdoba alegó recientemente: “Con la prueba incorporada y producida durante el debate, a nuestro criterio se acredita con certeza la responsabilidad criminal de los acusados Blizniuk y Chikalo, en los hechos que tenemos en juzgamiento”, aseguró el fiscal, quien luego añadió. “Las premisas que ya vienen trazadas desde la instrucción fueron válidamente corroboradas”.
Los pedidos de pena en los tribunales de Comodoro Py se realizarían el 23 de diciembre.
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