La noche había sido larga para el productor de seguros Mariano Román y para su esposa Vanina Ferrara. Eran las 5.30 de la madrugada del 14 de mayo del 2017 y recién volvían a su casa de Ramos Mejía, luego de festejar el cumpleaños número 39 de él. Cuando faltaban pocas cuadras para llegar, ella dormía en el asiento del acompañante pero se despertó súbitamente con dos sonidos: el de una acelerada y un disparo. Lo primero que vio fue a su marido con los ojos desencajados que solo atinó a decir “nos tiraron”. Segundos después se desmayó sobre el volante. Ese mismo plomo siguió hasta el hígado de Vanina, que también se desvaneció. Los cuatro delincuentes que intentaron asaltarlos escaparon del lugar.
La pareja fue encontrada minutos después por un vecino que llamó inmediatamente a la ambulancia pero no había nada para hacer con respecto a Mariano, que murió en el lugar. Por su parte, Vanina salvó su vida en el hospital. Por el hecho, la policía detuvo a cuatro delincuentes. Dos de ellos eran menores de edad y finalmente fueron juzgados la semana pasada.
El 5 de octubre, el Tribunal de Responsabilidad Juvenil Nº2 de La Matanza condenó a uno de los acusados a 12 años de prisión pero, como el juicio lo siguió desde su casa, sin ningún tipo de custodia, cuando escuchó la sentencia escapó caminando.
Al día de hoy, nadie lo encuentra.
Según la reconstrucción de los hechos que por ese entonces realizó el fiscal Carlos Arribas, los cuatro delincuentes, que venían de cometer otros asaltos, cruzaron con dos motos el auto de Mariano en la calle Urquiza al 1300. Como la víctima, instintivamente, aceleró para escapar, uno de ellos disparó con una Glock calibre 45. Fue un único disparo que ingresó por la axila izquierda del productor de seguros y recorrió su cuerpo hasta salir por la zona del hígado para luego impactar en su esposa.
Algunas horas después del hecho, se presentó en la fiscalía una mujer con intenciones de declarar. Dijo ser la novia de uno de los buscados y brindó detalles claves para poder dar con la banda. 20 días después de esa testimonial, en un operativo montado por la Policía Bonaerense, se realizaron múltiples allanamientos en los que se encontró el arma homicida y se detuvo a los cuatro ladrones. En ese momento se descubrió que dos eran menores de 16 y 17 años.
“Era una banda pesada. Para que te des una idea, en una de las casas allanadas nos encontramos de casualidad con un tipo que estaba prófugo por matar a un policía. Los dos mayores fueron enviados a un penal bonaerense y los menores a un instituto en La Plata pero estuvieron poco tiempo ahí”, explica a Infobae uno de los investigadores que participó de la causa.
Una vez que la investigación terminó, dos años después del hecho, la causa fue elevada a juicio oral dividida en dos. Por un lado, los dos mayores y por el otro los que en ese momento eran menores. Los cuatro llegaron con la calificación de homicidio criminis causa.
A partir de acá comienzan una serie de hechos insólitos que allanaron el camino para que uno de los detenidos, increíblemente, se escape.
El Tribunal de Responsabilidad Juvenil Nº2 de La Matanza, integrado por los jueces Daniel Testi, Gabriela Rozzuto y Leonardo Sauma, fue quien se hizo cargo de la causa de los menores. Una de las primeras decisiones que tomó fue la de enviar a los detenidos a domiciliaria. El argumento es, al menos, polémico: dijeron en su resolución que, como el juicio se estaba demorando mucho, los presos merecían ese beneficio. Lo que no aclararon es que eran los mismos jueces los que trababan el comienzo del debate oral.
Lo cierto es que tanto M.I como L.B (se resguardan sus nombres por ser menores al momento del hecho) fueron a sus casas con tobilleras electrónicas. Ese detalle también duro poco. Decidieron retirárselas a los pocos meses por “buena conducta”.
“Los dos acusados se mantuvieron en sus casas sin ningún tipo de custodia ni nadie que los vigile. Es verdad que cumplieron con presentarse a todas las audiencias pero no dejan de ser dos acusados de homicidio solos en sus domicilios”, se quejaron ante este medio Alejandro Buigo y Daniel Pirozzo, abogados de la familia de Román.
De esta manera, la semana pasada se llegó al juicio oral contra los acusados que en ese momento eran menores. Las audiencias se dieron de manera virtual, pero tanto los jueces como los abogados querellantes y defensores acordaron que el martes 5 de octubre, el día en que se leería la sentencia, el encuentro iba a ser de manera presencial. Esto incluía, por supuesto, a los acusados.
Sin embargo, misteriosamente y sin que aun al día de hoy nadie sepa bien por qué, algo cambió a último momento.
La tarde anterior a esa última audiencia, el tribunal emitió una notificación a las partes en la que avisaba que, finalmente, los detenidos iban a seguir la sentencia por internet desde sus casas. El texto decía así: “sin perjuicio de lo dispuesto sobre la lectura del veredicto en los estrados del tribunal, dicha audiencia se celebrará de forma virtual”.
Ese martes al mediodía, el tribunal decidió absolver a uno de los acusados por el beneficio de la duda y condenar a M.I a la pena de 12 años de prisión por el crimen. Los dos estaban conectados al momento de la sentencia.
Cuando ese mismo día por la tarde la policía fue a la casa de M.I a detenerlo, la que salió a recibir a los efectivos fue la madre del condenado. Con total naturalidad la mujer les dijo: “Pasen, pero mi hijo no está. Se asustó y se fue”, según publicó el medio Primer Plano.
Efectivamente la casa estaba vacía. El recién condenado se fugó caminando tranquilamente con un bolso a cuestas. No le costó mucho, ya que nadie lo vigilaba.
Mientras uno de los asesinos de Mariano Román está prófugo, la justicia de mayores aun no definió cuando celebrará el juicio contra los dos mayores, a pesar de que la elevación a juicio va a cumplir ya casi 3 años. Todo este combo repercute en toda la familia de la víctima pero en especial en su esposa Vanina. Que al trauma de lo que vivió se le suma el miedo y la angustia.
Cuando tuvo que declarar en el juicio, entre lágrimas y pensando en sus hijos que al momento del crimen tenían 4, 10 y 12 años, dijo mirando a los jueces: “Es irreversible lo que pasó. Al día de hoy me despierto gritando y llorando. Estamos perpetuados a ser víctimas. Nosotros no elegimos esto, solo elegimos salir a festejar el cumpleaños de mi esposo. Esa noche salí con su papa y su papa no volvió más”.
Ahora el juzgado avisó que se emitió una orden de captura nacional e internacional. Quizás se preocuparon un poco tarde.
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