El sábado pasado por la noche, dos hombres llegaron al kiosco de Juana Rosa Rojas (52) del barrio Pirayuí Nuevo, de la capital de Corrientes. Le pidieron unas bebidas, pero la mujer no llegó ni a entregarlas: la mataron a sangre fría. La ausencia de cámaras de seguridad, además de la escasa iluminación de la zona, impidieron obtener datos sobre los autores del asesinato. Sin embargo, todas las sospechas apuntan a que fueron sicarios contratados por la ex pareja de la víctima.
Así, Carlos Ramón Maciel (55), un policía retirado, fue detenido, acusado de haber sido el instigador del crimen.
“Te voy a mandar a matar”, habría sido la amenaza de Maciel para la madre de sus dos hijos en abril pasado, cuando un Juzgado de Familia le ordenó la exclusión del hogar y una prohibición de acercamiento en el marco de un divorcio, descripto por las fuentes consultadas por Infobae como “conflictivo”. Esas mismas fuentes del caso que investiga Sonia Meza, titular de la Fiscalía de Instrucción N°4, ampliaron: “Juana sufrió violencia de género por 30 años, pero nunca lo denunció penalmente”.
Por estas horas, la fiscal Meza realiza un relevamiento en los puntos cercanos a la calle 750 del complejo 50 Viviendas del barrio Pirayuí Nuevo donde vivía Juana. Intenta hallar cámaras de seguridad de particulares que hayan captado algo de la noche del crimen. Además, ordenó un allanamiento en la casa del detenido.
La principal hipótesis que barajan los investigadores es que el policía retirado y detenido contrató dos sicarios para matar a su ex luego de que ella iniciara los trámites para divorciarse.
De momento, se sabe que los dos asesinos llegaron al local de la víctima a bordo de una moto Yamaha YBR. Ambos están prófugos. Para los investigadores, la teoría del robo quedó descartada, ya que los homicidas escaparon sin llevarse el dinero en efectivo que había en la caja del kiosco de Juana, ni las pertenencias de la víctima. “Vinieron a ejecutarla”, confiaron investigadores.
En la autopsia se determinó que Juana Rosa recibió tres disparos. Dos balazos le dieron en los brazos, una clara señal de que la víctima intentó cubrirse del ataque. El tercer tiro fue por la espalda, indicio de que la remataron. La mujer murió en el acto.
A la hora del crimen, Maciel, el policía retirado sospechoso de pagar para que maten a su ex mujer, reemplazaba a un compañero en la empresa donde trabaja como vigilador.
“Como tenía una coartada, no opuso resistencia a su detención. Le secuestraron un teléfono celular en busca de posibles contactos con los sicarios, pero todo indica que habría usado un segundo aparato”, explicaron. Además, se hizo un allanamiento en su casa y la fiscal ordenó revisar los últimos movimientos de su cuenta bancaria.
Tras su arresto, Maciel se negó a declarar y permanece detenido en una División de Investigación correntina. Luego de solicitar el traslado del acusado a una Unidad de Procesados, la fiscal Meza decidió imputarlo como “instigador por homicidio triplemente agravado por precio o promesa remuneratoria, vínculo y femicidio”, que tiene pena de prisión perpetua.
Voceros judiciales mostraron preocupación por la modalidad del crimen, ya que los casos de sicariato no son habituales en Corrientes.
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