Esa fría madrugada del 8 de agosto pasado, en el barrio Los Pinares de Mar del Plata, Jonatan Costadura (26) solo escuchó: “Eh, vos”. Después, los tiros: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete… Y el silencio.
Fueron cuatro los balazos que impactaron en su cuerpo y lo mataron. Primero se pensó que el crimen fue en el marco de un robo, pero la moto con la que trabajaba como delivery quedó en el lugar. Luego, la hipótesis pasó a un ajuste de cuentas… Aunque pronto la descartaron: la víctima no tenía problemas con nadie. Cuando identificaron a los asesinos, los investigadores comprendieron que habían matado a la persona equivocada.
A 101 días de este crimen por error, los asesinos de Jonatan, que tienen pedido de captura, siguen prófugos y las autoridades insisten con la difusión de sus fotos para conseguir datos que permitan su arresto. Es más, por estas horas se evalúa el monto de la recompensa que el Ministerio de Seguridad Bonaerense ofrecerá por datos que permitan dar con ellos, así lo explicaron fuentes de la investigación a Infobae.
Se trata de Juan Nicanor Pereyra (24) y Julián Agustín Coppola (21). Según la investigación, a cargo del fiscal Leandro Arévalo, de la UFI N°7 de Mar del Plata, la noche del crimen ambos salieron a buscar a un joven que hirió a un amigo suyo durante una fiesta, y se cruzaron con Jonatan: lo acribillaron a balazos.
“Venían de caravana y, fisonómicamente, Costadura era parecido al joven con el que tuvieron el conflicto esa noche. Incluso, se dio con ese muchacho, y se desentendió sobre lo sucedido”, describieron fuentes del caso la base que sustenta que a Costadura lo mataron por equivocación.
Ese 8 de agosto, durante una fiesta clandestina en los suburbios marplatenses, hubo una disputa entre dos grupos. “Empezaron a pelearse porque habían invadido el barrio, después pasaron a los golpes y uno de los amigos de los prófugos recibió un corte en la garganta por un botellazo”, detallaron las fuentes consultadas.
Paralelamente, Jonatan pasaba en su moto por la casa de un amigo donde había una reunión. Fue un ratito y siguió camino, junto a otro joven.
“Entonces, los dos prófugos salieron a buscar al agresor en una moto. Ahí fue que cruzaron a Costadura y a su amigo, que iban en la moto que la víctima usaba para trabajar como repartidor de una aplicación”, recordaron las fuentes del caso.
Apenas les gritaron un “eh, vos”, y los balearon. Jonatan murió y su amigo, testigo directo del crimen, resultó herido en una de sus piernas. Luego contaría que no fue un robo, que no les exigieron ni se llevaron nada. Sólo tiraron a matar. La investigación le daría la derecha.
En las calles y en las redes, la familia de Jonatan no cesa en su pedido de Justicia. Cuentan que la moto en la que iba con su amigo la noche del homicidio se la había comprado para trabajar como repartidor de una aplicación.
Además de su novia, con la que estaba en pareja hacía ocho años, la pasión de Jonatan, en realidad, era el fútbol. Sus amigos han contado durante estos tres meses sin Justicia que era un “crack”. La víctima era parte de un equipo y solían jugar en canchas de césped sintético de un complejo que queda en el cruce de Tierra del Fuego e Ituzaingó.
“Jugaba en todos lados, y jugaba bárbaro. Él era el diez porque era un crack”, contaba Bruno, amigo y a quien visitó Jonatan minutos antes del crimen. “Me acuerdo que lo vi como siempre, muy alegre, no estaba preocupado ni nada de eso. Y cuando se fue, a los diez minutos nos avisaron por teléfono lo de los disparos y no lo podía creer. Fue muy triste e injusto lo que le pasó”, se sinceró ante el portal 0223.
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