Mientras el santuario se mantiene sobre la persiana baja del “Drugstore Pato” de Ramos Mejía que atendía Roberto Sabo (48), los restos del kiosquero asesinado a balazos el domingo pasado, durante un robo en su comercio, comenzaron a ser velados esta martes a la tarde en una cochería del partido de Morón, ubicada muy cerca del cementerio de ese distrito donde desde el miércoles por la mañana descansarán sus restos.
El cuerpo del kiosquero llegó a la cochería Pache, ubicada en Alcalde González Barbosa al 200, en la esquina con la Ruta 4, a las 16.42. Unos 20 minutos después, arribó al lugar la familia: la madre de Roberto lo hizo de la mano de Nicolás, el hijo más grande de la víctima; mientas Pedro Sabo, el padre del comerciante asesinado, caminaba un par de metros más atrás. Al frente, la viuda, Patricia.
Junto a ellos, también llegó Paula, la ex esposa y mamá de los dos hijos del kiosquero muerto. La mujer llevaba un ramo de flores en sus manos. Un vecino de esa tranquila cuadra de casas bajas de Morón les gritó, antes de que ingresaran a la cochería y mientras levantaba el brazo: “¡Justicia por Roberto!”.
Mabel ya estaba en el lugar desde temprano. Vecina y amiga, fue una de las primeras en llegar: “Era una excelente persona, muy trabajador como toda su familia”. Y expresó que, ahora, el kiosco lo atenderá Nicolás, el hijo mayor de Roberto: “Los amigos vamos a ayudarlo en todo lo que podamos”.
Para Mabel, “lo que pasó, desencadenó el enojo de la gente porque fue a sangre fría, completamente injustificado, y de gente muy querida del barrio, conocida de muchos años”. Hay que recordar que tanto el domingo por la noche como el lunes los vecinos marcharon hacia la comisaría. El primer día llegaron hasta la seccional de Ramos Mejía, ubicada a 300 metros de donde mataron a Roberto. Ayer, la movilización fue masiva pero la Policía Bonaerense impidió que los vecinos llegaran hasta la puerta de la dependencia y hubo incidentes.
Roberto, otro vecino que al igual que Mabel esperaba desde temprano para poder despedir al kiosquero, se sinceró en la puerta de la cochería: “Esto que pasó no es nuevo, es lo que se vive en todos lados. En Ramos hay muchas cámaras privadas, no sé si habrá alguna municipal. Vivo a tres cuadras de la comisaría y se ve movimiento de policías pero, evidentemente, no sirve”.
Los vecinos de esa cuadra, que tiene a 100 metros al cementerio de Morón y en la esquina a la ruidosa Ruta 4, se asomaban por sobre los muros y las rejas de sus casas para observar lo que sucedía en la puerta de la cochería. Justamente, a las 18.34 llegó el hijo menor de Roberto, Tomás. Vestido con campera gris y pantalón deportivo negro, se abrazó con una decena de personas que estaban en la puerta antes de ingresar a despedir los restos de su papá. La única que se estuvo en todo momento adentro de la cochería fue Patricia.
Unos minutos después, Pedro, el papá de Roberto, rodeado de familiares, salió a la vereda para hablar con la prensa y reconoció que “el sepelio lo pagó la gente de seguridad” del Gobierno Bonaerense y negó que el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, se haya comunicado con ellos. “La gente está harta de esto, hay que cambiarlo. No es necesario llevar esto por el lado de la política porque nada tiene que ver”, agregó Nicolás, hijo de la víctima.
“Lastimaron un pobre policía que no tiene nada que ver. Hay que manifestar gritando pero no tirando cosas”, se lamentó Pedro al marcar que le avisaron que tres agentes resultaron lastimados el lunes por la noche en la protesta masiva en Ramos Mejía.
Luego de que su nieto Nicolás remarcara que “no” están organizando una marcha y admitió: “Si es con respeto, es bienvenida”. Su abuelo lo escuchó y luego reconoció ante los medios la valentía del chico, y la entereza para hablar: ambos se fundieron en un abrazo conmovedor, al que se sumó Tomás, el hijo menor de Roberto. La imagen fue desgarradora.
En las horas siguientes, los abrazos de consuelo en la puerta de cochería siguieron repitiéndose una y otra vez, en medio del dolor. El velatorio continuará toda la noche. Los restos de Sabo serán enterrados a las 9 del miércoles.
El caso
El crimen del kiosquero ocurrió el domingo, minutos después de las 14, cuando los dos delincuentes, Suárez, de 29 años, y una adolescente de 15, llegaron hasta el comercio de avenida de Mayo al 800 de Ramos Mejía y mataron a Roberto. Para huir, robaron un coche y una moto, pero chocaron. Ambos ingresaron a un supermercado de la zona para camuflarse pero no les sirvió de mucho: fueron detenidos.
Suárez cumplió una condena de 5 años y 10 meses de prisión y había salido hace 14 meses de la cárcel. Lloró este lunes ante el fiscal Federico Medone, de la UFI Temática de La Matanza, se negó a declarar, pidió que no le den perpetua y quedó alojado en otra seccional de la jurisdicción. Para la adolescente, que es inimputable y está embarazada, el fiscal del fuero juvenil pidió que le apliquen una medida de seguridad. La Justicia de menores lo resolverá este jueves. Cuando la detuvieron, soltó una carcajada, esta tarde las fuentes mencionaron que “no se la vio muy reflexiva”.
Mientras tanto, cientos de vecinos el lunes por la noche se movilizaron en Ramos Mejía para pedir más Seguridad y exigir Justicia tras la muerte del kiosquero. La idea de la movilización era protestar frente a la comisaría 2°, que queda a 300 metros del kiosco donde mataron a Roberto, pero la Policía Bonaerense armó un vallado en ambos esquinas de la seccional y les impidió el paso: los incidentes se sucedieron.
La autopsia, cuyo informe se conoció en las últimas horas, determinó que a Roberto lo mataron de cuatro tiros y a quema ropa. Los dos balazos que le ingresaron por el tórax fueron fatales. Y este martes, un vecino, que tiene un negocio en la misma cuadra donde está el drugstore de la víctima y que el domingo del crimen tenía el local abierto, contó a Infobae que el delincuente se puso a atender el kiosco para despachar a los clientes y que él escuchó los disparos: “Pá, pá, pá”.
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