En los últimos días, un albañil de nacionalidad boliviana radicado en la Villa 31, del barrio porteño de Retiro, fue condenado por un intento de abuso ocurrido hace nueve años.
La denuncia fue hecha al día siguiente del hecho. El 27 de agosto de 2012, a sus 23 años, una joven del barrio de Flores lo denunció ante la Policía Federal y aseguró que, algunas horas antes -durante la madrugada de ese mismo lunes- él había abusado de ella dentro de la casa que alquilaba en la manzana 157 del Barrio Padre Mugica, a donde había ido a tomar algo junto a su prima.
Sin embargo, la investigación por el hecho se estancó durante años y el acusado -el albañil Aniceto H. C., hoy de 32 años- probablemente creyó que todo iba a quedar en la nada. Es más, tuvo varios empleos en blanco en el rubro de la construcción tras la acusación.
En julio de 2021, sorpresivamente, la causa se reactivó y llegó a juicio. Dos semanas después, el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N° 12 de la Capital Federal, integrado de forma unipersonal por el juez Darío Medina, lo condenó a tres años de prisión en suspenso por el delito de abuso sexual con acceso carnal en grado de tentativa.
El episodio comenzó en la tarde del lunes 26 de agosto de 2012, cuando la víctima, R., fue hasta la Villa 31 junto a su prima para visitar a Orlando, un joven que había conocido hacía poco en un boliche de Liniers y con el que en ese momento comenzaba a salir. Su prima, V., aprovechó la tarde para visitar el barrio de Palermo junto a Vladimir, su novio de entonces. Luego, las dos jóvenes iban a encontrarse dentro del barrio Mugica para regresar al bajo Flores.
Sin embargo, cuando se encontraron, Orlando y su amigo invitaron a R., a V. y a su novio a tomar unos tragos en la casa de Aniceto, que por ese entonces era empleado de una constructora y es primo lejano de Vladimir aunque en ese momento las chicas no lo sabían.
En esa habitación -compuesta únicamente de un baño, una cama “cucheta” y una mesa- las dos jóvenes consumieron las bebidas que les ofrecieron Orlando y su amigo y escucharon música hasta la madrugada. En un momento, V., que sólo había tomado gaseosa, comenzó a sentirse mal, al igual que su novio, y los dos se quedaron dormidos en un sillón.
Cuando se despertó, cerca de las tres de la mañana -y siempre de acuerdo a la declaración de V. ante la Justicia- la joven recordó haber visto a su prima R. recostada sobre el suelo, desnuda de la cintura para abajo, y a Aniceto también desnudo sobre ella. Al costado de la escena, en tanto, también recuerda haber visto a Orlando -quien supuestamente mantenía una relación sentimental con la joven- observando la escena.
“R., reaccioná”, la zamarreó la joven a su prima que estaba despierta, o al menos con los ojos abiertos, pero inconsciente, según su descripción, como cuando “un bebé está tranquilo mirando todo pero sin reacción”, sin poder moverse.
En ese momento la joven increpó a Orlando y al albañil, al que además le dio una cachetada. Los dos hombres, que estaban ebrios, ignoraron sus reclamos mientras Aniceto se vestía y se ocultaba dentro del baño.
Una vecina, propietaria de la habitación donde ocurrió todo, las acogió en su casa y, llegada la mañana, se fueron y decidieron hacer la denuncia. R. no recordaba nada y junto a su prima decidió tres días después ir hasta un hospital para ser revisada por un médico. La víctima aseguró en ese momento que las bebidas que consumieron en la casa habían sido adulteradas, pero por los días transcurridos desde el hecho eso no pudo ser comprobado.
De ese análisis y del informe elaborado la División Laboratorio Químico de la Policía Federal Argentina, se desprende que la joven no había sido penetrada ni se encontraron restos de semen en su cuerpo. Sin embargo, el informe médico legal de la PFA sí dejó asentada la presencia de hematomas recientes en sus brazos, como después de haber sido golpeada contra una superficie dura.
La psicóloga que la recibió la describió como una paciente con angustia, con problemas para recordar lo ocurrido y temor. La perito del Cuerpo Médico Forense que la entrevistó tampoco halló indicadores de fabulación o sobrecarga imaginaria que indicaran una mentira.
Sin embargo, la especialista explicó que los elementos no alcanzaban para hacer una valoración de la verosimilitud del relato. Esto fue utilizado por la defensa de Aniceto H. C. para pedir ante el tribunal que el albañil fuera absuelto.
Tanto Vladimir como Orlando se despegaron de la situación. El primero alegó haber pasado dormido la mayor parte de la noche y el segundo aceptó haber asistido hace muchos años a esa casa junto a dos chicas, pero negó haber salido con una de ellas o siquiera conocerlas. Aniceto volvió a negarlo todo y hasta insinuó que esa noche le habían robado plata.
Con esas pruebas, el juez Medina hizo lugar al pedido de la fiscal Graciela Gils Carbó y condenó al albañil a tres años -la pena mínima- con cumplimiento en suspenso por el abuso en grado de tentativa, dado que el hombre no llegó a penetrarla porque la prima de la víctima lo impidió. También dispuso que sea notificada la Dirección Nacional de Migraciones y el pago por parte del acusado de una tasa de apenas 1500 pesos.
Ahora la Gendarmería Nacional le tomará además una muestra de sangre que será enviada al Registro Nacional de Datos Genéticos Vinculados a Delitos contra la Integridad Sexual.
Sorpresivamente, el fallo del TOC N°12 al que accedió Infobae no detalla el motivo de la demora entre denuncia y condena.
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