Los abogados Norberto Caputo y Silvina Rumachella, representantes de los familiares y víctimas del vuelo 2.553 de Austral Líneas Aéreas, solicitaron hoy en su alegato las penas de entre 12 y 25 años de prisión por el delito de estrago doloso para 24 de los más de 35 acusados, basándonos en su responsabilidad en la tragedia del avión que se estrelló el 10 de octubre de 1997 en Fray Bentos, Uruguay, donde murieron 74 personas.
La mayoría de los acusados, que en ese entonces eran directivos en Austral Líneas Aéreas, funcionarios civiles y de la Fuerza Aérea, fueron acusados como coautores del delito de “de estrago doloso, agravado por la muerte de 74 personas”, pero además por “el conocimiento especial de los acusados, los antecedentes y la violación a las normas”.
Tras un exhaustivo alegato que insumió al menos cuatro jornadas de debate, de más de tres horas cada una, la querella hizo un relato pormenorizado de la responsabilidad y participación que tuvo cada uno de los acusados en la tragedia aérea.
Para ello, Rumachella se apoyó en el artículo 190 del Código Penal, que reza que “será reprimido con prisión de dos a ocho años, el que “a sabiendas ejecutaré cualquier acto que ponga en peligro la seguridad de una aeronave”, porque, dijo, quedó probado que lo que sucedió ese día fue una “trampa mortal”, utilizando una frase adoptada por el tribunal en la sentencia de la masacre de Cromañón.
Y aclaró que esa misma norma penal indica que “si el hecho causare lesión a alguna persona, la pena será de seis a quince años de reclusión o prisión, y si ocasionare la muerte, de diez a veinticinco años de reclusión o prisión”, además de confirmar que cada conducta de los imputados que se probó en el juicio, “merece un reproche”.
El 29 de agostos de 2019 fue la primera vez en 22 años que se escuchó la voz del piloto antes del instante final. Fue durante el juicio: “¡Dios mío! ¡Nos matamos, nos matamos!”. La grabación es de 18 minutos y quedó registrada en la caja negra. Es entre el piloto Jorge Cécere y el copiloto Horacio Núñez. El último minuto es estremecedor. “Por favor, autorícenme ya descenso”, le pide Cécere a la torre de Aeroparque. Sus palabras finales están llenas de desesperación. Se escucha su voz antes del trágico final: “¡No, no, carajo, Dios mío, carajo! ¡Nos matamos, la puta que te parió, nos matamos, la concha de la lora!”.
La charla en la cabina comienza sobre temas familiares. Uno de los pilotos habla de sus tres hijos, el mayor de 12 años, otro de nueve y un bebé de solo siete meses. En los dos minutos finales, de los 18 registrados, Cécere y Nuñez ya habían advertido que el instrumental tenía problemas en sus mediciones. Estaban en medio de una feroz tormenta y no podían guiarse de modo visual. Perdían velocidad, pero el instrumental no lo indicaba correctamente. Ahí es donde, casi a los gritos, solicitan autorización para aterrizar. En los últimos segundos entienden que ya nada podía hacerse. Que iban a matarse. Y llegan los gritos del horror.
El avión de Austral cayó la noche del 10 de octubre de 1997 después de partir de la ciudad de Misiones con destino al Aeroparque de la ciudad de Buenos Aires. Fallecieron todas las personas que iban a bordo: 69 pasajeros y 5 tripulantes.
El expediente judicial tuvo idas y vueltas y finalmente el 26 de marzo de 2019 comenzó el juicio oral. Los 35 acusados se negaron a declarar por el momento y el proceso se encuentra en la etapa de declaración de testigos.
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