El testimonio de la psicóloga que atiende en el hospital psiquiátrico a Gilad Gil Pereg (49), acusado de matar a su madre y a su tía en enero de 2019 en su casa de la localidad mendocina de Guaymallén, en el juicio por jurados donde también se dirime su imputabilidad, quizá fue el más excluyente de la jornada.
Se trata de la psicóloga María Jimena Rivas, quien atiende al imputado en el Hospital Psiquiátrico El Sauce donde está alojado, y dijo que se entrevista con él de lunes a viernes, y entre una y dos horas diarias.
La psicóloga indicó que el diagnóstico de Pereg es parafrenia: “Un trastorno delirante crónico que consiste en un delirio generalizado”. Es irreversible. “Es una psicosis que puede producir inimputabilidad. Con tratamiento de por vida puede estar estable, pero es un delirio irreversible. No es normal”, amplió la profesional según publicó Los Andes.
Rivas dijo que el imputado “tiene una estructura psicótica que puede alterar por momentos el juicio de la realidad”. La psicóloga que atiende a Pereg desde octubre del año pasado, cuando fue trasladado a ese hospital, resaltó: “Si le tocan los núcleos delirantes, él puede responder de manera violenta”.
“En su caso, el delirio está enquistado y toda la vida va a seguir siendo así. Puede ser muy inteligente pero no tiene sentido común”, dijo Rivas sobre el hecho de que Pereg se cree gato. Y añadió que el maullar es “para pedir auxilio” y lo hace “cuando se siente amenazado, como un mecanismo defensivo”. Para la profesional: “Es parte de su enfermedad mental”.
La psicóloga contó detalles de las entrevistas que tuvo con Pereg e indicó que “su desarrollo infantil no fue normal”. Relató que a los 8 años “estaba encerrado, solamente estudiaba y sólo confiaba en sus abuelos maternos y su mama”, según el portal Mdzol, ya que “eran los únicos vínculos con los que se sentía protegido”.
“Luego, a los 12, él leía un libro y chequeaba varias veces para ver si había comprendido. Ya eran rasgos obsesivos, acompañados con una falta de integración social. Dice que dormía en la habitación de su mamá, y registraba a sus abuelos, pero no consideraba que tuviera hermanos”, se explayó.
Y dijo en Cuarto grado de la Primaria lo adelantaron por su inteligencia, que se recibió de Doctor en Ingeniería por su abuelo, que tras su muerte “cazaba ratones y salía a la calle desnudo”. También que fue hospitalizado varias veces.
“Ver un inodoro, por ejemplo, lo descompensa, porque cree que adentro hay unos seres que se llaman goonies y que atacan a los gatos. Y está convencido de que existe un felino grande que aparece, le da consejos y lo protege, el señor Badjus o Balthus”, enumeró la psicóloga.
Y completó: “En su celda hay un olor insostenible. Él cree que es lógico, que con eso sigue la Ley de la Naturaleza. No es sencillo cortar su discurso”. También destacó que no le levantó el tono de voz en las entrevista ni intentó conquistarla.
El 26 de enero de 2019 los cuerpos de Pyrhia Saroussy (63) y Lily Pereg (54) fueron encontrados enterrados en el fondo de un terreno de Gilad Gil Pereg, hijo y sobrino de las víctimas, respectivamente.
El martes pasado, dos años y medio después, el ingeniero electrónico israelí radicado en Argentina comenzó a ser juzgado por el doble crimen en un juicio por jurados y este miércoles 3 de noviembre -la fecha fijada para el veredicto- deberán decidir si es inimputable o puede ser condenado por los crímenes de las mujeres que habían viajado al país a visitarlo en la localidad de Guaymallén, provincia de Mendoza.
Pereg está acusado del delito de homicidio agravado por el vínculo de su madre, Pyrhia Saroussy, y el homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego de su tía, Lily Pereg, por los que podría ser condenado a prisión perpetua.
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