“Bobby” hablaba casi con música en la voz. Los detectives de la Dirección General de Lucha Contra El Cibercrimen de la Policía Federal que escucharon su teléfono intervenido lo oyeron hablar en el dialecto igbo, propio de su etnia, oriunda del este de Nigeria. Tuvieron que pedirle a Interpol y a la Embajada local nigeriana que dieran una mano para traducir las conversaciones. Y en dialecto igbo, desde un departamento en Morón, “Bobby” hablaba de plata. El esquema era totalmente global: la ruta de dinero comenzaba en aplicaciones de transferencia en Argentina y seguía al resto del mundo por Western Union. Llegaba hasta Perú, Colombia, luego Nigeria y Sudáfrica. “Bobby” era, según las sospechas de la Justicia, el encargado de que estos giros ocurrieran.
Y todo ese dinero era parte de una estafa, un cuento del tío a gran escala, casi una sinfonía del robo. “Bobby” se encuentra prófugo, pero el juez Manuel de Campos ordenó 23 allanamientos a la PFA y el arresto de 15 personas, la parte argentina de la trampa. Entre los detenidos locales hay seis argentinos, siete venezolanos, un colombiano y otro nigeriano. Se allanó un restaurant que funcionaba como una cueva de dinero, luego una financiera ubicada sobre la avenida Santa Fe. El dinero ciertamente se contaba. Hasta ahora, según confirman fuentes de la investigación a Infobae, los peritos de lavado de activos que intervienen en el expediente contaron un daño de al menos $200 millones de pesos.
En el medio, hay una sospecha sumamente inquietante: que ese dinero, tal vez, haya sido usado para financiar a grupos terroristas africanos, una sospecha que comenzó con el juez del caso dada la tipología de la banda, las transferencias detectadas, los montos.
Luego, esa sospecha fue ratificada a los investigadores por la Embajada nigeriana local y por interpol
La investigación contra la banda comenzó en 2019, luego de que la División Investigación Delitos Tecnológicos de la Federal allanara a un hombre colombiano en Montserrat en otro expediente y encontrara los datos iniciales en un dispositivo. El método para cosechar ese dinero, aseguran investigadores, era muy sencillo.
A través de redes sociales, generaban identidades falsas para atacar a adultos mayores, su principal blanco. Con un simple rastreo de fuentes abiertas, los delincuentes se hacían de información personal y privada de distintas personas. Así, los contactaban con diferentes excusas para lograr que les realicen transferencias bancarias en cuentas reales.
También aplicaban un poco de teatro: empleaban la histórica estafa “del soldado americano” o “estafa diplomática”, que consiste en entablar una relación amorosa a la distancia durante un tiempo, haciéndose pasar por un soldado estadounidense que está en el extranjero, y que tiene un muy buen pasar económico, pero promete que vendrá a terminar su vida al país de su pareja. Luego, comienza la exigencia de dinero, ante la llegada de diversos problemas.
Los envíos de dinero, se sospecha, llegaron a más de treinta países, entre ellos Estados Unidos, Canadá, México, Colombia, Venezuela, Ecuador, Brasil, Paraguay, Uruguay, España, Indonesia y Nigeria. Por lo pronto, hay material para peritar: en los allanamientos se secuestraron 46 teléfonos, además de 9 computadoras.
Las identidades de los imputados son mantenidas en reserva. El juez De Campos comenzará las indagatorias en las próximas horas.
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