Poco antes del mediodía de hoy, personal de la Departamental de Tigre de la Policía Bonaerense apresó a Carlos Eduardo Méndez, un joven de 26 años vecino de la zona, acusado de una temeraria secuencia. Armado apenas con un destornillador, ingresó en dos domicilios del barrio de de Barrancas del Lago en el complejo Nordelta. Allí, asaltó a dos víctimas, vecinos del lugar: un abogado de 52 años y un empleado público. Al primero, le robó una notebook. Al segundo, 7 mil pesos y un reloj Omega.
A punta de destornillador, literalmente, amenazó a su segunda víctima y la ató para intentar desvalijar su casa. Luego huyó. En su carrera, llegó a perder su gorra. Así, personal destinado a la zona de Villa La Ñata lo redujo y lo esposó. Descubrieron una particularidad al cotejar su identidad: Méndez había salido ayer martes de la cárcel de Devoto, acusado de tentativa de robo. Sus registros personales muestran que estuvo al menos cuatro meses en un penal federal a fines de 2020.
Méndez fue filmado por cámaras de seguridad, con videos que ilustran esta nota. Las imágenes muestran cómo ingresó a traición a una de las casas por la parte trasera y aprovechó una puerta abierta para irrumpir en uno de los ambientes. Su fuga también fue filmada por varios vecinos, con los efectivos que corrieron entre las casas del lugar para hallarlo.
Será indagado por el fiscal Sebastián Fitipaldi, a cargo de la jurisdicción en reemplazo de la doctora Laura Capra.
Otro robo “temerario” en Nordelta
Este hecho ocurrido en las últimas horas en el exclusivo barrio de la zona norte del conurbano bonaerense retrotrae a la memoria el increíble caso de Carlos Adrián Diez, un ladrón que fue capturado un domingo de julio del año pasado a la noche -en plena cuarentena- por la Policía Bonaerense, luego de ingresar a robar en la zona del barrio “El Golf”. No era el primer asalto. El delincuente tenía un amplio prontuario
Al momento del arresto, el delincuente estaba cubierto de pasto, mojado, con sus zapatillas llenas de agua y con el frío húmedo. En aquel entonces, nadie supo cómo había entrado a robar al complejo. “De guapo se mandó”, argumentó un investigador a Infobae. Estaba sin pistola, sin traje de neoprene y sin un plan.
La investigación recayó en la fiscal Laura Capra. En su raid, Diez pasó por tres barrios distintos. Primero en el sector de “Villazón”, luego en “La Isla” y más tarde en “El Golf”, donde finalmente cayó. Según las pruebas que recolectó la fiscal, el intruso entró a dos casas e intentó ingresar a otras dos, sin éxito. Ni siquiera tuvo que violentar una cerradura; en un domicilio se metió por una ventana, en otro por una puerta trasera. Robó una cartera, vacía, que luego descarto. Robó un kayak, luego otro, para moverse en los canales internos.
En el barrio “La Isla”, el hombre ingresó en la habitación de una mansión. Fue a un escritorio, revolvió entre sus cajones. Encontró una pequeña caja de metal con cerradura que luego forzó. Allí encontró una suma de al menos 100 mil dólares en efectivo. Tenía la plata en su poder cuando lo detuvieron, perfectamente seca.
Según información que divulgó en ese momento la Asociación Vecinal, que nuclea a los propietarios del complejo, “cerca de la 1:30, un vecino del barrio El Golf advirtió la presencia de una persona en la terraza de su vivienda. El desconocido corrió rápidamente por el fondo de ese lote”, y escapó antes de ser identificado.
No es la primera vez que ingresa a Nordelta por la fuerza. El 9 de abril de 2010, en un caso investigado también por el fiscal Sebastián Fitipaldi Diez irrumpió en el barrio La Glorieta para robar varias casas, al menos tres, un ataque esta vez sin kayak y sin trecho de natación por el cual terminó condenado. Se cree que entró escurriéndose por el perímetro del complejo, el dueño de una casa a la que ingresó lo corrió a tiros mientras escapaba.
Cuando cayó el ladrón no tenía ni arma ni cómplice. Un año antes también le formado tres causas en su contra, todas por robo, dos de ellas en grado de tentativa en las jurisdicciones de San Isidro y Zárate.
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