Acusan a una secta de La Matanza que adoraba al dios Krishna de esclavizar a sus fieles: detuvieron a su líder

El templo Abba Krishna de la zona de 20 de Junio fue allanado por la Policía Federal tras una denuncia de un testigo de identidad reservada

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El altar del templo Abba
El altar del templo Abba Krishna, en fotos de sus redes.

La organización Abba Krishna, con su templo situado sobre la calle Rico en el área de 20 de Junio, una zona de campos de La Matanza en el límite con Merlo, operaba en la literal frontera de la devoción. Funcionaba al menos desde 2017. El dios hindú Krishna era el centro de su culto, con cantos de mantras, cantos congregacionales y charlas sobre filosofía espiritual y religión en sus programas de prédica para los domingos. Una gran imagen de Krishna de casi un metro y medio de alto estaba emplazada en el centro del templo, donde los fieles bailaban y cantaban. Luego, salían en procesiones barriales.

La organización tenía también un giro que los volvía distintos de los cultos Hare Krishna que pueden verse en la Capital Federal y que observaron a Abba Krishna con desconfianza: también adoraban a Jesús. El término “abba” significa padre en arameo. Una imagen de Cristo podía verse junto a la de Krishna en sus altares, junto a un unicornio del tamaño de un pony enano. Tiempo después, el pony con cuerno fue reemplazado por una imagen de Srimati Radharani, la consorte mística de Krishna.

Era curioso lo que decían. Hablaban también de Krishna como “padre”, algo que no es parte de la ortodoxia hinduista usual. Sus seguidores mezclaban plegarias, decían “hare Cristo”, en el medio del tradicional mantra Hare Krishna, acompañados de guitarras criollas.

Clausurado: la división Trata de
Clausurado: la división Trata de Personas de la Federal cierra el templo de Abba Krishna.

Abba Krishna podía ser muy convocante como organización, sus reuniones atraían a decenas de curiosos y fieles. El templo también funcionaba como comunidad espiritual, como ashram, una vivienda permanente para miembros, con imágenes religiosas pintadas en sus paredes.

En la noche de ayer domingo, cinco miembros de cúpula fueron arrestados por la división Trata de Personas de la Policía Federal, en una causa bajo la firma del Juzgado Federal N°2 de Morón a cargo de Jorge Rodríguez. Un testigo de identidad reservada dio inicio al caso, según confirmaron fuentes de la investigación a Infobae. Los acusan de convertir en esclavos a sus fieles, de alejarlos de sus familias y de despojarlos de sus bienes. Entre los detenidos está Aldo F., de 66 años, considerado el líder espiritual del grupo y el principal teólogo, por llamarlo de alguna forma.

Aldo F., señalado como el
Aldo F., señalado como el líder.

El propio templo de la calle Rico fue allanado. Allí se encontraron a 12 fieles, que fueron entrevistadas por el Programa Nacional de Rescate de Víctimas. También se encontró dinero, 126 mil pesos y 500 dólares, así como un teléfono que podrá ser peritado. Aldo F. fue arrestado en una propiedad aledaña al templo sobre la calle Urién, su domicilio fiscal. Cayó con más de 300 mil pesos. Otros allanamientos ocurrieron en la zona de Pontevedra, partido de Merlo, con otros tres arrestados.

Aldo F. y su grupo no tienen afiliación o vínculo con organizaciones Hare Krishna como ISKCON, establecida hace décadas en Buenos Aires, con su templo en la calle Ciudad de la Paz de Colegiales. Entre los grupos de espiritualidad alternativa existió un recelo histórico a Aldo F., aseguran conocedores.

El altar principal del templo
El altar principal del templo Abba Krishna, allanado por la Federal.

Al líder de Abba Krishna lo describen como movedizo, hábil para hablar. Tomó la estética ceremonial y la simbología para captar a sus propios fieles y generar su propia organización. Así, en poco tiempo logró llamarse a sí mismo “maestro”. Según fuentes policiales, esos fieles eran hombres y mujeres vulnerables, con posibles problemas psicológicos y situaciones familiares inestables, que se volvían conflictivos en otros cultos Krishna en Capital y el conurbano.

Entonces, la organización los absorbía comenzaba a ejercer un control sobre ellos, con un presunto régimen de reducción a la servidumbre.

La división Trata de Personas, que depende de la Superintendencia de Delitos Federales de la PFA, colocó una faja de clausura sobre el templo. La organización se considera desbaratada.

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