Ayer por la tarde, Infobae presentó en exclusiva los documentos y fotos que Mavys Álvarez, la víctima cubana de Diego Armando Maradona, conservó de su viaje a la Argentina a fines de 2001. Maradona la trajo expresamente desde Cuba, con una estadía en el hotel Hilton. Mavys en ese entonces tenía apenas 17 años. Maradona, de 41, no hacía un secreto de su vínculo abusivo: las fotos que la víctima conservó durante dos décadas la muestran con una remera con la cara del Diez, en fiestas y discotecas frente a testigos, mientras Maradona hace equilibrio con una copa de vino en la cabeza. Guillermo Coppola, ex manager de Diego, es una presencia constante en esas imágenes.
También, conservó sus pasajes de avión, tarjetas magnéticas de hotel, su visa argentina con la que viajó desde Cuba, cartas de amor donde Diego le dice que es “el sol en mi sombra” con “todo mi amor y deseo”. Hoy, estas pruebas constan en la Justicia federal argentina, luego de que la ONG Fundación por la Paz y El Cambio Climático denunciara ante la PROTEX la semana pasada al ex entorno de Maradona, con nombres como Coppola y Omar Suárez -cara visible del local nocturno Cocodrilo- por la presunta trata de personas sufrida por Mavys como menor. Su viaje a la Argentina, precisamente, es el posible delito a investigar.
Al saber de esta denuncia, que arribó al Juzgado Federal N°10 de Julián Ercolini, Mavys pidió ser querellante en el expediente, patrocinada por los abogados Gastón Marano y Marcela Scotti.
Hoy, todas sus fotos y documentos se encuentran presentadas en los tribunales de Comodoro Py para ser consideradas como evidencia en la causa, según confirmaron fuentes cercanas a la querella. El Juzgado N°10 todavía no resolvió el pedido de presentación en el expediente, ya que la denuncia fue introducida también en la Cámara Federal además, lo que generó un expediente por sorteo en el Juzgado N°3 de Daniel Rafecas.
En la presentación hecha por sus abogados en los tribunales de Comodoro Py, Mavys afirmó sobre sus días porteños:
“Del mismo modo, en Argentina, y aún siendo menor de edad, fui presionada a realizarme una operación de aumento de mamas, la que se realizó en el país sin autorización de ninguna persona responsable por mí. En las mismas circunstancias me suministraron drogas en el país, las cuales me acarrearon una adicción durante muchos años. Las secuelas de lo que viví perduran hasta hoy”, siguió.
Mavys, según su entorno, no recuerda a ese cirujano que la operó con nombre y apellido. Sin embargo, conservó documentos al respecto. Hay entre sus papeles presentados a la Justicia una receta para Cefalexina, un medicamento empleado para tratar infecciones y una serie de instrucciones post-quirúrgicas. “No tocar lolas”, dice el especialista, que recomienda una dieta estricta y cuidados específicos de higiene. La fecha marcada es el 15 de noviembre de 2001. Entre sus papeles, Mavys también tiene un estudio de sangre completo en un
El nombre y sello en los papeles de Mavys es el de Juan Carlos Pintos Barbieri, un reconocido cirujano plástico de 64 años con un centro médico en la calle Beruti.
Infobae contactó a la clínica en la mañana del jueves. “Ni sé el doctor si está de vacaciones”, contestó esquiva una secretaria al teléfono, que se comprometió a transmitir el mensaje a Pintos Barbieri. Al cierre de esta nota, no se había recibido una respuesta.
La querella observa con interés el nombre de Pintos Barbieri en la trama. Sin embargo, creen que una acusación en su contra por delitos como lesiones no podría prosperar, con una clara preescripción. Su sanción, en todo caso, podría ser administrativa. En paralelo, Mavys recibió fotos del especialista. Intentará recordar si, efectivamente, fue quien le practicó una cirugía de mamas a sus 17 años.
La víctima cubana de Maradona, por otra parte, expresó su voluntad de ampliar su declaración en la Justicia argentina. Lo que dijo sobre su estadía en Buenos Aires coincide con la mecánica clásica de un caso de trata de personas. “Es importante para mi destacar que durante mi estadía en Argentina, en 2001, en donde permanecí durante dos meses y medio, no se me permitía salir sola de los hoteles en que me alojé, ni tampoco de un departamento ubicado en Capital Federal en dónde permanecí, habiendo siempre personas encargadas de que permaneciera allí. Durante la totalidad de mi permanencia en el país, sólo pude realizar dos actividades que elegí (una a comprar y otra al zoológico), aunque siempre acompañada por una persona hasta mi regreso”.
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