Luego de operativos en la provincia y en la Ciudad de Buenos Aires, la DDI de San Isidro de la Policía Bonaerense, en colaboración con sus pares porteños, logró desarticular una banda de delincuentes que cometían secuestros virtuales y recaudaron varios miles de dólares con sus ataques: los buscaban por un robo en particular, uno altamente lucrativo.
La historia comenzó el 31 de agosto pasado, cuando una odontóloga de 54 años, con domicilio en Nordelta, denunció haber recibido un llamado a la 1.40 de la madrugada en su teléfono de línea donde escuchó a una voz masculina que aseguraba tener secuestrada a una de sus hijas. Sin poder contactar a esa hija, atemorizada, la mujer empezó a seguir las órdenes que le dictaba el presunto secuestrador vía telefónica.
La última exigencia del delincuente era que introdujera el dinero que tuviera en una bolsa negra y lo dejara en una calle específica. Así, la mujer guardó 38 mil dólares en la bolsa y la arrojó en el punto en el que le indicaron.
En ningún momento reportó la extorsión o el presunto secuestro. Poco después, logró hablar con su hija: estaba en la casa de una amiga, sana y salva. Fue la chica quien le hizo dar cuenta a su madre de que había sido víctima de un secuestro virtual.
Una vez hecha la denuncia, la DDI de San Isidro comenzó la investigación con el análisis de las cámaras de seguridad en la zona en que la que se había pactado la entrega del dinero. Así, los especialistas detectaron que un hombre a bordo de un Citröen Xsara fue quien recogió la bolsa negra. Luego, se ordenó la búsqueda ese auto, del que tenían hasta la patente, en la Ciudad de Buenos Aires y en diferentes partes de la provincia.
El alerta llegó de parte de policiales que aseguraron haber divisado el vehículo en cuestión mientras circulaba por la autopista General Paz, en dirección a Vicente López. Al cabo de unos minutos, se inició una persecución discreta y, gracias a un trabajo conjunto con la Policía de la Ciudad, se logró interceptar el Citröen Xsara justo en el punto de conexión con la autopista Panamericana.
La Policía detectó que a bordo de la camioneta viajaban Jonathan Svanovek, de 39 años, y Mauro Ezequiel Papadopulos, de 33, ambos pertenecientes a la comunidad gitana. Tras una serie de tareas de rutina, y algunas preguntas, el Juzgado de Garantías Nº1 de San Isidro autorizó los arrestos y se procedió a la detención de ambos sospechosos. También se secuestró el auto en el que viajaban.
Luego, la Bonaerense allanó domicilios de los dos hombres que viajaba en el Citröen.
En la propiedad donde vive Svanovek, en Ciudadela, las fuerzas de seguridad procedieron al secuestro de dos televisores, una Playstation 4, documentación y boletos de compra y venta, una cafetera, documentación de compra y venta de autos, 5.630 pesos argentinos, dos iPhone, un anillo dorado, cuatro cadenitas de oro, y aros, también de oro.
Además, se detuvo a la persona que se encontraba en ese momento en la casa, Lourdes Romina Svanovek, de 32, quien sería familiar directa del sospechoso que conducía el vehículo involucrado en el secuestro virtual a la odontóloga de Nordelta.
No es la primera vez en la historia reciente que miembros de la comunidad gitana son arrestados por delitos similares. En noviembre del año pasado, una mujer de 87 años, vecina de Recoleta, entregó 220 mil dólares a los falsos captores de su hijo. La voz en el teléfono le dijo: “Soy Juan Carlos. Tenemos a tu hijo, le cortamos un dedo y está perdiendo mucha sangre. Queremos plata. Danos tu celular”.
La Policía Federal identificó a los sospechosos y estableció los roles: Nicolás Christon, de Villa Lugano, fue acusado de ser el responsable de los llamados así como el jefe de la banda. Cristian Papadopulos también habría tomado parte en los llamados. Ricardo y José Ariel Papadopulos habrían actuado como cobradores. Varios de ellos fueron arrestados en abril de este año.
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