Una semana después del inicio del juicio oral, este miércoles un jurado popular declaró culpable por unanimidad al ingeniero electrónico israelí Gilad Gil Pereg, conocido como el “hombre gato” por comportarse como un felino, por los crímenes de su madre y su tía, Pyrhia Saroussy y Lily Pereg, respectivamente, ocurridos en 2019 en Guaymallén, Mendoza. Fue condenado a prisión perpetua.
Vestido con una remera roja y unas bermudas, la misma ropa que usó durante todo el juicio, el acusado ingresó a la sala a las 16.34 y luego, el jurado. Así se reanudó la audiencia y se identificó al presidente del jurado, quien contestó que “sí” cuando le preguntaron si había arribado a un veredicto. Fue entonces la jueza técnica Laura Guajardo quien le pidió a Gil Pereg que se pusiera de pie para la lectura. Dos custodios ayudaron al detenido a levantarse.
Luego, fue breve al leer el texto donde lo declaraban culpable del crimen de su madre y su tía. ”Nosotros, el Jurado, encontramos culpable por unanimidad por el homicidio agravado por el vínculo al señor Gilad Gil Pereg”, dijo sobre el homicidio de la madre del imputado. También, tomaron la misma decisión con respecto al delito de homicidio simple agravado por el arma de fuego por el crimen de la tía. Mientras leían, Pereg solo miraba al piso.
Al finalizar la lectura, la Guajardo le permitió tomar asiento nuevamente a Pereg, quien siguió mirando al piso todo el tiempo restante. No se lo escuchó maullar en ningún momento. Luego, la jueza les pidió a los integrantes del jurado que no revelen detalles de lo debatido por el jurado puertas adentro. Pidió privacidad. “De esta manera la integridad del sistema de jurado se ve preservada”, dijo y le despidió al jurado para dar paso a un cuarto intermedio antes de conocer la sentencia.
A las 17.09, la jueza reanudó el debate para dictar sentencia. Fue breve. “Este tribunal falla: imponer a Gil Pereg la pena de prisión perpetua como autor penalmente responsable del delito de homicidio agravado por el vínculo en concurso real con homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego”, dijo la magistrada. El detenido la miró fijo mientras Guajardo leía. Tampoco maulló.
Este miércoles más temprano, finalizados los alegatos de clausura de las partes, la jueza Guajardo le había dado la chance a Pereg de decir sus últimas palabras antes del veredicto: “Me están intentando culpar a la fuerza. Quieren decir que yo hice cosas que yo no hice... Es fácil usarme como un target. Por eso, apenas hice la denuncia de que desaparecieron mi mamá y mi tía, enseguida empezaron a buscar la forma para acusarme a mí de su desaparición. Por eso, me hicieron tantos allanamientos en casa”.
La última audiencia del juicio había comenzado pasadas las 8.30 con el alegato final del fiscal Fernando Guzzo, que pidió al jurado que dicte un veredicto de culpabilidad para Pereg. Consideró que cometió un “asesinato despiadado” con “plena consciencia de la criminalidad de sus actos”.
“Nunca negamos que tiene una enfermedad, que padece una patología” pero “no es inimputable”, manifestó el fiscal Guzzo, que al finalizar su exposición puso una diapositiva donde se leía: “Ni el maullido más fuerte puede acallar ni distorsionar la realidad de la humanidad del acusado y su juicio crítico al momento del hecho”.
“Si esto fuera una iglesia y no una corte, tendría que decir que ha ocurrido un milagro. Ayer, al declarar durante una hora acá, Gil Pereg se ha curado: hemos logrado que no maúlle, hemos logrado que no defeque, hemos logrado que no orine, hemos logrado que entienda”, ironizó Guzzo, quien volvió a pedir al jurado que no se deje “engatusar”.
Para la defensa, a cargo de los abogados Maximiliano Legrand y Lautaro Brachetta, Pereg habló por voluntad propia e insistieron en que su cliente padece una condición psiquiátrica: pidieron la inimputabilidad. Mientras que la querella, representada por Claudia Vélez en nombre de la familia de las víctimas, solicitó un veredicto de culpabilidad.
Lo cierto es que llegó al juicio acusado del homicidio agravado por el vínculo de su madre y el homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego de su tía.
Durante el debate, policías y funcionarios judiciales que participaron de los procedimientos en la casa de Pereg lo recordaron como un hombre “coherente”, “colaborativo” e “inteligente”. “En ningún momento de esos días, mientras buscábamos a sus familiares, actuó como si fuera un gato”, señaló uno de los agentes.
Pero, quizá, el testimonio más contundente fue el de la psicóloga María Jimena Rivas, quien se entrevista con Pereg en el Hospital Psiquiátrico El Sauce, donde está alojado, de lunes a viernes, y entre una y dos horas diarias. Según su diagnóstico, padece parafrenia: un trastorno delirante crónico e irreversible que consiste en un delirio generalizado.
“Es una psicosis que puede producir inimputabilidad. Con tratamiento de por vida puede estar estable, pero es un delirio irreversible. No es normal”, amplió la profesional, y dijo que el imputado “tiene una estructura psicótica que puede alterar por momentos el juicio de la realidad”.
El crimen de la tía y la madre de Pereg ocurrió en enero de 2019, cuando ambas habían arribado a Mendoza para visitar a Pereg, que vivía con 37 gatos en un predio con una casa muy precaria y en estado de abandono. Ambas habían sido vistas con vida por última vez el 12 de enero en la casa del acusado, de Roca al 6000 de Guaymallén.
Fueron 14 días después que la Policía Científica encontró sus cuerpos mutilados y tapados con piedras y tierra en un sector de la casa de Pereg, quien quedó detenido y fue recién durante su estadía en la cárcel que mostró comportamientos extraños y aseguró ser “un gato”, lo que mantuvo en los casi dos años de encierro. Incluso, en la primera jornada del juicio se puso a maullar.
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