Los restos del kiosquero Roberto Sabo (48), asesinado a balazos el domingo pasado, durante un robo en su comercio, eran velados esta martes en una cochería del partido de Morón. A poco más de dos horas de comenzada la despedida, Pedro y Nicolás, el padre y uno de los hijos de la víctima, hablaron con la prensa, y se fundieron un abrazo lleno de tristeza y emoción. Luego, el joven de 25 años, acompañado de su hermano menor, Tomás, le dejó un duro mensaje a Alberto Fernández: “No creo que pueda mirarme a los ojos”.
Después de una noche agitada en Ramos Mejía, tras la marcha de cientos de vecinos que reclamaron justicia luego del crimen de Roberto, este martes la despedida de los restos del kiosquero asesinado de cuatro balazos fue más discreta, y en el clima se mezclaba la tristeza, el dolor y también el respeto para la familia de la víctima. Fue en ese marco que Pedro y sus nietos Nicolás y Tomás salieron a la puerta de la sala velatoria de Morón para hablar ante la prensa.
“La noche fue muy mala. Todos estos días y los que vienen vamos a estar mal. No hay vuelta atrás. Lo único que me tiene en pie es la gente desconocida que se acercó. Gente que pasa, para y deja una flor en el kiosco”, relató Pedro, a metros del cementerio de Morón donde desde este miércoles descansarán los restos de su hijo.
Mientras tanto, en Ramos Mejía, sobre avenida de Mayo al 800, donde está el kiosco familiar donde asesinaron a Roberto el domingo, los vecinos, amigos y conocidos de la víctima armaron un santuario. La persiana baja del comercio está llena de carteles con leyendas que reclaman “Justicia”, fotos del kiosquero, flores y muestras del afecto que sentían los vecinos.
Mientras Pedro hablaba frente a la prensa, Nicolás y Tomás lo observaban atentos, visiblemente acongojados. “Me gustaría que lo recuerden como ahora, con cariño, lo tenemos presente en todo momento. Estaban diciendo que van a poner un santuario frente al kiosco, y me parece bien. Hace 40 años que estamos en la cuadra”, manifestó el hombre.
Luego, Pedro repitió lo que había dicho durante la marcha que se hizo este lunes en Ramos Mejía, que el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, se acercó hasta su casa: “Al menos, dio la cara y se hicieron cargo del sepelio. También, le manifestamos que necesitamos seguridad en el kiosco y nos expresó que iba a poner, pero no alcanza. Escuchando la radio ayer me enteré de que le robaron a un hombre a dos cuadras de donde mataron a mi hijo. (Axel) Kicillof, en cambio, nunca apareció ni llamó”, remarcó Pedro.
En ese momento, los periodistas en la ronda prensa preguntaron si el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, se había comunicado con ellos. Uno de los nietos de Pedro, Nicolás, tomó uno de los micrófonos y dijo que no, que de la intendencia nadie había dado la cara. “Tampoco me parece necesario llevar adelante esto por el lado de la política, no hay que politizarlo. Lo que se vio ayer es claro: la gente está harta. Esto que hacemos es solo en nombre de mi papá, no de la política”, dijo el joven.
Y siguió: “Quiero aclarar también que se está rumoreando que nosotros vamos a hacer una marcha en el centro, en Plaza de Mayo o en el Congreso. No es cierto que la convoquemos nosotros. Mientras sea con respeto y en nombre de mi viejo es más que bienvenido y si llegamos hacer algo es en Ramos”.
Pedro valoró las palabras de su nieto Nicolás y lo dijo ante los periodistas. De pronto, él y sus nietos se abrazaron y quebraron en llanto. Una imagen muy conmovedora. Luego, Nicolás, junto a su hermano Tomás, en diálogo con LN+, dijo con contundencia: “La verdad es que me chupa un huevo la política, pero el otro día vi un video de Alberto (Fernández) sobre (Mauricio) Macri donde decía: ‘Yo podría arreglar con el Fondo pero no los podría mirar a los ojos’. Y me gustaría que venga a ver si me podría mirar a la cara ahora. Creo que no podría mirarme a los ojos él, ni a mí ni a mi familia”.
El cuerpo del kiosquero llegó a la cochería Pache, ubicada en Alcalde González Barbosa al 200, en la esquina con la Ruta 4, a las 16.42. Unos 20 minutos después, arribó al lugar la familia: la madre de Roberto lo hizo de la mano de Nicolás, el hijo más grande de la víctima; mientas Pedro Sabo, el padre del comerciante asesinado, caminaba un par de metros más atrás.
Junto a ellos, también llegó Paula, la ex esposa y mamá de los dos hijos del kiosquero muerto. La mujer llevaba un ramo de flores en sus manos. Un vecino de esa tranquila cuadra de casas bajas de Morón les gritó, antes de que ingresaran a la cochería y mientras levantaba el brazo: “Justicia por Roberto”.
Pasadas las 18.30, Tomás, el menor de los hijos de la víctima, ingresó a la cochería. Patricia, la viuda, se quedó en el interior de la sala velatoria.
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