Las imágenes en vivo de la televisión mostraban cómo los comerciantes de Avenida de Mayo al 800 de Ramos Mejía seguían consternados tras el crimen del kiosquero, ocurrido en esa misma cuadra el domingo después de las 14. De pronto, los gritos alertaron a los periodistas: los vecinos denunciaban que otro robo había ocurrido este lunes al mediodía a unos metros de allí.
“¿Dónde está la Policía? ¿Dónde está?”, se desesperaba un vecino y amigo del kiosquero asesinado mientras un hombre, que se identificó como Adrián, admitía ante la prensa presenta en esa zona de La Matanaza: “Me acaban de robar acá a la vuelta. Venía con el celular, bajaron dos de una moto, no me hicieron nada y me amenazaron con un cuchillo. Le tiré el celular y se fueron. Uno de barba y con una moto negra”.
La víctima del robo relató que ocurrió a una cuadra de donde estaban apostados los móviles de la prensa cubriendo el día después del crimen de Roberto Sabo, de 48 años, por el que ayer decenas de vecinos protestaron ante la Comisaría 2° de Ramos Mejía, que queda a 300 metros del kiosco donde asesinaron durante un robo al comerciante.
“Ustedes están todos acá, está la Gendarmería… Así no se puede vivir más. La verdad es que uno está podrido, no sabe qué hacer. Yo tengo miedo por mis hijos, por mi señora, es un despelote”, contó Adrián, víctima del robo ante la prensa.
“Venía contestando un mensaje de celular y viene uno de atrás y, con un cuchillo, me dice: ‘Dame el celular porque te pincho’. Pensé que era una joda, cuando me amagó a pinchar le tiré el celular y se fueron”, relató Adrián y dijo que los motochorros eran dos.
“No entiendo: porque la Policía acá está para cuidarnos y lo que hacen es venir cuando están ustedes. Estaba a una cuadra”, se quejó el hombre, y mostró la herida sangrante en el hombro. Adrián dijo que iba caminando y le llegó un mensaje y solo se puso a contestarlo: “Fui un tonto...”.
El enojo y la indignación de los vecinos para esa altura del mediodía era mayúsculo mientras le pedían a los policías que hagan algo, y la víctima del robo les narraba a los agentes de un patrullero que se acercó ante el alboroto lo que le había pasado a unos metros de donde mataron al kiosquero.
Es más, una vecina que los quiso alertar sobre el robo momentos antes denunció que los policías estaban “hace más de 45 minutos” en un supermercado “tomando agua y jugando con el celular”. Y agregó que cuando les advirtió del asalto la trataron de “loca”.
Justo en ese momento, llorando, apareció en el lugar la esposa de Adrián que se enteró por la televisión lo que le había pasado a su esposo. “Ya está, quedate tranquila, no pasó nada”, le dijo a su mujer que lo abrazaba. Él le respondió con besos en la cabeza. Y se sinceró: “Estoy indignado. Ya no aguanto más. Si hubiese sido otro, me iba, pero ya no aguanto más. No me quiero ir del país. Yo trabajo, mi hijo estudia acá y no aguanto más”. Entonces, se levantó la remera, mostró la herida y dijo: “Esto, ¿es justo?”.
El crimen del kiosquero ocurrió ayer, poco después de las 14, sobre Avenida de Mayo al 800, a tres cuadras de la Comisaría 2° de Ramos Mejía, en el Drugstore Pato: la víctima fue asaltada y fue durante el robo que -se sospecha que el delincuente de 29 años- le dieron un tiro mortal en la cabeza.
Para huir, la pareja de ladrones robó un Ford Focus negro a un remisero pero chocaron el auto. Entonces, ingresó a un supermercado para simular que realizaban compras y cambiarse la ropa que vestían para no ser reconocidos. No fueron muy lejos: Leonardo Daniel Suárez (29) y una adolescente de 15 años fueron detenidos. Les secuestraron un revolver, la posible arma homicida.
Tras el crimen de Sabo y el arresto de los delincuentes, vecinos de la zona y familiares de Sabo, indignados, protestaron frente al kiosco y luego frente a la Comisaría 2°, donde estaban los detenidos. La protesta se volvió más intensa cuando el ministro de Seguridad Sergio Berni llegó a comienzos de la noche al lugar.
Cuando este lunes, el fiscal Federico Medone, de la UFI Temática de Homicidios de La Matanza, indagó a Suárez, el imputado se negó a declarar y, en llanto, le suplicó que no le “pida perpetua”. Cumplió 5 años y diez meses de condena y dejó la cárcel hace 14 meses.
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