En septiembre de 2020, la División Oeste de Investigaciones de la Policía Federal desbarató a un grupo de ladrones que cometía violentas entraderas simulando ser agentes de la Bonaerense en plena cuarentena. La llamaron “La Banda de la Gitana”. El apodo que le había colocado los investigadores, seguía una lógica.
La líder de la organización era Mariela Adriana Lucero, alias “La Gitana”, de 49 años y que cuenta con antecedentes por robo agravado y encubrimiento. El número 2 de la banda, Isaías Cabrera Dos Rey, por su parte, cargaba con una larga lista de antecedentes por robo y hasta con una condena a 16 años de prisión.
Las detenciones habían sido ordenadas por el fiscal Leandro Ventricelli, de la UFI Nº1 de Moreno, que llevó adelante la investigación, donde la líder y su número 2 cayeron en una serie de allanamientos producidos el año pasado. Sin embargo, restaba atrapar al último miembro de la organización que estaba prófugo: Jonathan Javier Mancilla, alias “Oaky”.
Tras varios meses de seguimientos, tareas de inteligencia y datos callejos, el hombre de 27 años, que está señalado como uno de los integrantes clave de la banda, fue arrestado en las últimas horas en el cruce Las Flores y Río Cuarto, en la localidad bonaerense de San Martín, por los efectivos de la PFA.
La banda de “La Gitana” estaba conformado por siete miembros, y uno de ellos se encontraba enfilado en el ejército Nacional con licencia médica. Así, el grupo tenía la mecánica del robo aceitada. A los gritos y disfrazados como agentes de la Policía Bonaerense entraban a los domicilios previamente marcados.
“¡Allanamiento, allanamiento!”, vociferaban mientras tumbaban la puerta de las casas para ingresar. Simulaban hacer un operativo legal, con el guión de costumbre para un procedimiento. Una vez en el interior de los domicilios, a punta de pistola, las víctimas, entre la confusión por su apariencia y la propia adrenalina dada por la velocidad de los hechos, entregaban todo lo que tenían: dinero y pertenencias de valor.
En septiembre de 2020, cuando detuvieron a “La Gitana” y a Dos Rey, secuestraron armas de alto calibre, un ariete, dos barretas, un alicate corta-candados y demás herramientas que se utilizan para la irrupción en domicilios, dos radios con cargadores, cartuchos y municiones de distintos calibres, una cuchilla, una picana, un automóvil, chapas patentes, documentación apócrifa, entre ellas actas de allanamiento. Les encontraron 70.000 pesos en efectivo, 15 teléfonos celulares y elementos de interés para la causa, según confiaron fuentes de la investigación a Infobae.
La estética, los modos y la actuación eran idénticos a los de una brigada policial, describieron los detectives que les siguieron el rastro durante esos meses.
Los investigadores, en base al entrecruzamiento de llamadas, determinaron que “La Gitana” era la organizadora, la articuladora de la lógica delictiva y la que pensaba los atracos. El fiscal Ventricelli les imputó tres hechos, que quedaron registrados por las cámaras de seguridad de los casas donde ingresaron a robar.
El primer robo que la Justicia les imputó se produjo en la mañana del 20 de mayo de 2020 en una casa en la localidad de Moreno. En esa oportunidad, la banda de “La Gitana” violentó la cerradura de la puerta e ingresó al domicilio al grito de “¡policía, policía!”. Vestían chalecos que parecían ser oficiales.
Adentro se encontraba una familia. Inmediatamente, un miembro de la banda los apuntó y les dijo que se quedaran en silencio, que no iba a pasar nada, pero que dijeran dónde estaban sus pertenencias. La familia, en estado de shock, les indicó donde se encontraban los elementos de valor. El botín de aquel atraco fue, según figura en la causa: 60 mil pesos y dos celulares. Después, se dieron a la fuga en un Volkswagen Suran.
La banda concretaba los robos con velocidad: entraban y salían. Así quedó filmado en las cámaras de seguridad.
El segundo hecho ocurrió el 8 de julio de 2020. Eduardo Soria paseaba a su perro, un caniche, en la puerta de su casa, sobre Marconi, en Moreno. Dentro de su casa se encontraban su esposa y sus tres hijos. Eduardo vio cómo se acercaba un Volkswagen Suran, que se detuvo frente a él. Sintió alivio cuando vio bajar del vehículo a una mujer policía, detrás apareció otro hombre, también identificado con el uniforme policial.
“La Gitana” misma, según la acusación en su contra, le dijo que era un allanamiento. “¿Allanamiento de qué?”, le preguntó él. “De los muebles”, le respondió. Eduardo tenía una mueblería. “Bueno, dame dos minutos que llamo a la comisaría y te abro”, contestó. La mujer le dijo que ella era la Policía y se metió. Detrás de ella, el otro hombre. En ese momento, un tercer falso policía se acercó. También un cuarto. “Metete para adentro”, le dijeron a Eduardo. El hombre recién ahí comprendió la secuencia. No se resistió. Terminó golpeado de un culatazo en la cabeza.
“La Gitana” le decía: “Dame los papeles, dame la plata”. Sin embargo, mientras lo golpeaban y lo sujetaban entre tres, Eduardo metió la mano en su bolsillo y activó una alarma vecinal. Cuando empezó a sonar, la mujer exigía que la apagara. Por el ruido y los gritos del forcejeo, los vecinos empezaron a salir de sus hogares. El ruido espantó a la banda, que huyó.
Luego, el 23 de julio de 2020 montaron la misma escena en una casa ubicada en la esquina de Cruz Varela y La Escultura, también en Moreno. El botín fueron: 12 mil pesos, varios elementos de electrónica y se llevaron hasta una garrafa de gas de 15 kilos.
Tras varios allanamientos, la Policía Federal logró detener a la banda. La única que declaró fue “La Gitana”, quien confesó todos los delitos de los que se la acusa. En tanto, el fiscal Ventricelli procesó a los ladrones por robo agravado por el uso de arma de fuego y quedaron detenidos.
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