Weng Wuyi se alborotó y corrió por los techos de la casa que ocupaba en la avenida Congreso al 4000, a la altura de Saavedra, cuando una tropa de asalto de la Federal entró ayer por la mañana para llevárselo. Intentó escapar sin éxito mientras un drone volaba sobre su cabeza. Luego, lo arrearon y lo esposaron mientras revolvían sus pertenencias. Después, posó para la foto de rigor, sonrió hastiado. “Hasta las manos”, se rió un investigador, lo que, dada la situación, era decir poco. La historia a su alrededor, investigada por la división Investigación Contra el Crimen Organizado de la Policía Bonaerense, era mafia china pura.
A Weng, de 43 años, registrado como supermercadista en la AFIP, lo buscaban por una serie de extorsiones armadas en un comercio de Villa Diamante, cometidas el 28 de septiembre pasado. Primero fue una nota bajo la puerta en ideogramas chinos, con un número de teléfono celular y un pedido de 30 mil dólares como cuota de ingreso, la jugada clásica de las tríadas locales. El primer amedrentamiento no resultó.
Entonces, los extorsionadores subieron la temperatura. Se usaron granadas de humo, un método quizá menos invasivo que emplear un sicario para disparar a las piernas del cajero o el verdulero. En casa de Weng, en el allanamiento de ayer, se encontraron cuatro granadas de ese tipo. La secuencia fue filmada, con un hombre de buzo capucha gris en medio de la noche.
La Bonaerense continuó la investigación. Con ese video, se llegó a Weng Wuyi, según confirman fuentes con acceso al expediente, en manos de la UFI N°7 de Lanús. Se habría movido en un Mercedes Benz gris para supuestamente marcar el lugar, tomando fotos desde el asiento de conductor. La pista siguió.
Pero Weng, curiosamente, fue detenido en Valentín Alsina a comienzos de este mes. Le encontraron el lunes pasado en su auto una pistola calibre .22, varias bolsitas con metanfetamina cristal y cinco petacas de whisky barato. Recuperó la libertad tres días después bajo caución juratoria, acusado de portación de arma de fuego y violación a la ley de drogas. Luego lo volvieron a arrestar. Se investiga también otra extorsión en un supermercado del Conurbano, donde un pistolero anónimo disparó directamente contra el lugar, a plena luz del día, hecho cometido el 8 de septiembre, posiblemente ligado al mafioso.
Después, están todas las drogas.
En su primer arresto y en la detención en su casa de la calle Congreso se encontró metanfetamina cristal -muy frecuente en el submundo del hampa de la comunidad china- además de un kilo y cuarto de metilona, un sustituto barato del éxtasis que suele verse importado desde Asia o Europa oculto en encomiendas, y un lote mucho más llamativo: 14 paquetitos de heroína. En los últimos años, la droga solo se encontró dos veces en la Argentina, primero en un envío interceptado por Aduana en Mendoza con doce gramos, y luego en casa de Weng Wuyi. Al final del día, lo indagaron en la Fiscalía Federal N°1: dijo que todo era para consumo personal.
Sin embargo, fuentes policiales creen que Weng se encargaría de vender, por lo menos, la metanfetamina. Existe un precio dealer al que llegaron investigadores de la Bonaerense: cinco mil pesos el gramo.
Hay una pregunta mayor en todo esto: ¿para quién juega Weng Wuyi? Si es una mafia de un solo hombre, si opera bajo un padrino más feroz o si es un mercenario a sueldo de una tríada mayor como las al menos cinco que operan entre Capital Federal y el Conurbano, es algo que queda por verse.
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