Iara Rueda salió de su casa antes de que cayera el sol con una carpeta bajo el brazo. Era el anochecer del miércoles 23 de septiembre del año pasado cuando la joven estudiante de 16 años le dijo a su familia que se ausentaba un rato porque iba a llevarle un trabajo práctico a un compañero. En realidad, estaba yendo a encontrarse con Tomás F., un chico de su misma edad con el que salía desde hacía algunos meses. La chica recorrió varias cuadras de tierra del barrio San José, en Palpalá, Jujuy, hasta el punto de encuentro. Apenas llegó, notó que su novio no estaba donde habían acordado. Tardó pocos segundos en darse cuenta que, en realidad, era todo una trampa.
Un auto rojo, que luego sería identificado como un Fiat Palio sin patente, frenó junto a ella. Iara intentó subirse a la bicicleta y escapar pero no pudo. Dos hombres mayores de edad, Raúl Cachizumba y Mauricio Abad, se bajaron y la obligaron a subir. Adentro también estaba su novio, pero no como víctima, sino como presunto victimario. El joven la había entregado. Lo que siguió fue puro horror: los tres intentaron abusarla y, como no lo lograron, la asesinaron e intentaron quemar el cuerpo.
Ayer martes, luego de un año de investigación, la Justicia jujeña elevó a juicio oral la causa por el asesinato de Iara: las penas para los tres imputados pueden ser de prisión perpetua.
“Iara fue subida a ese vehículo por la fuerza. Y luego estuvo desaparecida durante varios días. El padre y la madre de la chica hicieron la denuncia algunas horas más tarde y comenzó una búsqueda que fue sumamente defectuosa. La policía y la fiscalía actuaron muy mal. El asistente fiscal, cuando llegó la denuncia, pidió que no lo molestaran porque estaba viendo un partido de futbol”, cuenta Julián Martín Palmieri, abogado de la familia Rueda.
La causa para dar con el paradero de Iara estuvo a cargo del fiscal Darío Osinaga. Desde un primero momento, los padres de Iara denunciaron que no fueron escuchados en su pedido para que busquen a su hija. En esos días contaron que nunca se activó el Alerta Sofía, que la Policía provincial no rastrillo en ningún momento y que la respuesta por parte de los efectivos fue siempre la misma: “seguro que está paseando con algún noviecito o está enojada con ustedes”.
Lo cierto es que la chica no estaba paseando por ningún lugar ni se había enojada con nadie. Iara estaba muerta. Mientras los padres escuchaban esas excusas una y otra vez, y se esperanzaban con que apareciera, su hija ya había sido brutalmente asesinada.
Tal como se describe en el expediente, al que pudo acceder Infobae, el 28 de septiembre, cinco días después de la desaparición, el cuerpo de Caballería de la policía local rastrillaba un descampado cuando se toparon con un cuerpo semi enterrado.
Junto al cadáver había un DNI. Era el de Iara. Fue el primer indicio certero de que el cuerpo pertenecía a la joven desaparecida. El siguiente fue la ropa, que coincidía con la descripción que había realizado Mónica, la madre, al momento de la desaparición. Inmediatamente el cuerpo fue enviado para su autopsia.
El estudio forense del cuerpo reveló que la muerte se produjo entre el 23 y 25 de septiembre. El informe oficial habla además de que la causa de la muerte fue anoxia por estrangulación a lazo. También de que se encontraron golpes en el rostro. “Básicamente lo que la autopsia reveló es que Iara fue asesinada pocas horas después del secuestro, que fue golpeada en la cara y que luego fue ahorcada hasta morir. También se describe que intentaron violarla pero por algún motivo no pudieron hacerlo”, explican desde los tribunales jujeños.
Luego de la aparición del cuerpo, la causa cambió de fiscal. El doctor Diego Cussel se hizo cargo del expediente y detuvo a tres personas por el crimen.
El primero en caer fue Raúl Arnaldo Cachizumba. Se trata de un delincuente de poca monta con entradas y salidas constantes a la comisaría local. Fu delatado por una vecina que brindó un testimonio clave.
Cuando todo era incertidumbre, y la investigación recién comenzaba, la mujer se acercó para contar que su vecino, Cachizumba, llegó hasta la puerta de su casa el día en que encontraron el cadáver de Iara absolutamente desencajado, temblando, con una pala en la mano, lleno de lastimaduras en los antebrazos y pidiendo refugio porque “lo perseguía la policía”.
Cuando la mujer le preguntó qué había pasado el hombre respondió con una frase más que esclarecedora y que quedó asentada en el expediente: “El flaco se mandó una cagada con la mina que encontraron muerta. La estábamos pasando piola pero se mandó una cagada”.
¿Quién es “El Flaco”?. Esteban Mauricio Abad. Un amigo y conocido de Cachizumba y quien habría aportado el vehículo con el que secuestraron a la menor. Fue el segundo detenido del expediente.
Pero faltaba alguien más. El eslabón que unía a la víctima con los dos mayores detenidos. Ese nexo era Tomás F. El noviecito que engañó a Iara pactando un encuentro romántico que, en realidad, era una trampa. A él llegaron por el celular de la víctima. No por peritajes ni por localización sino porque luego de robárselo lo vendió por Internet. Una vez que el celular fue encontrado no le fue difícil a los investigadores desandar la cadena hasta llegar al menor y detenerlo.
La hipótesis que expresó el fiscal Cussel, en el documento de 70 páginas con el que elevó la causa a juicio, es clara y habla de que Tomás F. conocía a los dos mayores del barrio y que, incluso, había formado una especie de amistad con ellos. Explica además que el chico engañó a Iara para sacarla de su casa y secuestrarla junto a sus cómplices. Una vez que la menor estuvo retenida contra su voluntad intentaron violarla pero como no pudieron hacerlo la golpearon y la ahorcaron hasta asesinarla. Luego, trataron de quemar el cuerpo y enterraron el cadáver en un descampado.
“Nosotros como querellantes creemos que hay más involucrados. Puntualmente la familia del menor. ¿Dónde estuvo retenida Iara? ¿Dónde escondieron el cadáver hasta que lo descartaron?. Creemos que fue en la casa del chico y que hubo más personas que supieron del tema pero no nos dejaron producir la prueba correspondiente”, se queja Palmieri, el abogado de la familia Rueda.
Lo cierto es que con la elevación presentada en el día de ayer los dos mayores fueron formalmente acusados de homicidio doblemente agravado por alevosía y por mediar violencia de género lo que prevé una pena de prisión perpetua. En el caso de Tomás F. además se le suma el agravante del vínculo, por su relación de pareja con Iara.
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