Faltaban unos minutos para la 1 de la madrugada del 20 de mayo de 2018, cuando la bailarina de pole dance Cecilia Rivas (35) retiró su auto, un Peugeot 207, de un estacionamiento ubicado en la avenida Córdoba al 3200, en el barrio de Recoleta. Estaba acompañada de una amiga e iban a juntarse con otras a celebrar un cumpleaños. Pero la mujer apenas avanzó unos pocos metros cuando fue atacada por un motochorro, que aprovechó que ella había detenido la marcha para marcar la dirección del punto de encuentro en el GPS de su celular. En ese instante, el ladrón se metió por la ventanilla dentro del vehículo, le arrebató el teléfono y se escapó junto a un cómplice.
La reacción inmediata de Rivas fue perseguir a los delincuentes. Posteriormente, explicó que lo hizo para filmarlos mientras buscaba ayuda. “Estaba en estado de shock, a los gritos en el auto, pidiéndole a mi amiga que se fijara si encontraba un oficial de policía para que le explicara la situación y siguieran a los chorros”, dijo, según consta en el expediente.
La mujer alcanzó la moto cuatro cuadras más adelante, a la altura 3170 de la calle San Luis, y la embistió por detrás. El desenlace fue fatal: uno de los delincuentes, identificado como Oscar Alejandro Orona (44), murió en el acto. El otro, Julián Rodríguez Cardozo (24), resultó herido y fue trasladado al hospital Ramos Mejía, donde lo asistieron por un traumatismo de tórax, y fractura de costillas y de mandíbula.
Desde entonces se abrió una causa que ahora está cerca de cerrarse. Esta semana, a 39 meses del hecho, comenzará el juicio del caso cuya investigación quedó en manos del fiscal Carlos Velarde, titular de la Fiscalía en lo Criminal y Correccional Nº 42, con la intervención del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Nº 19 que dirige el magistrado Diego Slupski. Hay dos acusados: Rivas será juzgada por los delitos de lesiones graves y homicidio simple cometido con exceso en la legítima defensa, que está contemplado en el artículo 35 del Código Penal y se castiga con la pena del mismo delito pero culposo, es decir, en este caso, de 1 a 5 años de prisión. Cardozo, por su lado, está procesado por robo simple en grado de tentativa.
Gastón Marano, abogado defensor de Rivas, manifestó estar “completamente convencido” de que “se va a demostrar la absoluta inocencia” de su representada. “En este caso se producen dos injusticias: primero, una injusticia moral por la que hace tres años una persona vive víctima de amenazas, aprietes, de insultos en las redes sociales, a raíz de una situación que jamás eligió y jamás tuvo en mente”, dijo en diálogo con Infobae.
Y continuó: “Por otro lado, una injusticia jurídica, que es el hecho de que esté vinculada a un proceso por exceso de legítima defensa cuando lo único que existió fue un intento de hacer valer sus derechos, averiguando quien le había robado, consiguiendo ayuda policial y finalmente con el desenlace que conocemos, en un accidente de tránsito”.
En su declaración indagatoria, Rivas aseguró que su intención nunca fue atropellar a los delincuentes y menos quitarle la vida a Orona. Dijo que en un momento vio que la moto empezó a tambalearse y que los embistió involuntariamente. “Llegué cerca de ellos y la moto de imprevisto empezó como a resbalarse o no sé qué y se tiró para el costado. Yo atiné a frenar y eso es lo último que recuerdo”, declaró ante el fiscal Velarde.
“Ya estaba en shock, porque de ahí en más solo recuerdo flashes. Cuando volví a tomar conciencia de la situación, empecé a pedir auxilio a los gritos, a decir que llamen a la policía, que pidan auxilio, gritaba que me habían robado”, agregó.
Días después del hecho, se dieron a conocer las imágenes del momento exacto en el que la bailarina embistió al otro rodado en la esquina de las calles San Luis y Agüero. En el video se observa cómo el vehículo toca por la parte de atrás a la moto, lo que hace que los dos ladrones terminen debajo de un auto que estaba estacionado. Se trató de un choque del tipo “colisión por alcance”, que ocurre cuando el vehículo que va detrás de otro lleva mayor velocidad, de acuerdo a las conclusiones del fiscal Velarde a partir de los peritajes, el informe accidentológico y los videos incorporados en la causa.
Un dato que resaltan los investigadores es que la velocidad mínima a la que circulaba Rivas al momento del impacto fue de 62,56 kilómetros –superior a la reglamentaria en esa calle–, de acuerdo a las huellas de frenada marcadas sobre la calzada. Por otro lado, la moto, al recibir el impacto desde atrás, quedó enganchada en el frente derecho del 207 y fue arrastrada por 19 metros aproximadamente.
Si bien el fiscal consideró que Rivas sufrió una agresión ilegítima –es decir, una amenaza actual o inminente o situación de peligro–, entendió que se excedió de los límites de la legítima defensa.
“La imputada deberá responder a título de dolo, ya que es evidente que actuó con pleno conocimiento y debió representarse al menos como una alternativa posible el resultado lesivo, máxime si se tiene en cuenta el riesgo propio que conlleva per se el manejo de un vehículo, la superioridad de su automóvil respecto de una motocicleta de baja cilindrada y los demás elementos ya apuntados, tales como, el hecho de desplazarse a una velocidad superior a la del rodado perseguido e incluso, a la permitida por la ley para el tipo de arterias en donde ocurrió el fatídico evento”, subrayó Velarde en su pedido de elevación a juicio, cuya primera audiencia será el viernes.
Esta mirada contrasta con la del abogado Marano, que además recordó que Rivas nunca eligió lo que pasó. “Ella tenía pensado ir a un cumpleaños esa noche y dos malvivientes le arrebataron su tranquilidad y su propiedad. Esperamos que así se pueda demostrar y tenemos plena confianza en que la Justicia lo va a ver con claridad. Todos lamentamos el desenlace trágico pero no se puede perseguir a un ciudadano cuando protege su vida o su libertad con las herramientas que tiene razonablemente a mano, en el momento que está siendo asaltado”, concluyó el letrado.
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