La madrugada de este viernes será agitada en Florencia Varela y en distintos puntos del Conurbano. Es que luego del tiroteo entre dos bandas narco que dejó tres muertos y dos heridos, la Policía Bonaerense recibió esta tarde nueve órdenes de allanamiento, solicitadas por la fiscal Vanesa Maiolo y autorizadas por el juez Marcelo Villagra, que comenzaron a llevarse a cabo cerca de las 19. Además, se emitieron dos órdenes de detención contra los presuntos tiradores que participaron del enfrentamiento, apodados “Yaka” y “Tadeo”.
La Justicia los identificó y creen que son los autores de los homicidios. Si bien los tiempos se aceleraron recién ahora, luego de la repercusión que tuvo la balacera, existía una causa en curso desde septiembre del año pasado. Infobae accedió en exclusiva a los documentos de la investigación. Además, también este medio accedió a un video que muestra cómo operaba la banda narco.
El 21 de septiembre del año pasado, llegó al 911 un llamado anónimo. Del otro lado de la línea una persona dio información sumamente detallada sobre la venta de droga en el barrio San Rudecindo, el mismo donde se produjeron los tiros y los asesinatos. En la transcripción de la comunicación quedó explícitamente demostrado cómo los narcos se movían a sus anchas por la zona. “El denunciante refiere que hay 7 masculinos, algunos de nacionalidad paraguaya, que se hacen llamar ‘los paisa’, que venden pasta base, marihuana y cocaína en el puente amarillo de la calle Ciudadela. Están ahí ahora”, dijo el vecino que llamó ese día a la policía.
Asimismo, agregó datos precisos con respecto a los integrantes de la banda: “A uno le dicen Fito, a otro Jorgito, a otro Tito y uno de nombre Ulises. Al que le dicen Fito vive sobre la laguna de Iberá, a la vuelta del puente donde venden. En un palo que está al lado de la casa dice ‘Fito’, ahí venden droga”. En el documento se señaló además que el denunciante sabía que estaban armados y que la comercialización se producía desde las 18 hasta las 2 de la mañana.
Al día siguiente de ese llamado de alerta, que demostraba que todos en el barrio conocían los movimientos de los narcos y que, evidentemente, no hacían un gran esfuerzo por esconderse, se inició una causa judicial bajo el número “IPP 13-020-014772-20/00”. El expediente quedó a cargo de la ayudante fiscal Lorena Iovanovich, que envió un oficio judicial a la Delegación Departamental de Investigaciones de Drogas Ilícitas de Quilmes para que realice tareas de inteligencia en la zona.
El escrito de la fiscal aclaraba que los trabajos de campo debían realizarse en 15 días. Sin embargo, siempre según los documentos a los que accedió este medio y que constan en la causa iniciada el año pasado, la respuesta con los resultados ingresó a la fiscalía el 28 de julio pasado, hace exactamente dos semanas.
En esa presentación, los responsables policiales de la investigación identificaron 7 puntos que se debían allanar, todos cercanos al barrio. En uno de esos lugares, está mencionado con nombre y apellido uno de los buscados en este momento, el apodado “Yaka”.
¿Si en septiembre la fiscal pidió que los trabajos estén listos en 15 días por qué todo se demoró casi un año? La respuesta a esta pregunta no está clara. Desde la Justicia aseguran que la demora fue policial mientras que esta tarde Sergio Berni aseguró que los jueces son “vagos o cómplices”.
Otra pregunta que surge luego de analizar los documentos: ¿si los allanamientos se pidieron el 28 de julio porque se llegó al día de hoy sin que se realicen? Desde la Justicia bonaerense aseguraron que a esa presentación le faltaban algunos datos que se estuvieron puliendo y que la confirmación final para que se realicen los operativos llegó el martes de esta semana, causalmente 48 horas antes del tiroteo, y que no se llegaron a efectivizar por una cuestión de tiempos.
Más allá de quien tenga la culpa, lo único cierto es que el llamado anónimo del vecino que desnudaba la operativa de los narcos en el barrio llegó hace casi un año... Quizás las muertes se podrían haber evitado. Sobre todo la de Milagros Saavedra, una chica de 18 años que estudiaba en el secundario y nada tenía que ver con la guerra entre bandas. Simplemente estaba cocinando con su mamá cuando uno de los balazos atravesó la pared de chapa y le dio en la cabeza.
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