Juan José Ledesma, a sus 27 años, tenía un trabajo estable como empleado de una empresa de logística. Estaba en pareja desde hacía un año con Sabrina F., una mujer dos años mayor que conoció por Facebook. Los dos se mudaron en marzo a una casa que la familia de él les prestó en Ezeiza, cuando se enteraron que ella estaba embarazada de una nena. Así, según su familia, Juan José dedicó su tiempo libre para preparar la llegada de su primera hija.
“Juanjo estaba muy contento con todo lo que la pasaba. Estaba entusiasmado con la familia que estaba formando, tenía proyectos y ganas de tener a su hija. A ella la conocíamos poco realmente porque era una persona muy reservada. Él nunca nos dijo nada sobre peleas de pareja. Todavía no entendemos que pudo pasar ese día”, dice a Infobae Débora, hermana de Ledesma.
El 10 de julio último, cerca de las 7 de la mañana, su novia, que cursaba el quinto mes de embarazo, lo arrinconó en la habitación que compartían y lo apuñaló tres veces, según cree la Justicia. Luego la mujer salió a la calle y se golpeó la panza con la supuesta intención de interrumpir su gestación. Ledesma agonizó durante tres semanas hasta que el 31 de julio pasado murió.
La casa que compartía la pareja está ubicada en un terreno dividido en tres sobre la calle Uruguay al 400 en el partido de Ezeiza, a sólo dos cuadras de la autopista Ezeiza – Cañuelas. En los otros dos lotes viven Juan Carlos, el padre de Juan José, y su hermana. Según los testimonios de la familia en la Justicia, la convivencia en esos 5 meses fue buena, sin que hayan escuchado peleas ni gritos. Todo transcurría con una normalidad que, evidentemente, era ficticia.
Según la reconstrucción judicial, ese sábado 10 de julio, minutos después de las 7 de la mañana, el padre de Juan José escuchó un portazo demasiado fuerte que le llamó la atención. Salió de su casa y recorrió el pasillo en común que comparten las tres viviendas del terreno. Cuando llegó a la casa de atrás lo vio a su hijo y a Sabrina afuera. “No pasa nada, pa, es solo un problema de pareja. Andá tranquilo”, le dijo el joven y volvió a entrar.
La mujer hizo lo mismo, pero antes, lo miró al padre y le dijo: “Córrase que se lo voy a matar”. En su mano derecha tenía un cuchillo de cocina. La investigación llevada adelante por la fiscal Lorena González de la UFI N° 3 de Ezeiza reveló que al momento del homicidio había cuatro menores que presenciaron el hecho. Ese día se había quedado a dormir la hija de Sabrina de un matrimonio anterior y tres amiguitos de entre 12 y 14 años.
“Mi papá se desesperó y entró lo más rápido que pudo. Pero como tiene 60 años y problemas de cadera le cuesta moverse con agilidad. Una vez adentro se la encuentra a ella de frente que sale corriendo de la casa como loca. Cuando papá llegó a la habitación, Juanjo ya estaba tirado en el piso sobre un charco de sangre”, relata Débora.
Los cuatro chicos que ese día dormían en la casa, incluida la hija de Sabrina, se despertaron con los ruidos y vieron la escena desde el living.
Lo que sucedió en los minutos posteriores es casi tan trágico como lo anterior. Sabrina F. quiso escapar del lugar pero cuando llegó a la vereda se desplomó y no pudo seguir corriendo. Mientras unas vecinas la retenían para que no se vaya y, al mismo tiempo, llamaban a la Policía, la mujer comenzó a golpearse la panza contra la pared y el piso. A pesar de esa situación, su embarazo no se vio afectado.
Sabrina fue detenida en el momento y trasladada a una comisaría de la zona: permanece detenida hasta hoy. En un primer momento la fiscal González calificó la causa como tentativa de homicidio agravado por el vínculo, pero el 31 de julio esa calificación se agravó. Es que ese día, luego de agonizar durante 21 días en el hospital Eurnekian de Ezeiza, Juan José Ledesma murió a causa de sus heridas.
Mientras el dolor invadía a la familia Ledesma, tuvieron que enfrentarse a otra situación de suma tensión. Según, denunciaron en la Justicia, el padre de Sabrina supuestamente fue hasta el terreno familiar y amenazó con “matarlos a todos” si su hija no salía de la cárcel. Ahora el hombre tiene una restricción perimetral en su contra.
En su defensa, la acusada aseguró que el asesinato se produjo en un contexto de violencia de género y que su agresión se trató, en realidad, de una legítima defensa. La Justicia, por el momento, no le cree ya que no existe ningún otro elemento en la causa que acredite situaciones de ese tipo, como denuncias previas u otros testimonios que así lo corroboren.
En las próximas horas el juez de garantías del caso deberá decidir si envía a la detenida a una cárcel común o si, por el contrario, le otorga el beneficio de la prisión domiciliaria, que ya fue pedido por sus abogados.
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