En las últimas horas se desató una feroz emboscada narco en el barrio 1-11-14 del Bajo Flores: un hombre murió y dos adolescentes resultaron heridas. Las víctimas fueron trasladadas de urgencia al Hospital Piñero y el estado de salud de ambas se mantiene en reserva. Tras el ataque, el sospechoso escapó y está prófugo.
De acuerdo a las primeras informaciones a las que accedió Infobae, el ataque ocurrió cerca de las 15 en la manzana 24, en el cruce del pasaje Bolivar, conocido como el pasaje de “Tito”, y la avenida Coronel Esteban Bonorino, cuando un vehículo estacionó frente a la casilla 282, donde se encontraba Enrique Elezar Espinoza Cordova, alias “Picnic”, de 39 años, de nacionalidad peruana.
“Picnic”, según aseguraron detectives de la zona, tenía antecedentes por venta de drogas y sería miembro de la banda liderada por Jhony Ray Arnao Quispe, alias “Pantro”, señalado como el nuevo capo de la zona que fue arrestado pocos días atrás tras varios allanamientos dentro de la villa.
Del coche que frenó frente a la casilla donde estaba “Picnic” descendió un hombre armado y comenzó una ráfaga de disparos. Luego, escapó a toda velocidad en el automóvil. Espinoza Cordova cayó en el momento, mientras que las balas también alcanzaron a dos adolescentes de 14 años que estaban en el lugar.
Rápidamente, los testigos tomaron a las víctimas del ataque y, en un auto particular, las trasladaron al Hospital Piñero. “Picnic” murió pocos minutos después de ingresar al centro médico. Las menores de edad, por su parte, se encuentran internadas. Según indicaron las fuentes del caso a Infobae, una de las víctimas recibió un disparo en el abdomen y tuvo que ser intervenida quirúrgicamente. La otra sufrió una herida de bala en uno de sus brazos.
“El hombre que murió aún no sabemos si en ese momento estaba vendiendo drogas, pero ese lugar era un punto de venta. El ataque sospechemos que fue ideado por los narcos que después de la detención de Pantro, buscan volver al territorio”, dijo a Infobae un detective de la zona.
Tras el feroz ataque, efectivos de la Gendarmería Nacional y la Policía de la Ciudad arribaron a la escena. En el lugar comenzó a trabajar la división de Científica de la fuerza federal. De acuerdo a la información a la que accedió Infobae, levantaron al menos nueve vainas servidas y más proyectiles.
Al mismo tiempo que ocurría la emboscada narco, en otra parte del barrio, según indicaron los investigadores, se estaba realizando un cortejo fúnebre, custodiado, de un joven que había fallecido el sábado pasado.
De acuerdo a las fuentes del caso, la víctima era miembro de una de las bandas que operan dentro de la villa. Por eso, sus familiares habían solicitado a la Gendarmería que los escolte hasta el cementerio para que no se dé ningún tipo de conflictos con los rivales.
De este modo, la atención de las autoridades policiales se posó sobre ese hecho. Según sostuvieron los investigadores, todo el barrio sabía de aquel cortejo fúnebre y la tensión que generaba un posible enfrentamiento entre bandas. Incluso era sabido que los policías de la zona iban a custodiarlo de cerca. Tal vez, los que planearon el ataque también contaban con ese dato y por eso actuaron a plena luz del día y en una de las esquinas más transitadas del lugar.
Mientras tanto, los investigadores continúan trabajando para dar con los atacantes. Los detectives sospechan que fueron tres hombres lo que concretaron la emboscada y que uno de ellos fue el que descendió y disparó. Por estas horas, según confirmaron los investigadores, se encuentran demorados dos sospechosos, aunque aún no se confirmó que hayan sido efectivamente ellos quienes participaron del ataque en el que fue asesinado “Picnic”.
Según los investigadores este último ataque está vinculado a los arrestos que ocurrieron pocos días atrás, cuando un drone de la Policía Federal sobrevoló sobre uno de los pasillos de la Villa 1-11-14 en el Bajo Flores para mostrar una secuencia llamativa. Un joven se aproximaba a uno de los pasillos del asentamiento, tal vez con cierta curiosidad. Luego, un vórtice de otros jóvenes lo rodeó y lo empujó hacia adentro, en una clara actitud de agresión.
Visto desde el aire, sin ninguna información al respecto, podría parecer una simple rencilla de chicos, una apurada. Pero quienes rodeaban al nuevo intruso no eran simples vecinos: eran los marcadores de una nueva banda de narcotraficantes peruanos, los encargados de controlar el territorio para sus capos y asegurar el flujo de la venta de droga, la base de la pirámide. Entre ellos estaban los chalecos, la primera línea de seguridad, encargados de palpar y chequear a los compradores de droga.
La historia parece repetida: ya son más de 20 años de control narco en la zona, de ley de plomo y chicos muertos a tiros en los pasillos. “Marcos” Estrada González había sido el capo casi vitalicio de la zona junto a su hermano Fernando, alias “Piti”, hoy preso y con su viejo poder esmerilado con una fuerte condena de 25 años de su contra. El Juzgado Federal N°12 con la secretaria Verónica Bresciani lo había perseguido durante diez años, lo encarcelaron a él, a su mujer, a su suegra y encontraron sus libros de facturación, con más de un millón de pesos diarios en los legajos.
En el Bajo Flores, el nombre de “Marcos” todavía vive. Los jefes de los marcadores en el video son viejos jugadores de las ligas menores de su banda que se hicieron de cocaína y dinero para regentear su poder con nuevos negociados. En los últimos dos años, el territorio fue suyo.
En las últimas semanas, esos jefes y sus cómplices comenzaron a caer. Así, tras una investigación que contó con escuchas telefónicas, testigos de identidad reservada, seguimientos y filmaciones encubiertas, detuvieron al sospechado de ser el nuevo capo de la zona, Jhony Ray Arnao Quispe, alias “Pantro”.
SEGUIR LEYENDO: