Este 17 de noviembre no fue un día más para los Vallejos. Hoy, cinco años, tres meses y tres días después del femicidio de Alicia, de 23 años, su familia encontró algo de alivio entre tanto dolor. Fue luego de conocer que el Tribunal Oral en lo Criminal N°5 de Quilmes, de manera unánime, condenó a prisión perpetua a Mariano Fernández (31) por el “homicidio agravado por mantener una relación de pareja con la víctima, por mediar violencia de género y por la utilización de un arma de fuego”.
Los Vallejos llegaron TOC N°5 en forma de peregrinación. Primero se juntaron en una plaza, ubicada a unas cuadras del edificio del Poder Judicial de Quilmes, donde la semana anterior se hicieron las dos jornadas del juicio, y, desde ahí, caminaron hasta Alem al 400. Llevaban puestas remeras y barbijos, tenían globos de colores y varias pancartas: todo con el rostro de Alicia, asesinada en 2016. Todo eso fue luego acomodado con cuidado sobre la calle.
A diferencia de lo que sucedió en las dos audiencias del juicio, que fueron el miércoles 10 y el viernes 12 de noviembre, esta vez no se escuchaban bombos ni reclamos: todo era silencio. Justamente, en ese silencio, la leyenda de una las banderas que familiares y amigos extendían de cara al despacho de la jueza Mónica Adriana Rodríguez de Piuma, podía leerse como un grito ahogado: “Justicia es perpetua. Prohibido olvidarte Alicia Vallejos”.
Para María Josefa Saucedo, la mamá de Alicia, los casi 2.000 días de espera se condensaron en una reunión con la magistrada, que duró pocos minutos. Junto a su hija Romina y a su cuñada Mercedes, la mujer de 62 años fue recibida por la presidenta del tribunal minutos después de que el acusado, la defensa y la fiscalía escucharan la lectura de la sentencia condenatoria a través de una plataforma virtual.
Quien repone la situación ahora es Romina Vallejos, hermana de Alicia, porque su madre está sumida en lágrimas y apenas puede sostenerse en pie. “Pasamos a la oficina de jueza, nos sentamos, nos miró y nos dijo: ‘Le dimos perpetua’. Y ahí nos largamos a llorar”, relató.
De vuelta en la calle, el llanto se multiplicó y los abrazos sobraron. “Se siente, se siente Ali está presente”, coreaban. Y entonces sí, los bombos volvieron a sonar una vez más. “Se siente, se siente Ali está presente”, repetían.
“No fue una sentencia fácil”, explicó a Infobae la jueza Rodríguez de Piuma, presidenta del tribunal junto a Juan Martín Mata y Gustavo Darío Farina, minutos después de dar a conocer la sentencia que, por unanimidad, condenó a prisión perpetua al femicida Fernández.
La magistrada lleva en sus manos una copia de la sentencia que luego entregó a la familia Vallejos y, a pesar de sus décadas de trayectoria, se la vio conmovida. El texto tiene poco más de 40 páginas y Rodríguez de Piuma dijo estar conforme.
“El dolo homicida es claro. Si hubiera sido un disparo autoinfligido, como planteó la defensa, no es a quemarropa. También se planteó la posibilidad de un ‘infortunio’. En los accidentes, por lo general, el arma homicida suele encontrarse. En este caso fue, deliberadamente, escondida”, explicó.
De los fundamentos del tribunal se desprende, además, la perspectiva de género que contempló el “vínculo vicioso” en el que estaba sumida Alicia. “Que estuviese alejada de su familia, en algunos casos por un año, es característico de estos síndromes de violencia intrafamiliar (...) El violento necesita aislar, impedir que la familia acoja a la víctima y logre convencerla de romper el vínculo vicioso en el que están inmersos”, se indica en una parte del texto.
“Hasta hoy, yo no creía en la Justicia. Pero ahora sí”, sintetizó Romina, la hermana de Alicia. Días atrás, en el patio de la casa donde se crió, la joven de 32 años había confiado a Infobae el dolor con el que convivía su madre desde que Fernández mató a Alicia: “Mi mamá la llora todos los días. Esto es lo que deja un femicidio, y lo peor de todo es que mi hermana es un número más. Porque mañana te levantás y hay otra familia con carteles pidiendo Justicia“.
Mientras Romina hablaba, sus hermanos Ariel, Daniela y Luján inflaban globos color violeta con la idea de soltarlos para homenajear a Alicia, quizá entre ellos, más adelante. Pasados quince minutos de las 14, los Vallejos regresaron a sus casas caminando. Agradecidos, emocionados, aliviados. Por dentro repetían la frase de la bandera que había puesto de cara al despacho de la jueza: “Justicia es perpetua”.
La calle Alem al 400 quedó despejada y en silencio, pero no por mucho tiempo. El vuelo de un colibrí, que se posó un buen rato en la puerta del tribunal, fue el broche de oro para una jornada llena de emociones. Después, se perdió entre los árboles.
Fotos: Gustavo Gavotti
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