El martes alrededor de las 9.30, y luego de diez horas de negociación infructuosa y más de 400 balas disparadas, el Grupo Halcón, la fuerza táctica de elite de la policía Bonaerense, entró al PH de Caseros para frenar a Alejandro Darío Maldonado. José Cáceres, el rehén, llevaba muerto más de seis horas y, tras la acción policial, el secuestrador fue abatido. Este jueves, Infobae accedió a dos videos de cómo irrumpieron en la propiedad desde que el fiscal les dio la orden para avanzar y ponerle fin a la locura.
Paralelamente al ingreso al patio del PH repleto de basura y de un sinfín de tiros y granadas de estruendo, por los techos había agentes del grupo Halcón; mientras, en el perímetro, grupos como el GAD y la UTOI, oficiaban de apoyo.
Un efectivo comenzó a filmar la entrada del Grupo por el pasillo de la propiedad de Tres de Febrero al 3.900, donde desde las 23.30 Maldonado tenía a Cáceres de rehén y respondía a los tiros todo intento de hacerle deponer la actitud: “Luz verde, mantenemos hasta el OK, fuera seguro. Listo, vamos. Despacito, señores, despacito”, indicó, como puede verse en el video que ilustra esta nota. Luego, la tensión escaló.
“Poneme el escudo, poneme el escudo acá. Escudo porque están los tiros. Despacio, despacio, mantengan, mantengan... Mantené, ¡Abel! ¡Seguridad en la ventana y la puerta! ¡Pongan el escudo!”, comenzó a gritar. Justamente, Abel es uno de los policías que resultó herido en la irrupción que finalizó con el secuestrador atrincherado asesinado de dos balazos: el teniente primero Ricardo Abel Abeldaño, de 47 años.
Pero el video muestra justamente los momentos previos a un ingreso que fue, por demás, complicado. “¡Más flash!”, gritó otro, en referencia a las granadas de estruendo para aturdir al objetivo. De fondos, se escucha a un perro ladrar. Era un can de la Policía.
En el segundo video, el dramatismo aumenta y la intimidad del grupo antes de copar el PH muestra el compañerismo. “Al pisooo, al pisooo... Tire el arma!”, grita uno y otro avisa: “¡Ojo con la víctima!”. Los disparos se suceden sin cesar, el pedido de más bombas de estruendo y de cargadores se mezcla con el “¡policía!” y el “guarda que está tirando”, más los ladridos del perro.
Es que el ingreso de los agentes del grupo Halcón se dio junto a la División Canes de la Bonaerense. Era Abeldaño el que llevaba el perro entrenado y que fue el primero en avanzar sobre Maldonado, en base a la estrategia que se había diseñado afuera de la vivienda: ingresó primero y soltó a la mascota, y el can de la Policía corrió a toda velocidad para morder al secuestrador.
Pero la estrategia falló y la respuesta de Maldonado fue furibunda. El policía recibió un disparo que le ingresó por el costado derecho del tórax y fue internado en el hospital Carrillo. No fue el único herido.
Desde atrás, los policías que lo acompañaban comenzaron a tirarle a Maldonado, quien se había parapetado detrás de la barra que daba a la cocina y disparaba con una escopeta y una pistola calibre 9 milímetros. El secuestrador sufrió una herida de bala en el pecho y otra en su hombro. El hombre de 42 años, sangrando y desde el piso, continuó disparándoles a los policías hasta que finalmente murió.
Fue el final de 10 horas de terror. Según pudo constatar Gendarmería, en una pericia posterior, se encontraron 400 vainas, 300 de ellas de balas de pistola, 100 de una escopeta 12.70. En el curso del operativo, otros tres policías resultaron heridos. Marcelo Ponce, miembro de la División Sur del Grupo Halcón, que recibió un disparo en la arteria femoral y debió ser operado, experimentó una leve mejoría en la unidad de terapia intensiva del hospital Carrillo aunque continúa en estado crítico.
Al lado del cuerpo de Maldonado, los policías encontraron al rehén muerto. Según la autopsia, recibió un disparo alrededor de las 3 de esa madrugada de terror. Es que la locura había comenzado a las 23.30 del día anterior, durante una cena entre amigos en la que Maldonado reaccionó con violencia ante un comentario de su mujer y se volvió loco. Paula relataría luego que, incluso, la quiso estrangular.
Ante esto, Cáceres intentó contenerlo mientras la familia del secuestrador escapaba. Se quedó con él encerrado en el PH desde donde el tirador respondía a balazos cualquier intento de la Policía para que cese y entregue al rehén.
Tras el ingreso del grupo Halcón y el cese de la locura, expertos de Gendarmería hicieron una inspección ocular general y un relevamiento fílmico, fotográficos y planimétrico del PH.
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