Araceli Fulles fue hallada asesinada en 2017, con signos de haber sido asfixiada debajo de escombros en una casa de la localidad bonaerense de José León Suárez. A cuatro años y siete meses del femicidio, este jueves el Tribunal Oral en lo Criminal N°3 de San Martín condenó a perpetua a tres de los imputados.
Los condenados a prisión perpetua fueron Carlos Casalz, Marcelo Escobedo y Hugo Cabañas, considerados como coautores por los jueces del tribunal. En tanto, no fueron acusados Hernán Rodrigo Badaracco, Carlos Antonio Ibarra, Daniel Alaniz y los hermanos Jonathan y Emanuel Ávalos, quienes debido a ello serán absueltos.
Ante cada condena, familiares y amigos de Araceli gritaron “bravoooo” y “Araceli”. Y luego de la sentencia corearon: “Araceli Fulles, presente; ahora y siempre”.
Minutos después, la madre de Araceli, Mónica Ferreyra, manifestó a la prensa: “Fue una lucha muy dolorosa, porque te sacan la vida. Y tenés que sacar fuerzas de donde sea, para que ella pueda descansar en paz y no pase nunca más”.
“Sé que a mi hija no la voy a sacar más del nicho, no la voy a tener más conmigo. Pero ella ahora va a descansar en paz. Le van a volver a crecer las alas y volará bien alto”, agregó la mujer, visiblemente emocionada y con la voz entrecortada.
Por su parte, el padre de Araceli, Ricardo Fulles, dijo a Télam que sentía “alegría” por haber logrado “parte de las verdades” y “empezar a creer en la Justicia”.
“Me hubiera gustado verles las caras. Porque fueron tan hábiles para declarar, tan cínicos, tan mentirosos, todo el desastre que hicieron con el cuerpo de Araceli…”, se lamentó el hombre respecto de la ausencia de los condenados en la audiencia.
En los alegatos, tanto la fiscal Mariana Piwarczuk como el abogado representante de particular damnificado, Diego Szpigiel, habían solicitado la pena de prisión perpetua solo para tres de los acusados: Carlos Casalz, Hugo Cabañas y Marcelo Escobedo.
Otro de los sospechosos, Darío Badaracco, hermano del imputado Hernán Rodrigo, había sido detenido por el hecho pero murió el 13 de abril de 2019 luego de haber permanecido internado cinco días en un hospital de la ciudad de Olavarría, tras ser atacado a golpes y quemado con agua caliente por dos compañeros de celda en el penal de Sierra Chica.
”Desistimos de la acusación de estas cinco personas ya que no había elementos probatorios para considerar que se dirigieron hacia el corralón donde tuvo lugar el crimen”, había indicado Szpigiel, abogado de la familia Fulles, sobre Hernán Rodrigo Badaracco, Ibarra, Alaniz y los hermanos Ávalos. El abogado sí había remarcado las pruebas contra Casalz, Escobedo y Cabañas eran “contundentes”.
”Casalz era el dueño del corralón donde el perro marcó la presencia del cuerpo de Araceli y era la única persona que tenía la llave que permitía dar acceso al lugar. A Cabañas se lo ve a las 7 de la mañana dirigirse hacia el corralón mediante las filmaciones de cámaras de seguridad. Y, por último, se probó que Escobedo no estuvo en su casa y utilizó su coche para ocultar el cuerpo de Araceli”, detalló.
El debate, en el que se juzgó a los ocho hombres por el delito de “homicidio agravado por femicidio y por la participación de dos o más personas”, se extendió por 53 días, a lo largo de los cuales declararon casi 300 testigos en 14 audiencias en las que se intentó reconstruir minuciosamente el recorrido de Araceli y de los imputados durante la noche del hecho.
En principio, todos los acusados llegaron libres al debate oral, pero a raíz de una serie de amenazas hacia familiares de Araceli y testigos, dos de ellos fueron detenidos. Por un lado, Casalz fue arrestado el 12 de septiembre cuando fue a votar, acusado de amenazar a un testigo y a la madre de Araceli, a quien le mandó un video de nueve segundos con una ametralladora diciendo “hay bala para toda la familia”.
En tanto, Cabañas fue detenido dos días después, luego de que intentó ingresar a la segunda audiencia del juicio oral con un arma blanca. Ante esa situación, el juez Martín Klobovs los procesó con prisión preventiva.
Araceli (22) fue hallada muerta el 27 de abril de 2017 debajo de unos escombros, en el patio de la casa de Darío Badaracco, ubicada en Alfonsina Storni 4477, de José León Suárez, partido de San Martín.
La joven había sido vista con vida por última vez la madrugada del 2 de abril, en una plaza cercana a su casa, y el último contacto con su familia fue a las 7 de la mañana de ese día, cuando le envió un mensaje a su madre diciéndole: “Vieja, prepará las cosas para el mate que estoy yendo para casa”.
Pero Araceli nunca apareció y su cuerpo fue hallado 25 días después tras la intervención de perros pertenecientes a los Bomberos Voluntarios de Punta Alta. La autopsia determinó que la joven murió por “asfixia mecánica” por “estrangulamiento a lazo” con un elemento compatible con precintos plásticos.
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