Interpol emitió la circular roja con la orden de captura internacional contra Roberto Carlos Rejas, el ex agente del Servicio Penitenciario de Tucumán que se fugó el 27 de septiembre por la ventana del baño del Cuartel General de Bomberos a tan sólo cinco días de haber sido condenado a perpetua por asesinar a su ex mujer, Milagros Avellaneda (26), y a su hijo Benicio, de 2.
La circular roja del femicida de 36 años encabezaba este domingo por la tarde la lista de personas buscadas de la página de Interpol y pone en alerta a las terminales aeroportuarias o de transporte terrestre sobre el pedido de captura que pesa sobre Rejas, condenado por homicidio agravado por alevosía y por mediar violencia de género.
La hipótesis oficial es que el prófugo salió por la claraboya del baño del cuartel de bomberos donde estaba preso tras ser condenado, luego de que pidiera permiso para ducharse. Pero para poder ganar la calle necesitaba una escalera, por lo que se sospecha que tuvo ayuda. O, que salió por donde entró: por la puerta.
En cualquiera de los dos escenarios se cree que contó con ayuda, de mínima con un auto que lo esperaba afuera y lo llevó a su escondite o, previo cambio de vehículos, lo dejó en la frontera -con Bolivia o Chile- para cambiar de país. Un dato que no dejaron pasar los investigadores es que día antes de fugarse lo visitaron amigos. Ahora, se supone que ese encuentro fue para definir el plan de escape. Los policías que lo custodiaba no se libran de las sospechas.
Lo cierto es que el Gobierno de Tucumán ofrece una recompensa de $ 2.000.000 para quien pudiera aportar datos certeros sobre el paradero del femicida.
El subjefe de la Policía de Tucumán, comisario mayor Enrique Fresneda, anunció poco después de la fuga de Rejas el cierre de las fronteras provinciales.
Simultáneamente, el Ministerio de Seguridad provincial dio la orden a la Policía de separar del cargo provisoriamente a los siete agentes que estaban en la cadena de responsabilidades cuando ocurrió la evasión de Rejas. Sus nombres no trascendieron, pero no sólo los investiga Asuntos Internos sino también el fiscal Pedro Gallo, que subroga la Unidad Fiscal de Graves Atentados contra las Personas, y que trabaja bajo un hermetismo absoluto.
El fiscal Gallo pidió los registros de las cámaras de seguridad de la cuadra donde está el cuartel de bomberos del que se fugó Rejas. En esa misma zona está la sede de la Fundación Marita Verón y una escuela privada, ambas tienen cámaras en la vereda. Eso permitió observar los movimientos sospechosos de un Volkswagen Polo blanco, al que se lo vio merodear en la zona el lunes y que luego apareció abandonado.
Cómo fue el crimen de Milagros y Benicio
Milagros de los Ángeles Avellaneda era empleada administrativa en el Juzgado de Paz de El Chañar y conoció a Rejas en 2014. Producto de esos pocos encuentros nació Benicio. La mujer quería que Rejas reconociera al bebé, pero él, que estaba en pareja desde hacía varios años con una mujer de la Policía Federal, dijo no era hijo suyo, y que no quería verla más.
Rejas intentó cortar el contacto con Milagros: dejó de responder los mensajes, de atender el teléfono y la eliminó de todas sus redes sociales. Pero ella insistió. Y empezó a aparecer en los lugares que él frecuentaba, casi siempre acompañada de Flavia, su mejor amiga, que un día fue testigo de cómo Rejas la amenazó de muerte. Milagros quería que él le pase una manutención o alimentos, nada fijo, pero que cuando necesitara medicinas para el bebé, por ejemplo, la ayudara.
El 28 de octubre de 2016, a las 21.40, Milagros paró en un taxi frente al minisúper donde su amiga Flavia hacía compras y sin bajarse del auto le pidió que la acompañara a hablar otra vez con Rejas. Llevaba con ella a Benicio. Sin embargo, ese día, la amiga de Milagros no podía ir con ella y se fue sola con su hijo. Nunca más volvieron a ver a la madre y a su niño.
Esa noche, Milagros le escribió a su amiga por WhatsApp y le dijo que Rejas le había pegado, que estaban en la Terminal de ómnibus. Para la medianoche, los celulares de Milagros y de Rejas se apagaron al mismo tiempo y en el mismo lugar: el parque 9 de Julio de San Miguel de Tucumán, que está frente a la estación de micros. El de él volvió a activarse siete horas después en su casa. El de ella, nunca más.
Rejas siempre fue el principal sospechoso de la desaparición de Milagros y Benicio. Se sospechó siempre que contó con la ayuda de su familia, que se encargó de no dejar rastros. Incluso, averiguó a través de policías amigos qué cámaras de la capital no funcionaban para moverse por esa zona. Lavó su auto exhaustivamente con ácidos, clarificantes y vapor. Esas pruebas, entre muchas otras, hicieron que la Justicia finalmente condenara a Rejas. Cinco días después, se esfumó.
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