El juicio contra los dos hombres acusados de ser los autores del femicidio de Elizabeth Toledo, la mujer de 46 años que fue brutalmente asesinada en una casa de de San Fernando en 2018, comenzó ayer con un testimonio que complica aún más a los imputados. Se trata de la declaración de Federico Corasaniti, el reconocido médico forense que realizó la autopsia al cuerpo de la víctima, quien en el inicio del debate ratificó lo que ya se había descubierto durante la investigación: que Elizabeth fue violada y luego fue estrangulada hasta morir.
El debate empezó ayer en la sede del Tribunal Oral en lo Criminal N° 6 de San Isidro, donde además los imputados, Miguel Saturnino Rolón (53), alias “Mambo” y Jorge Raúl Álvarez (65), alias “Tío Jorge”, se negaron a declarar. Convocado por la fiscal de juicio Bibiana Santella -la misma que instruyó la causa y que es titular de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) de Violencia de Género de San Fernando, el médico explicó que a Toledo la habían dado varios golpes en la cabeza y que la causa de muerte fue un “estrangulamiento manual”, según publicó la agencia Télam.
El médico, que como jefe del cuerpo de Medicina Legal de San Isidro participó de otros casos como el crimen de María Marta García Belsunce y que dirigió la autopsia de Diego Armando Maradona, aseguró también que la mujer de 46 años la habían abusado sexualmente mientras recibiría la paliza, ya que que todas las lesiones que presentaba fueron causadas en vida.
Corasaniti también resaltó que fue él quien descubrió en uno de los antebrazos de la víctima marcas de mordeduras que fueron un elemento clave para la investigación, ya que con un peritaje realizado por especialistas de la División Odontología Legal de la Policía Científica de La Plata se pudo incriminar a Rolón en la causa. Descubrieron que los dientes marcados en la piel de Toledo eran los de alias “Mambo”.
Según ese peritaje, llegaron a la conclusión de que las marcas coincidían en tres puntos con “el canino, primer premolar y segundo premolar” de la arcada inferior izquierda del imputado.
Otros testigos de relevantes que concurrieron el primer día fueron los policías de la comisaría de Virreyes Oeste que realizaron las primeras actuaciones. Entre ellos, el oficial que mientras custodiaba la escena del crimen escuchó gritos desde el interior y al revisar encontró a un loro en una jaula que decía “¡ay por favor soltame, ay no!”, una frase que los investigadores creen que pudo ser el último ruego de la víctima antes de ser asesinada. Los dichos del ave fueron incorporados al expediente.
Una de las integrantes del TOC N° 6, la jueza Débora Ramírez, le preguntó sobre este indicio al policía, quien ratificó que escuchó esa frase de la mascota de la víctima pero también reveló que tardó unos días en ir a declararlo a la fiscalía porque temía que sus compañeros de la comisaría se burlaran de él. Esta previsto que el juicio continúe hoy y concluya mañana con los alegatos.
Un crimen atroz
Toledo fue encontrada muerta a las 6 de la mañana del 30 de diciembre de 2018 en un altillo de madera que alquilaba y que estaba ubicado en la casa 27 de la calle Boedo, esquina Gorriti, del barrio Presidente Perón, localidad de Virreyes Oeste. Su cadáver estaba desnudo, tirado boca arriba sobre uno de los colchones que había en el piso, en medio de un gran desorden y con visibles golpes en el rostro y marcas en su cuerpo.
Durante la investigación se develó la vulnerabilidad de la víctima, una mujer con retraso madurativo que, según declaró su propio entorno, convivía con tres hombres que la sometían a maltratos que nunca fueron denunciados. Desde el inicio de la investigación, la fiscal Santella tuvo como sospechosos a los tres hombres que convivían con “Eli”, pero mientras los dos imputados de este juicio fueron detenidos, el tercero fue sobreseído porque tenía coartada: lo habían echado de la vivienda 15 días antes porque había golpeado a la mujer.
Rolón fue la persona que dio aviso al 911 para reportar que había hallado a Toledo asesinada cuando regresó de trabajar como sereno en el Virreyes Rugby Club, ubicado a 100 metros de la casa. El hombre llegó al juicio no sólo comprometido por la pericia odontológica sino porque el día del hallazgo del cuerpo- sin saber todavía qué le había pasado- dijo ante los policías que “seguramente la habían estrangulado”.
En tanto, la evidencia que más compromete a Álvarez fue una pericia de ADN que concluyó que su perfil genético coincide con el de los restos orgánicos hallados en el cuerpo de la víctima tras haber sido abusada. Además, lo complicó una testigo que lo vio entrar y salir de la escena del crimen a la hora del hecho. Ambos enfrentan una imputación por abuso sexual agravado y homicidio agravado por el vínculo y por mediar violencia de género (femicidio). Llegaron presos al debate.
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