En la madrugada del 13 de abril pasado, exactamente a las 4:48 de la mañana, Guido Pascuccio hizo un llamado al 911 para alertar que su novia, Micaela Rascovsky estaba convulsionando en el comedor del departamento donde ambos convivieron durante tres meses, en el barrio porteño de Villa Ortúzar, y que no reaccionaba.
Cinco minutos después, un móvil policial llegó hasta ese edificio sobre la avenida Triunvirato al 3600 y, una vez dentro de la casa, los efectivos y una médica legista encontraron a la joven de 25 años sentada en el piso, su espalda contra el sillón, y cubierta con una sábana. No había nada que hacer porque Micaela ya estaba muerta hacía algunas pocas horas, según su criterio y sus declaraciones posteriores ante la Justicia.
Sobre la mesa del comedor había envoltorios con cocaína abiertos y, en presencia de los efectivos, Pascuccio revisó la cartera de su novia y sacó algunos otros. “Acá hay más”, les dijo. La autopsia reveló la causa de muerte: congestión y edema pulmonar con cardiopatía dilatada, compatible con el consumo de esa sustancia. También se encontraron lesiones, golpes y marcas de reciente data en su cuerpo.
Los primeros días de junio -dos meses después de la muerte de la joven y por órdenes del fiscal Patricio Lugones, a cargo de la Fiscalía N°28- la Policía de la Ciudad volvió a allanar ese departamento y, desde entonces, Guido, de 34 años de edad, abogado, está detenido en una celda de la Alcaidía Nº 1 de Retiro mientras se investiga la muerte a Micaela.
A finales de junio, el juez Manuel Gorostiaga, a cargo del Juzgado N° 2, procesó a Pascuccio con prisión preventiva por los delitos de lesiones leves doblemente calificadas y homicidio doblemente agravado por el vínculo y por haber mediado violencia de género; es decir, un femicidio. También trabó un embargo por más de 85 millones de pesos.
Sus abogados defensores, Julio Fernando Golodny y Kevin Shalom, apelaron esa resolución y los jueces de la Sala 7 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional los escucharon. En un fallo a mediados de julio confirmaron el procesamiento con prisión preventiva pero rechazaron que el hecho se investigue como un asesinato: así, Pascuccio pasó a estar acusado por los delitos de lesiones leves doblemente agravadas por el vínculo y por mediar violencia de género, en concurso real con abandono de persona agravado por la muerte de la víctima.
Las distintas consideraciones judiciales y las sospechas que ahora tiene la familia de Micaela se desprenden de la falta de precisiones sobre qué ocurrió concretamente dentro de ese departamento en la madrugada del 13 de abril y las evidentes contradicciones entre las distintas pruebas recolectadas hasta ahora y la declaración de su novio el día de su muerte y en su declaración indagatoria.
Al ser indagado, Guido negó todas las acusaciones en su contra. Dijo que estaba profundamente enamorado de Micaela, pero que la relación no estaba bien y que ella -tras haber perdido un embarazo en enero de este año y atravesar algunos problemas de salud- estaba deprimida y consumía drogas.
Contó que en la noche del 12 de abril, tras una discusión, Micaela se había quedado tomando una botella de vino en la terraza del edificio y que recién bajó poco antes de las 12, cuando él, según declaró, se fue a dormir. Después dijo que se levantó para ir al baño, que vio a Micaela comiendo helado y que cerca de las 4.20 del día siguiente escuchó ruidos en el comedor y la encontró convulsionando, por lo que intentó reanimarla y 1 ó 2 minutos después llamó al 911.
Una semana después de la muerte, Pascuccio dijo haber vuelto a la casa junto a un amigo y haber encontrado dentro de un cuaderno, que había en una bolsa detrás de una silla, una presunta carta de suicidio escrita de puño y letra por Micaela, que entregó a la fiscalía y que, declaró, no sabía como la policía no la había visto ese mismo día.
La evidencia que consta hasta el momento en el expediente, en el criterio de los jueces, indica que Pascuccio mintió en su declaración o al menos no expuso toda la verdad.
Uno de los principales puntos de la causa -que es investigado de oficio por la Justicia- son las lesiones que presentaba el cuerpo de Micaela al momento de su muerte y los episodios de violencia de género que habrían ocurrido días antes y que ella misma comentó a amigos, compañeros de trabajo y a sus padres, a quienes les envío mensajes con fotos de los moretones.
“El 11 de abril la llamé por teléfono y me dijo ‘estoy con un quilombo, te llamo en un rato’, yo pensé que era algo laboral. A la una de la mañana me llamó él y me dijo ‘te quiero avisar que Micaela se fue, discutimos y le tuve que pegar una cachetada’”, cuenta Patricia, la madre de Micaela, en diálogo con Infobae. “Cuando llamé a mi hija ella me dijo ‘fueron tres cachetadas y me re cagó a palos’. Le dije que la iba a buscar y ella me dijo que iba a intentar arreglarlo sola, que él tenía problemas de consumo de drogas y que ella quería ayudarlo. Una ilusa, como todos nosotros”.
Esas lesiones están acreditadas en el expediente pero, de acuerdo al informe forense, no fueron la causa de muerte, motivo por el cual, de acuerdo al fallo de la la Cámara de Apelaciones, no podría tratarse de una “acción femicida”. Al ser indagado, Pascuccio negó haberla golpeado y dijo en cambio que ellos tenían “sexo intenso, muy fuerte” y que desconocía si le había quedado alguna marca producto de esos encuentros.
Guido y Micaela -que había estudiado un tiempo Medicina y tuvo varios trabajos como vendedora de autos en distintas concesionarias- estaban juntos hacía apenas unos meses, aunque se habían conocido en el 2018. A fines del año pasado ella había quedado embarazada, pero resultó ser un embarazo molar, por el cual perdió el bebé y sufrió una depresión importante. Los médicos le habían dicho que era posible que a partir de ese embarazo inviable tuviera cáncer y ella decidió empezar un tratamiento psicológico y psiquiátrico porque había tenido pensamientos suicidas.
Desde ese momento la convivencia con su novio había dejado de funcionar y, según cuentan desde el entorno de la joven, ella quería separarse porque Guido “no estaba nunca en la casa, llevaba una vida muy nocturna y tenía problemas de consumo de sustancias, específicamente cocaína”. En el fallo de su procesamiento, el juez Gorostiaga calificó como “probado” que las sustancias encontradas en el departamento las había adquirido él. Micaela, por otra parte, tenía problemas para terminar la relación porque le había prestado dinero a la familia de Guido a través de la obtención de un crédito por 300 mil pesos.
Pero hay otras pruebas concretas que ponen en cuestionamiento la versión que dio su novio sobre la muerte. En principio, el registro de llamadas de su teléfono celular muestra más de 10 minutos de conversación en distintas comunicaciones breves con su madre y su hermano entre la 1:14 y las 2:09 del 13 de abril, hora en la también hizo una llamada al teléfono de Micaela que, según su relato, estaba comiendo helado mientras él dormía. También volvió a llamar a su madre durante 8 minutos a las 3:45 y otra vez durante 20 a las 04:16. Esto, para los jueces que confirmaron su procesamiento, es un indicio de que a esa altura ya había pasado algo grave y que Guido no estaba dormido en ese momento como declaró.
En su declaración dijo también que ellos estaban solos en el departamento, pero, según consta en la causa, en la llamada al 911 -que él aseguró haberla hecho minutos después de que Micaela se descompensó- se escuchan otras dos voces, una masculina y una femenina”.
El otro punto oscuro en la investigación es la presunta carta suicida, que ya está en manos de la Justicia aunque aún no está acreditado si realmente la escribió ella, ni cuándo, ni por qué no fue encontrada por los efectivos la noche en que la joven murió.
“Yo estoy completamente segura que ella la escribió cuando pensó que tenía cáncer porque estaba muy deprimida”, dice ahora su mamá. En esa línea, su psicóloga y su psiquiatra descartaron ante la Justicia que la joven tuviera ideas suicidas en ese momento: iba a donarle un riñón a su madre y se había anotado para retomar la carrera de Medicina.
“Cuando Guido declaró esa misma noche como testigo, nunca mencionó la carta y después aparece dentro de un cuaderno en una bolsa. El día que pasó todo a las 7 de la mañana nos llamó y me dijo: ‘No sé qué mierda tomó tu hija pero ahora está viniendo Criminalística a llevarse el cuerpo’ ¿Quién hace eso? No es entendible para nadie, no es humano”, recuerda.
La hipótesis de los investigadores es que frente al ataque o las convulsiones que sufrió Micaela, Guido, en su condición de pareja y de garante, abandonó a su suerte a su novia, a quién había golpeado previamente, hasta que falleció y que luego intentó entorpecer la investigación. Este último punto es el que justifica para los jueces su prisión preventiva. También está siendo investigado por falso testimonio uno de sus amigos que declaró como testigo.
“La base de nuestra defensa y de la acusación gira en torno de una muerte cuyos mecanismos de producción no están acreditados, pero sí que no fue por los golpes. El informe de laboratorio, que todavía no está, indica que ella tiene cocaína y otras sustancias tóxicas en el cuerpo. Ese informe cuantitativo y cualitativo para nosotros va a ser muy importante porque corrobora la versión de nuestro defendido”, explicó a este medio el abogado Golodny, que defiende a Pascuccio.
Y agregó: “Si no se conoce como murió, ni por qué murió y cuál es la causa no hay femicidio ni hay razones para justificar el abandono seguido de muerte. El fallo de la Cámara es injusto pero nosotros interpusimos recurso de Casación por el procesamiento y por la prisión preventiva”.
Mientras siguen pendientes los resultados de nuevos estudios e informes que colaboren con el esclarecimiento de la causa de muerte de la joven, la familia de Micaela comenzó con un pedido de Justicia a través de las redes sociales, a cuatro meses de su muerte: “Nosotros no quisimos salir a decir nada para no entorpecer. Pero esto fue todo una pesadilla y estuvo pésimamente investigado. Mica es hija única, imagínate el shock que fue para nosotros. Desde el primer momento sentí que él la había matado. Con mi marido no podíamos hacer nada más que darle el entierro que merecía y despedirla. Pero ahora queremos que esto se investigue bien”.
Si sos víctima o conocés a alguien que sufra violencia de género podés llamar al 144 o comunicarte por WhatsApp al +5491127716463 las 24 horas.
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