Rocío Fiorella Santa Cruz nunca fue muy apegada a la Justicia. La ex candidata a Miss Argentina desoyó una y otra vez las condiciones que se le impusieron luego de que fuera condenada por atropellar y matar a un inspector municipal de 53 años en Posadas, Misiones, en 2016. Por ese hecho, fue sentenciada a 4 años de prisión. Sin embargo, como quedó libre hasta que el fallo quede firme, aprovechó ese tiempo para realizar todo tipo de viajes de placer a pesar de que los tenía prohibidos. Pero... fue descubierta y recibió una nueva pena.
La primera condena contra Santa Cruz, de 34 años, fue dictada en noviembre del 2018. Allí, el juez César Jiménez, la encontró culpable por la muerte de Ramón Cabrera, que circulaba en moto por una avenida de la capital misionera en enero de 2016. Ese día, la modelo volvía en su Peugeot 408 de una fiesta, en aparente estado de ebriedad, y lo atropelló. Luego, huyó del lugar. La sentencia fue a 4 años de cárcel aunque el magistrado le permitió seguir en libertad hasta que la condena quedara firme.
En ese tiempo, la mujer hizo lo que quiso. La modelo comenzó una serie de viajes de placer al exterior, vacaciones por distintos puntos del país, pasos por sectores VIP en aeropuertos, lujos y ostentaciones.
El 22 de diciembre de 2018, cuando todavía no se había cumplido ni un mes de la sentencia y la familia de la víctima todavía reclamaba por una pena más alta, Santa Cruz y su pareja, Claudio Ferreira, decidieron ir a pasar las fiestas y unos días de vacaciones a Paraguay y Perú. A pesar de tener el puente de Encarnación a solo 300 kilómetros, decidieron hacer el doble de camino para llegar hasta la provincia de Formosa y cruzar a Asunción por el puente San Ignacio de Loyola. Lo hicieron así porque sabían que ahí los controles eran menos rigurosos: de esta manera Rocío podía salir del país ilegalmente. Y lo consiguieron.
En un informe de Migraciones de Argentina, que esta adjuntado a la causa, figura que a las 19.14 de aquel 22 de diciembre se registró solo la salida del país de Ferreira. Sin embargo, un documento de las autoridades paraguayas indica que allí sí se registró el ingreso de Santa Cruz. Lo cierto es que la pareja pasó la Nochebuena en un hotel de lujo de Asunción. En esa ciudad se quedaron hasta Navidad. Ese 25 de diciembre se embarcaron en el vuelo 222 de la empresa Latam rumbo a Perú. La idea era pasar fin de año en Lima. Pero, algo salió mal y la suerte no estuvo de su lado.
Entre los pasajeros de ese avión había otra pareja que conocía muy bien a la ex candidata a Miss Argentina y a su pareja, dos secretarios de un juzgado misionero que estaban perfectamente al tanto de la prohibición de salida del país de la condenada. Estaban en ese vuelo de casualidad, comenzando sus vacaciones. Primero, los fotografiaron arriba del avión y luego en el VIP del aeropuerto de Lima. Santa Cruz se dio cuenta de que la habían descubierto. En su desesperación, solo atinó a ponerse anteojos negros y, luego, se escondió en el baño.
Los empleados judiciales subieron las fotos a las redes sociales y en paralelo alertaron inmediatamente a la fiscal María Laura Álvarez y al juez César Ramírez. El magistrado ordenó que Santa Cruz comparezca al día siguiente de manera urgente ante el juzgado que firmó su condena. La situación era más que complicada: la Justicia la requería de manera inmediata y ella estaba de manera ilegal en otro país.
Ese miércoles 26 de diciembre, un acta judicial firmada por el secretario Daniel Morcillo, integrante del juzgado que la condenó, indicó que efectivamente Rocío Santa Cruz se hizo presente esa mañana ante la Justicia, tal como se lo habían solicitado.
Pero, ¿cómo podía ser? ¿La misma mujer que había estado volando el 25 a Perú estaba en la mañana del 26 en Misiones? Parecía magia. pero no. Tiene otro nombre: complicidad judicial.
La fiscal Álvarez solicitó dos informes que llegaron a su despacho el 1° de febrero, tras realizar un pedido a la aerolínea para conocer de manera oficial si Santa Cruz había volado de Asunción a Lima, y otro a la empresa de telefonía Claro para determinar si el celular de la mujer había impactado en celdas paraguayas y peruanas.
El informe de la empresa aérea al que accedió Infobae fue contundente: “Podemos informar que, según surge de nuestros registros informáticos, Rocío Santa Cruz, Pasaporte N° AAB210XXX, figura en el listado de pasajeros a bordo del vuelo 2422 del 25/12/18 en la ruta Asunción – Lima. Asiento 24 b”. Ya no cabían dudas de que efectivamente la modelo había tomado ese avión.
La respuesta de la telefónica fue en igual sentido, el informe acreditó llamadas y mensajes realizados desde el extranjero.
Este documento, en el que también figuraban los números con los que Santa Cruz se había comunicado, tenía otros datos que le llamaron la atención a la fiscal y ayudaron a comprender la mágica aparición de la modelo condenada en el juzgado. Ese miércoles 26, exactamente a las 8.43 y a las 11.25, Rocío mantuvo dos comunicaciones desde el exterior con un celular localizado en Posadas.
Fueron llamadas de varios minutos con el abonado finalizado en 8200. ¿A quién pertenece ese número? A Daniel Morcillo, el secretario del juzgado que le había dictado la sentencia y la prohibición de salida del país que luego firmó el acta que indicaba que Santa Cruz se había presentado en tiempo y forma tras su citación y que estaba a derecho.
Cuando la Justicia descubrió esta maniobra, por demás burda, inició una investigación por desobediencia judicial. En esa causa, se adjuntaron las pruebas que ahora publica este medio. Recién tres años después, la abogada de la acusada acordó con la fiscal un juicio abreviado. Santa Cruz admitió su culpabilidad y fue condenada a dos meses y medio de cárcel.
Ahora, ya son dos las condenas que pesan sobre la espalda de la modelo. En cuanto a la primera, por homicidio culposo, un tribunal superior la revisó y la bajó un año por lo que quedó en 3 años la pena. Lo cierto es que, ahora, la modelo pasa sus días en la Unidad Penal V de Posadas. Lejos, muy lejos, de los lujos que supo disfrutar en otros tiempos.
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