El viernes pasado, la hermana de Abel Leonardo Barrios denunció ante la DDI de Tigre que su hermano, de 32 años, estaba desaparecido. Explicó que había estado en su casa de la localidad de Ricardo Rojas la noche anterior, el jueves, hasta las 20, y se había ido en su Chevrolet Corsa. Desde ese momento, Abel no respondió mensajes ni llamadas. Nadie sabía dónde estaba.
Este martes, en un allanamiento en la casa de Gustavo Arbelo, un amigo de Barrios, la DDI de San Isidro Policía Bonaerense encontró parte del cuerpo descuartizado de Abel -específicamente el torso, la cabeza y los brazos- dentro de bolsas negras de plástico entre el freezer y la heladera.
La investigación había llegado hasta esa casa sobre la avenida Hipólito Yrigoyen al 1800, en El Talar, gracias a imágenes de cámaras de seguridad que captaron a Barrios el jueves a la noche, cuando bajaba de su auto frente a la casa de su amigo.
Arbelo, de 34 años y empleado entre 2007 y 2015 de tres grandes empresas multinacionales -una consultora, una compañía de alimentos y una automotriz- quedó así en la mira de los investigadores. Por eso el fiscal Gonzalo Acosta de la UFI Trata de Personas y Delitos Conexos de San Isidro, a cargo del caso, lo citó a declarar como testigo.
Los efectivos de la DDI de Tigre fueron a buscarlo a la casa, pero no lo encontraron y empezaron a buscarlo. Sabiéndose acorralado, Arbelo se presentó ayer a declarar en la comisaría, en estado de excitación, nervioso. Se entrevistó con los efectivos hasta que en un momento se quebró y confesó. “Me mandé una cagada”, les dijo. “Abel está en casa”.
En la casa de Arbelo, además del cuerpo descuartizado de Barrios, los efectivos encontraron también una pistola calibre 11.25 bajo el colchón, un balde, un trapeador y una motosierra sin la cadena cortante -todo con evidentes manchas de sangre- y una bolsa de 150 gramos de cocaína oculta en un bowl bajo una bolsa de arroz.
Arbelo quedó detenido por el crimen, bajo la órbita del Juzgado de Garantías 2 de San Isidro, y será indagado por el fiscal Acosta durante la tarde del miércoles.
Según su relato ante los efectivos de la DDI, Barrios habría muerto de un golpe en la cabeza y habría sido descuartizado post-mortem. Los restos humanos encontrados en la heladera fueron enviados a una morgue para la realización de un informe forense que verifique la mecánica del crimen.
Mientras tanto, a la espera de los resultados del informe forense y la declaración de Arbelo, la causa sigue la pista del vínculo entre Abel y Gustavo que, según la información recolectada hasta ahora, se conocían hacía bastante tiempo.
La principal hipótesis apunta a una disputa por drogas, una pelea bajo los efectos del consumo. Esto último terminará de comprobarse en la autopsia. “El muerto le proveía y el preso vendía. Tomaron ambos y se desconocieron”, apuntó a Infobae un investigador que trabaja en el caso.
Antes de su detención, un dato desconcertaba a los investigadores: la misma cámara que había tomado a Barrios llegando a la casa del crimen, lo mostraba también saliendo.
La evidencia que consta hasta el momento en la causa tiene una explicación para esa secuencia. Arbelo, luego de asesinar a su amigo, habría intentado ocultar el crimen: desnudó el cuerpo, se vistió con la ropa de su víctima y se fue de la casa a bordo del Chevrolet Corsa de Barrios, que luego fue encontrado abandonado en el partido de Malvinas Argentinas.
Para el momento en que su hermana Noelia denunció su desaparición, creen la Justicia y fuentes policiales, Abel ya estaba muerto.
No fue lo único que Arbelo hizo para ocultar el crimen. Una fuente cercana a la causa confirmó que todavía resta encontrar otras partes del cadáver. “Lo más probable es que las haya ido trasladando a otro lado”, señaló una fuente judicial.
Luego de que se conociera el macabro hallazgo en la casa de Arbelo, los amigos y familiares de Abel Barrios que en los últimos días difundieron su búsqueda y pedían por su aparición, lo despidieron a través de las redes sociales.
“¡Te voy a extrañar amigo! Las cagadas a pedos de siempre, querías lo mejor para mí, siempre dándome una mano. Ojalá en el cielo encuentres toda la paz que te merecés, hermano”, escribió Jonathan, uno de sus amigos. “El dolor inmenso que dejaste. ¿Por qué a vos? Te vamos a extrañar un montón, Abel”, escribió también una prima de la víctima.
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