Lucas González (17), el jugador juvenil de Barracas Central que fue baleado ayer en la cabeza por efectivos de la Policía de la Ciudad, murió esta tarde en el hospital El Cruce de Florencio Varela. Poco antes de que se conociera la triste noticia, se había convocado a una marcha en Barracas para las 18, en las inmediaciones de la villa 21-24 en donde ocurrió el confuso episodio. Pero, luego, la movilización se trasladó a la puerta de la Comisaría 4D. Tras una protestas frente a la seccional, vallada y custodiada por varios agentes, decidieron caminar de regreso a la zona de Parque Pereyra.
Fueron amigos, allegados y vecinos de Lucas y de Barracas los que salieron a las calles a pedir justicia. La convocatoria comenzó en el cruce de las avenidas Vélez Sarsfield y General Iriarte, donde se inició la persecución que finalizó con Lucas con un balazo en la cabeza y tres chicos de 17 años detenidos.
Pero, mientras se producía la concentración en Barracas, se conoció la triste noticia de la muerte de Lucas, quien había sido diagnosticado con muerte cerebral en el hospital de Florencio Varela. Entre los autoconvocados estaban los compañeros de Lucas en el club, que dispuso tres días de duelo sin actividades sociales y deportivas.
“Lucas era un hermano para mí. Todos los días lo pasaba a buscar por la casa. Íbamos y volvíamos juntos. Era mi hermano, siempre estábamos juntos y se me fue”, dijo entre lágrimas uno de los jóvenes con los que el González compartía entrenamientos en la sexta categoría y había entablado una amistad.
“Era un chico normal, corriente, que venía todos los días a entrenar para cumplir su sueño de jugar a la pelota”, agregó otro de los juveniles que integran las Inferiores de Barracas. Y contó: “Ayer no volvimos juntos porque se fue con otros chicos, amigos suyos, que vinieron a probarse. Ellos habían quedado y estaban contentos”.
“Pedimos justicia -continuó el joven-. Los otros chicos (los que estaban junto a Lucas) están en shock: imaginate que venían manejando y el compañero se les estaba muriendo entre las piernas. Ese momento no se lo pueden sacar de la cabeza”.
Mientras la familia pedía desde la puerta del hospital respetar la privacidad y comunicaba la decisión de donar los órganos, en Barracas la gente se trasladó hacía la Comisaria Vecinal 4D, ubicada en California al 1.800, debajo de la Autopista 9 de Julio. Allí, algunos cortaron el tránsito y quemaron neumáticos. Otros, por su parte, llevaron bombos para hacer escuchar su reclamo.
En medio de este escenario, la Policía de la Ciudad levantó un perímetro y rodeó la dependencia, ante el temor de que la manifestación pasara a mayores. Por ese motivo también colocaron vallas, donde los concurrentes colgaron banderas que expresaban sus reclamos.
Tras unos primeros momentos de tensión, la situación se mantuvo calma hasta que unos minutos antes de las 20, los manifestantes volvieron a movilizarse y se trasladaron de regreso al parque Leonardo Pereyra, frente a la Basílica del Sagrado Corazón, a 12 cuadras de la comisaría, justo a la esquina de las avenidas Vélez Sarsfield y General Iriarte, donde se inició la persecución que finalizó con Lucas con un balazo en la cabeza y tres chicos de 17 años detenidos. La marcha concluyó entrada la noche. Los últimos en irse dejaron antes unas velas encendidas en la esquina donde ocurrió el hecho.
La versión oficial indicó que el menor fue herido tras ser perseguido por los efectivos mientras circulaba a bordo de un auto Volkswagen Suran, en el que viajaba junto a tres amigos. De acuerdo al relato de los policías involucrados, en ese contexto se produjo un tiroteo. Sin embargo, la madre de Lucas, Cintia, rechazó esta explicación y denunció que a su hijo lo balearon sin ningún motivo. “Fue gatillo fácil”, aseguró.
“Cuando Lucas y sus compañeros salieron de entrenar pararon a comprar un jugo y en ese trayecto, por lo que sabemos, frenó un auto supuestamente con cuatro policías arriba. Por lo que nos contó el papá de uno de los chicos, ellos pensaron que los iban a asaltar. Entonces aceleraron y en ese trayecto le dispararon a mi hijo”, relató la mamá con la voz quebrada a Radio con Vos.
Lucas dividía sus horas entre las prácticas de fútbol y las horas de estudio, ya que cursaba el secundario. “Justo antes de ayer había entregado dos trabajos que le quedaban. La verdad que me destrozaron la vida. Yo quiero que los que hicieron esto la paguen”, pidió Cintia.
Los oficiales implicados en el hecho fueron desafectados por disposición del ministro de Justicia y Seguridad de la Ciudad, Marcelo D’Alessandro, quien brindó esta noche una conferencia de prensa para referirse al caso.
Fotos: Jaime Olivos
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