Hay quienes creen que el narcotráfico es la droga que se vende o el capo que la controla con sus soldados armados, sus sicarios y lavadores de dinero o los policías a quienes le mete la mano en el bolsillo.
Error: en la Argentina, el narcotráfico es el territorio, porque la droga viene y va, los soldados viven y mueren, los capos se alzan y luego caen. Pero el territorio siempre queda.
En las últimas semanas, un drone de la Policía Federal voló sobre uno de los pasillos de la Villa 1-11-14 en el Bajo Flores para mostrar una secuencia llamativa. Un joven se aproximaba a uno de los pasillos del asentamiento, tal vez con cierta curiosidad. Luego, un vórtice de otros jóvenes lo rodeó y lo empujó hacia adentro, en una clara actitud de agresión.
Visto desde el aire, sin ninguna información al respecto, podría parecer una simple rencilla de chicos, una apurada. Pero quienes rodeaban al nuevo intruso no eran simples vecinos: eran los marcadores de una nueva banda de narcotraficantes peruanos, los encargados de controlar el territorio para sus capos y asegurar el flujo de la venta de droga, la base de la pirámide. Entre ellos estaban los chalecos, la primera línea de seguridad, encargados de palpar y chequear a los compradores de droga.
La historia parece repetida: ya son más de 20 años de control narco en la zona, de ley de plomo y chicos muertos a tiros en los pasillos. “Marcos” Estrada González había sido el capo casi vitalicio de la zona junto a su hermano Fernando, alias “Piti”, hoy preso y con su viejo poder esmerilado con una fuerte condena de 25 años de su contra. El Juzgado Federal N°12 con la secretaria Verónica Bresciani lo había perseguido durante diez años, lo encarcelaron a él, a su mujer, a su suegra y encontraron sus libros de facturación, con más de un millón de pesos diarios en los legajos.
En el Bajo Flores, el nombre de “Marcos” todavía vive. Los jefes de los marcadores en el video son viejos jugadores de las ligas menores de su banda que se hicieron de cocaína y dinero para regentear su poder con nuevos negociados. En los últimos dos años, el territorio fue suyo.
En las últimas horas, esos jefes y sus cómplices comenzaron a caer.
La PROCUNAR, el ala de la Procuración bajo el fiscal Diego Iglesias que investiga delitos de narcotráfico, con el fiscal Eduardo Taiano, la firma del juez Ariel Lijo y la participación de Cecilia Amil Martín, fiscal coordinadora a cargo de la Unidad Fiscal Especializada en la Investigación de Delitos Vinculados con Estupefacientes del MPF porteño encabezaron una investigación ejecutada por la división Metropolitana Sur de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal y Cinturón Sur Gendarmería para determinar la estructura de la banda a través de testigos de identidad reservada, seguimientos y filmaciones encubiertas.
Se encontró su arsenal dentro del asentamiento semanas antes: un fusil FAL, dos escopetas, dos ametralladoras de fabricación nacional, más de cien municiones, esposas y chalecos antibalas. También, su pasta. Entre el miércoles y la mañana del viernes se ordenaron 31 allanamientos y 30 ordenes de detención: hay, hasta el momento, 12 arrestos concretados. Entre los detenidos se encuentra quien está sospechado de ser el nuevo capo de la zona, Jhony Ray Arnao Quispe, alias “Pantro”.
“Pantro”, peruano, de 38 años y un domicilio legal registrado en la avenida La Plata, se hizo de abajo literalmente. Fue custodio de Oscar Lalopu Tuñoque, alias “Kevin”, otro pesado histórico ligado al clan de Estrada González. Con “Kevin” preso tras fugarse a Perú, “Pantro” se convirtió en el virtual jefe de seguridad alrededor de 2013 y comenzó a gestionar su poder. Así, quedó. Su perfil personal es insólito. Cobró entre este año y el anterior el IFE y una Asignación Universal por Hijo; se encuentra registrado en el rubro de servicios personales de la AFIP. Hay dos teorías entre investigadores federales sobre su llegada al poder. La primera, indica que ganó su espacio por la fuerza a “Piti”, el hermano de Estrada. Otra, que lo negoció. En todo caso, la zona, según la acusación en su contra, es suya.
El nuevo capo implementó en los últimos tiempos una novedad, algo a lo que sus predecesores no se atrevieron: sumó argentinos a sus filas, algo que le resienten sus jefes de turno, entre ellos “Pitufo”. Y en la 1-11-14, los turnos son la base de la operación, las rotaciones de los negocios por franja horaria, un método que aplicó en el Barrio Mugica de Villa Lugano otro capo que aprendió el negocio en la banda del Bajo Flores: Raúl Maylli Rivera, alias “Dumbo”, todavía prófugo.
Dante Vacarezza Alpiri, “Popeye”, es otro vitalicio del submundo transa de la zona que fue detenido en la redada. Detenido en 2012 y condenado en 2014, fue detenido en febrero del año pasado con 20 gramos en el bolsillo. En septiembre, fue visto entre las nuevas paradas de la banda con hombres como “Pilón” Velázquez, acusado de operar como chaleco, chequeando a compradores.
Hay otro viejo nombre de las inferiores de “Marcos” en el caso. Es Luis Paucar Roca, apodado “El Tío Manyute”, que era mencionado con fuerza por la Justicia federal siete años atrás como una suerte de misterio que surgía de escuchas. Según testigos, “Manyute” comenzó a regentear a los transas y marcadores. Esta vez, fue visto por policías directamente en el territorio.
El rol de Raquel Bordón, o “Raquel” a secas, paraguaya, vecina de Villa Soldati, también arrestada esta mañana, es particularmente novedoso, un giro en la vieja historia.
Un testigo de identidad reservada fue el primero en marcarla. Según la investigación, Raquel le rinde cuentas a “Pantro” y a “Pitufo”, no por el manejo de la droga, sino por un nuevo negocio: aprietes mafiosos a vendedores ambulantes y a locales comerciales. Raquel se encargaría de exprimir ese dinero junto a un hombre, también de entregar una suerte de bono que funcionaría como comprobante.
En agosto de este año, Raquel fue vista en los pasillos con una mochila y una gorra rosa, haciendo sus rondas. Tres “chalecos” la custodiaban. Fue vista entrando a un domicilio que luego fue allanado: allí estaba el arsenal de “Pantro” y la banda.
SEGUIR LEYENDO: