Mató a un hombre en un asalto en Perú y escapó: lo encontraron robando en Buenos Aires

Henry Aquiles Porras García fue capturado por la Policía de la Ciudad con una circular roja de Interpol que lo marcaba como un criminal peligroso

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Henry tras su detención a
Henry tras su detención a cargo de la Policía de la Ciudad.

La vida de un delincuente puede ser una larga cadena de trucos sucios, en una larga cadena de lugares. Henry Aquiles Porras García tenía el suyo. El jueves pasado, la Policía de la Ciudad lo arrestó en la esquina de Rivadavia y Doblas, zona de Flores, poco después del mediodía mientras jugaba a frenarle la alarma con un inhibidor de señales al conductor de una camioneta Chevrolet Tracker.

Lo encontraron literalmente en el acto: el conductor estaba a pocos metros. A Henry lo acompañaba otro hombre, peruano como él, su supuesto cómplice, el encargado de operar la máquina. La mecánica es simple. No se roba la camioneta en este tipo de ataques, sino lo que hay adentro, preferentemente llaves de algún inmueble que pueda ser abierto y desvalijado, como suelen hacer las bandas colombianas que operan en la Ciudad. Robar un teléfono, una campera, es un premio consuelo. Al conductor, precisamente, le robaron el teléfono. Intentaron escapar, sin éxito. Así, se llevaron a ambos.

Henry, de 46 años, oriundo de Lima, nacido el 3 de julio de 1975, 1,70 de estatura, no tenía un DNI argentino, al contrario de su compatriota. Dio el número de su cédula peruana, su más reciente domicilio, en un asentamiento de Valentín Alsina a la vera del rio Matanza, pero no contó el resto de su historia. Un chequeo en el sistema reveló que había entrado de manera ilegal al país con una circular roja de Interpol sobre su cabeza que lo marcaba como un criminal peligroso. El delito: matar a un hombre a tiros en medio de un robo en su Perú natal, un ataque de piratería del asfalto.

Ocurrió el 20 de junio de 2019. Una furgoneta que trasladaba equipos de radiocomunicaciones de la empresa Trans Perú fue interceptada por tres vehículos con ocho hampones armados en los asientos. Los ocho descendieron. Comenzaron a amenazar al conductor y a su copiloto, que respondieron con fuego. Comenzó un tiroteo. El copiloto murió, el piloto fue abandonado, gravemente herido. Robaron los equipos, valuados en 240 mil dólares.

Al día siguiente, Henry -que semanas antes había sido acusado de amenazar a un hombre a punta de pistola en la zona de El Callao- era arrestado junto a Antony Tinoco, pero fue liberado poco después. El periódico El Comercio informaba que la Dirección de Investigación Criminal de la Policía Nacional dejó trascender que los dos sujetos implicados en el asesinato eran puestos en libertad por orden del Ministerio Público. “No entendemos por qué, teniendo un mandato de prisión preliminar, pudieron haberles dado libertad. Es como haberle dado libertad a un requisitoriado, porque ya tenían mandato vigente de prisión preliminar dictado por un juez”, se quejaba un alto jefe policial.

Para cuando la Justicia lo requirió de vuelta, Henry ya había escapado. Más de dos años después apareció en Buenos Aires, con un pedido de extradición del Juzgado N°46 de Lima. El expediente está a cargo del Juzgado Federal N°7 de Sebastián Casanello.

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