Horror en San Martín: un hombre convivió seis meses con el cadáver de su abuela para no contarle a su familia que murió de COVID

El joven huyó pero luego se entregó tras contar su historia en una carta que le dejó a su familia. Las fotos de la escena

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El sobre de papel madera
El sobre de papel madera que contenía la carta en la que Agustín confesaba la muerte de su abuela

Los hijos de María J., una jubilada de 89 años que vivía con su nieto en Caseros, estaban preocupados. Hacía varios días que intentaban comunicarse con la mujer y con el joven de 24 años, pero ninguno atendía el teléfono.

El martes pasado por la mañana, decidieron ir a la casa pero la puerta de ingreso estaba trabada por dentro. Entonces, llamaron a la Policía Bonaerense, que finalmente forzó la cerradura y los acompañó a entrar. Una vez en el interior, se encontraron de lleno con el horror: el cadáver de María estaba tendido sobre la cama en un avanzado estado de descomposición. Llevaba muerta, al menos, 6 meses.

Cerca del cuerpo encontraron un sobre con una carta, con una confesión: “La abuela se murió y no sabía cómo decirles”. Este viernes a primera hora, el joven que estaba desaparecido se presentó en una comisaría. Allí, relató cómo murió su abuela y los motivos por los cuales abandonó la casa.

La reconstrucción que realizó el fiscal Ignacio Correa tiene detalles más que curiosos. El llamado al 911 por parte de los hijos de María llegó el martes pasado por la mañana. En esa comunicación se alertaba de que no se podían comunicar ni con la mujer ni con A.N, que vivía con ella. Aclararon que tampoco podían ingresar al domicilio en cuestión ubicado en la calle Larrea. Cuando los policías llegaron al lugar forzaron la cerradura e ingresaron.

Los policías que ingresaron a
Los policías que ingresaron a la casa se encontraron con mucha suciedad y un olor nauseabundo

Al lado de la puerta, los agentes se encontraron con un sobre de papel madera que decía: “NO ENTRES LAURA. LLAMA AL 911. LEEME”. A la escena la complementaba un olor nauseabundo penetrante que emanaba del interior. “La casa era literalmente un chiquero. Basura por todos lados, mucha suciedad. Evidentemente no había sido limpiada en meses”, asegura una fuente con acceso al expediente.

Los hijos de la mujer y los policías llegaron hasta la habitación de María y encontraron su cuerpo tendido sobre la cama, aunque fue difícil reconocerla por el avanzado estado de descomposición. Un examen rápido del médico de policía que reviso el cadáver determinó que la muerte se había producido varios meses atrás. También constató que no se evidenciaban lesiones externas que pudieran indicar un posible homicidio.

El resto de la casa estaba vacía. El nieto no estaba y su celular apagado. La respuesta a la desaparición estaba en el sobre de papel madera que encontraron al ingreso y que en el interior contenía una carta manuscrita por el chico, a la que pudo acceder Infobae.

“No entres a la pieza y llama al 911. La abuela murió hace unos meses atrás y no sabía cómo decirles. Aparentemente contrajo coronavirus. Un día la encontré media caída y le dije que vaya al médico pero al ser tan tarde no quería. Esa misma noche levantó temperatura y la encontré tirada en el piso (habíamos arreglado para ir al médico temprano al día siguiente)”, dice el documento. En esta primera parte el joven intentó explicarle al resto de su familia cómo murió su abuela y luego relató sus motivos de porque no avisó a nadie lo que había sucedido

Posponía los días (para contarles) porque no sabía cómo decirlo. Decidí irme. Espero que algún día me perdonen. Toda la mugre que ves en la casa se acumuló luego de la muerte de la abuela. Me gustaría contarles como fue todo pero no puedo”, escribió.

La carta que escribió Agustín
La carta que escribió Agustín D. fue incorporada al expediente.

La dolorosa e inexplicable escena sumió en el dolor a los hijos de María que en pocos segundos se encontraron con su madre muerta y son su sobrino e hijo desaparecido. Como pudieron le explicaron al fiscal Correa, que se hizo presente en el lugar, que A. se mudó con su abuela a principios de este año. Como su trabajo era en modo home office podía cuidar y ayudar a la mujer.

Aclararon también que desde ese momento, nadie más de la familia fue a visitar a María por miedo a contagiarla de COVID y que el contacto para quedarse tranquilos de que todo estaba bien era con el joven. “Lo llamábamos y nos decía que todo marchaba bien, que la abuela andaba normal. Nunca notamos nada extraño en su voz. Incluso lo vimos en persona algunos días que vino a visitarnos él a nosotros y no sospechamos nada”, le dijo una de las hijas al fiscal.

La madre de A. explicó que algunos días atrás su hijo le pidió prestados 13 mil pesos para pagar una deuda. También dijo que probablemente ese dinero lo utilizó para viajar a Chascomús donde tiene a sus amigos. No se equivocaba.

El joven y su abuela
El joven y su abuela vivian juntos desde principios de este año

Algunas horas después del hallazgo del cuerpo, A. se presentó en la Departamental de 3 de Febrero. Le dijo a los policías que efectivamente había ido a Chascomús pero que había vuelto porque se quedó sin plata, según publicó el sitio Primer Plano. No tardó mucho en reencontrarse con su familia.

Por el momento la causa está calificada como averiguación de causales de muerte y el chico no quedó imputado ni detenido. Sin embargo, el fiscal Ignacio Correa analiza si detrás del caso puede haber algún tipo de abandono de persona. “Buscamos si ante la muerte de la señora él nieto podía heredar la casa o algún bien inmueble pero no se detectó eso. Es decir que no hay un móvil económico detrás. Además lo más probable es que la mujer haya muerto naturalmente. Para terminar de confirmar eso nos resta un estudio de laboratorio para ver si se encuentra en el cadáver algún tipo de veneno pero no creemos que suceda”, afirma una fuente del caso.

Lo cierto es que la hipótesis que ronda en la cabeza de los investigadores coincide con la versión del nieto: que su abuela murió de COVID, no se animó a decirle a nadie y convivió con el cadáver seis meses hasta que dejó la casa.

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