Cuando ingresaron al departamento “C” del piso 10 de un edificio ubicado en la avenida Díaz Vélez al 3.700, en el barrio porteño de Almagro, los policías de la Ciudad encontraron el lugar completamente vacío, a excepción de un sillón y una heladera. Allí, en circunstancias que aún se investigan, estaba el cuerpo de Carlos Walter Molina, el financista de 34 años que estaba desparecido desde el viernes. Lo habían asesinado de un disparo en el pecho.
“Los peritos que examinaron el cuerpo este domingo por la mañana determinaron que llevaba más de tres horas muerto”, dijeron a Infobae fuentes de la investigación. Luego se supo que se trataba del financista a quien su familia había sido denunciado como desaparecido el viernes a la noche.
Los investigadores pudieron reconstruir que Molina había sido citado por una mujer, cuya identidad aún se desconoce, para realizar una transacción de dinero. El hombre, que desde hace algunos años poseía una financiera, llegó al lugar a bordo de su auto y lo dejó estacionado a pocos metros del edificio. Después, no volvió a dar señales.
En ese contexto fue que su familia realizó la denuncia por averiguación de paradero. Luego, personal de la Comisaría Vecinal 5A de la Policía de la Ciudad recibió una orden de la Fiscalía Criminal y Correccional N°36, a cargo de Marcelo Munilla Lacasa, para ir al lugar donde el financista había sido citado.
Una vez en el interior del departamento, donde solo había un sillón y una heladera, los agentes encontraron a Molina muerto con un disparo en el pecho: a su lado había una vaina y un proyectil. “Tenía la billetera encima con sus documentos. Además, en el auto, se encontraron 98 mil pesos”, confiaron a este medio fuentes con acceso al expediente.
De momento no hay ningún imputado ni sospechoso detenido. “Nadie escuchó ni vio nada. Sin embargo, las personas que podrían tener algún dato fueron convocadas a prestar testimonio a la comisaría”, dijeron a este medio allegados a la causa.
Mientras tanto, la investigación que encabeza el fiscal Munilla Lacasa buscar dar con algunas cámaras de seguridad de la zona que les permite conseguir alguna pista. Además, se mandó a peritar el teléfono celular del financista y, lo más importante, establecer quién es el dueño del departamento. “Esto recién empieza”, indicaron las mismas fuentes.
María Belén Pérez Orue, pareja de Molina, dijo a Télam que el último contacto que tuvo con él fue el viernes 19 de noviembre “alrededor de las 16″ y que desde las 18 ya no le respondió los mensajes y llamadas. “Revisamos la computadora y vimos que había buscado la dirección de ese edificio en el Google Maps. Fuimos hasta el lugar y tardaron 16 horas en entrar (…) quizás si entraban antes podían tener un panorama diferente”, se lamentó la mujer.
Pérez Orue contó que su pareja trabajaba como despachante de Aduana, que era licenciado en Comercio Exterior y que desde hacía algunos años tenía una financiera con varios clientes y daba cursos de dónde y cómo invertir dinero. Sobre la mujer con la que se iba a encontrar el viernes por la tarde, Molina la había descripto como “una buena clienta” y le dijo que le había presentado “una buena oportunidad laboral”.
“A mí me comentó sobre esta clienta, era una mujer, pero no sé si la había visto antes, no me lo mencionó”, sostuvo Pérez.
Consultada por Infobae, la mujer se excusó de hablar y compartió una imagen de ella con su pareja. Horas antes, hizo un sentido descargo en redes. “Recibí más de 200 mensajes de conocidos de mi pareja preguntándome qué pasó, cómo fue y detalles de los que ocurrió. Solo quiero decirles que aun no lo pudimos despedir, que se está investigando y no podemos difundir ningún tipo de prueba. Estamos transitando un momento muy difícil. Estamos destrozados. Por favor, no hagan más preguntas, gracias”, escribió en su perfil de Facebook.
Más temprano, Mary, la madre del financista, dijo a Crónica TV que sospechan del encargado del edificio porque le dijo a la Policía que el departamento donde se cometió el crimen estaba deshabitado.
“Sospechamos del encargado porque la puerta del departamento no estaba con llave: se abría con un picaporte y el encargado se lo acercó a la policía. Antes había dicho que estaba deshabitado”, recordó la madre del fallecido. La mujer, en un ataque de llanto, pidió “Justicia” por su hijo: “Necesito que me den una respuesta. Me quitaron lo más valioso de mi vida, mi único bebé”, se lamentó.
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