“Yo veo a mi madre que me habla en la cabeza. Me dice que está secuestrada en un lugar oscuro. Que mi vieja está muerta es mentira. No vi una foto, no vi nada. No sé donde están. La policía y la fiscalía ocultaron los cuerpos en mi terreno”. Este martes, el ingeniero electrónico israelí Gilad Gil Pereg rompió el silencio desde que fuera detenido en enero de 2019 por los crímenes de Pyrhia Saroussy y Lily Pereg y cuyos cuerpos fueron encontrados en su casa de la localidad mendocina de Guaymallén. El imputado dio una absurda declaración en el juicio por jurados en su contra, donde este miércoles se conocerá el veredicto: ¿inimputable o culpable?
Gil Pereg, conocido desde su detención como el “hombre gato” por actuar cómo si fuera un felino, apuntó en su declaración contra la Policía y la Fiscalía: “Yo siempre he querido a mi madre y a mis hijos (sus gatos). Jamás podría hacerles algo. Pero armaron allanamientos en mi predio y no encontraron nada; y después aparecieron estos cuerpos el sábado, que no sé de quiénes son porque no los vi”, sostuvo.
Y reafirmó su versión: “Mi madre y mi tía siguen vivas. Han sido secuestradas y están en un lugar oscuro del que no pueden salir. Mi madre me habla todas las noches, dentro de mi cabeza. Me dice que tengo que salvarla, y yo le digo que no puedo porque estoy encerrado. Es mentira que han encontrado los cuerpos en el terreno mío. Y si encontraron algo, fue algo plantado”.
“Me culpan porque vivo de forma rara, precaria, de forma no común como la de ustedes”, consideró el acusado ante el jurado popular.
Según la defensa, a cargo de los abogados Maximiliano Legrand y Lautaro Brachetta, Pereg habló por voluntad propia, respondiendo preguntas de los letrados. Habló estando en todo momento de pie y mostrando una evidente dificultad para armar las palabras y frases, describió el diario Los Andes.
Durante su declaración, el acusado recordó cómo era su vida en Israel: “He vivido en una burbuja cerrada. Yo comprendí al abrir los ojos. Después de que los abrí en la Universidad fui al Ejército, vi lo malo que hacen y no pude aguantar la presión por las cosas que hacen ahí. Después de eso estuve ocho meses encerrado en la habitación de la casa”, afirmó.
“Me costó mucho estudiar porque tengo enfermedades mentales, como paranoia. Vi cómo era el mundo y entendí que era muy feo. No podía vivir así ni tener relaciones con nadie: las únicas personas que estaban conmigo eran mi mamá y mis abuelos”, continuó su relato.
En ese contexto, aseguró Pereg, decidió “vivir como un gato”, motivo por el cual poco después fue internado: “Andaba desnudo en la calle y comía alimento en el piso. Entonces mi madre me dijo que me fuera a vivir a otro lado y que ella me mandaría plata”.
Ya instalado en Mendoza, el israelí aseveró que actuaba como una criatura de dos patas solo cuando tenía que salir de su casa. “Cuando me ponía la máscara en la cara y actuaba como persona me costaba mucho. Podía estar así como cinco o seis horas”, finalizó.
Pereg está acusado del delito de homicidio agravado por el vínculo de su madre, Pyrhia Saroussy, y el homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego de su tía Lily, por los que podría ser condenado a prisión perpetua.
Legrand y Brachetta insisten que su cliente padece una condición psiquiátrica y piden la inimputabilidad.
Policías y funcionarios judiciales que participaron de los procedimientos en la casa de Pereg lo recordaron como un hombre “coherente”, “colaborativo” e “inteligente” en las audiencias de la semana pasada. “En ningún momento de esos días, mientras buscábamos a sus familiares, actuó como si fuera un gato”, señaló en ese sentido uno de los efectivos policiales que participó en varios de los allanamientos.
Ayer fue el turno de la psicóloga María Jimena Rivas para dar testimonio en el juicio. La especialista atiende al imputado en el Hospital Psiquiátrico El Sauce donde está alojado: se entrevista con él de lunes a viernes, y entre una y dos horas diarias.
Rivas indicó que el diagnóstico de Pereg es parafrenia, un trastorno delirante crónico e irreversible que consiste en un delirio generalizado.
“Es una psicosis que puede producir inimputabilidad. Con tratamiento de por vida puede estar estable, pero es un delirio irreversible. No es normal”, amplió la profesional, y dijo que el imputado “tiene una estructura psicótica que puede alterar por momentos el juicio de la realidad”.
La psicóloga que atiende a Pereg desde octubre del año pasado, cuando fue trasladado a ese hospital, resaltó: “Si le tocan los núcleos delirantes, él puede responder de manera violenta”.
“En su caso, el delirio está enquistado y toda la vida va a seguir siendo así. Puede ser muy inteligente pero no tiene sentido común”, explicó Rivas sobre el hecho de que Pereg se cree gato. Y añadió que el maullar es “para pedir auxilio” y lo hace “cuando se siente amenazado, como un mecanismo defensivo”. Para la profesional: “Es parte de su enfermedad mental”.
Mañana es la fecha fijada para el veredicto y los doce jurados deberán decidir si Pereg es inimputable o puede ser condenado.
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