“No se resistió a que lo levantemos y le pongamos las esposas, y en todo momento decía incoherencias: que había salido una mano por el colchón que le había pegado un tiro, que lo perseguían”. Ese extracto, al que tuvo acceso Infobae, es parte de la declaración de una de los nueve policías acusados por la muerte de Alejandro Martínez (35) en una comisaría de San Clemente del Tuyú. Ella fue la única que habló durante la indagatoria ante el fiscal. Los otros 8 imputados guardaron silencio.
Se trata de una de las agentes que participó del arresto en el Gran Hotel Fontainebleau de Martínez en los primeros minutos del 18 de noviembre pasado. Hay que recordar que la recepcionista del lugar esa noche llamó a la Policía por disturbios en el séptimo piso, donde se hospedaba la víctima y que, si bien dijo que el hombre no se mostraba agresivo, relató que decía incoherencias. Así se lo llevaron a la comisaría 3°.
Antes de las 2 de ese 18 de noviembre aparecería muerto en el calabozo.
“Hay un testigo que relata que Martínez entró exaltado y los tres policías lo redujeron de cara al piso. Fue golpeado y tenía signos de asfixia por sofocación”, dijeron las fuentes consultadas por este medio sobre los elementos que llevaron al fiscal Pablo Gamaleri, a cargo de la UFI N°11 descentralizada de La Costa pero que subrogaba la UFI N°2 -que es la que investiga el caso oficialmente-, a ordenar la detención de todos los policías involucrados: nueve en total.
“Homicidio triplemente agravado por alevosía y ensañamiento, y en concurso premeditado de dos o más personas, por ser ejecutado por miembros de las fuerzas de seguridad abusando de sus funciones o cargos”: ese es el delito primario por el que indagaron este domingo por la noche a los nueve policías.
Christian Rohr, Maximiliano Munche y José Carlos Pereyra fueron además acusados por un delito subsidiario: “Tortura y abandono de persona seguido de muerte e incumplimiento de los deberes de funcionario público”. Mientras que a Paola Mansilla, Carla Cantranella, Evelyn Garófalo, Miguel Boulos, Sandro Mujica y Laura Chiarullo, los acusan, además de ser partícipes necesarios del homicidio, por el delito subsidiario de “omisión de evitar tortura, incumplimiento de deberes de funcionario público y abandono de persona seguido de muerte”.
Justamente, una de esas cuatro policías involucradas fue la que decidió contar qué pasó en el hotel y cuando llevaron a la comisaría a Martínez. Dijo que llegó tras el alerta desde el Fontainebleau, ubicado en Calle 3 y avenida Costanera, en la zona céntrica de San Clemente: “Estábamos recorriendo con mi compañero y por la radio se recibió un llamado de un masculino que ocasionaba disturbios”, relató la policía acusada al fiscal.
Y contó que, cuando llegaron al hotel, subieron al séptimo piso pero no estaba el sospechoso. Lo encontró, junto a dos policías de la local y a dos empleados de la cocina, en el descanso de la escalera hacia el sexto piso: “No se resistió a que lo levantemos y le pongamos las esposas, y en todo momento decía incoherencias: que había salido una mano por el colchón que le había pegado un tiro que lo perseguían”.
Luego, narró que lo bajaron por el ascensor mientras ella fue hasta la habitación donde se hospedaba Martínez junto a un testigo. “Estaba todo revuelto, el baño roto”, dijo y explicó que le sacó fotos a todo y agregó: “Había sangre, no era mucha, pero había”. También detalló que debajo de la mesita de luz había “una bolsita negra y sangre”. Tras tomar las pruebas para la causa por “daños” por la que fue aprehendido Martínez, la oficial reveló que bajó al hall.
Ya en la calle, se encontró con el detenido en la parte de atrás de su patrullero y lo llevó hasta la comisaría, ubicada sobre la avenida San Martín, a 11 cuadras del hotel. “Refería que se derretía, que se electrocutaba y se le derretían los brazos. En el camino siguió con las incoherencias”, dijo. Justamente, una de las fuentes consultadas alegó que llamaron al fiscal Gamaleri para indicarles lo sucedido y les dijo que lo llevaran al hospital si no estaba bien. Según el relato de la policía acusada, fueron directo a la comisaría.
Allí pidió ayuda a un compañero. Fue el policía Maximiliano Munche quien, según su relato, “lo intenta bajar pero (le) empieza a tirar patadas”. Ese es uno de los tres policías acusados por la muerte de Martínez. Como no puede solo, otro colega intentó ayudarlo por la otra puerta del patrullero, pero el detenido les daba “patadas”.
“Ahí lo sacan, forcejea, no quería bajar. Lo cargan entre Munche, (Christian) Rohr y (Juan Carlos) Pereyra porque forcejeaba todo el tiempo y lo entran a la comisaría”, continuó con la descripción de lo sucedido. Los tres policías que menciona la acusada son los sindicados por el fiscal como quienes golpearon y asfixiaron a Martínez.
Luego, la mujer describió que se fue de la seccional a seguir con su patrullaje. “Nos enteramos del deceso porque un rato más tarde nos piden que bajemos (vayamos) a comisaría”, cerró su declaración.
Para el fiscal Gamaleri, quien ya remitió la causa a la fiscalía natural del caso (la UFI N°2), entre la medianoche y la 1.50, los nueve policías detenidos, cuatro mujeres y cinco hombres, “planificaron para dar muerte, asignándose y cumpliendo cada uno de ellos un rol determinado”, según la orden de detención a la que accedió Infobae el domingo.
Incluso, el fiscal detalló el rol de cada uno: tres de los policías, Munche, Rohr y Pereyra, “ejecutaron una extrema violencia física” a Martínez y durante “diez minutos” le propinaron “golpes de puño y aplastaron varias partes de su cuerpo mediante diversas maniobras”, produciéndole múltiples lesiones que le provocaron la muerte. Para el fiscal, esas acciones implicaron un acto de tortura.
Mientras que los otros seis acusados, cuatro son mujeres, “brindaron la cobertura necesaria para que no corrieran ningún tipo de riesgo, y asegurar el resultado de lo planificado, omitiendo dolosamente y abusando de los deberes a su cargo, proporcionaron el ambiente necesario y circunstancias” para obtener el resultado planificado, que sería -según la hipótesis de la investigación- la muerte del detenido.
Todos fueron desafectados de la Policía Bonaerense por la Dirección General de Asuntos Internos del ministerio de Seguridad Bonaerense.
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