Ayer por la tarde, la Policía Bonaerense encontró en una camioneta Peugeot Partner blanca estacionada en Loma Hermosa el cadáver de Ricardo González, inspector de la Policía Federal, que llevaba al menos dos días desaparecido. El cuerpo había sido acribillado. La camioneta presentaba varios disparos: según varios vecinos, había sido dejada allí el martes último por la noche.
Dentro de la camioneta se encontró una pistola Bersa, se supone la reglamentaria de González. También se encontró una nota mafiosa aterradora, manuscrita, en tinta roja, encontrada en el asiento de pasajero, que decía:
“RENGO PACHECO 10 MILLONES POR MÍ, ACÁ TENÉS TUS 10 MILLONES, ATENTAMENTE, SAN MARTIN”.
Javier Alejandro Pacheco, “El Rengo”, está acusado de ser el jefe de la cocaína del barrio 9 de Julio de San Martín, el narco más grande de la zona desde “Mameluco” Villalba, condenado a más de 20 años de cárcel. Pacheco mismo está preso, detenido el mes pasado y encerrado en la cárcel de Ezeiza. El mensaje que lo menciona es mafia pura, un vuelto de muerte con un policía federal baleado, dedicado a un pesado preso, algo insólito para la violencia del hampa bonaerense.
La fiscal Gabriela Disnan de la UFI N°5 de la jurisdicción encabeza la investigación del crimen. El cuerpo de González fue enviado a su autopsia en la morgue de San Martpin para determinar la cantidad de disparos. Se esperan otras pericias que podrán direccionar la investigación. Si González fue asesinado como un vuelto de una facción rival, o si la nota es una pista falsa para despistar a la Justicia, todavía no se sabe a ciencia cierta. Ciertos sectores creen que el crimen es una respuesta a un pedido de asesinato librado por el capo preso en la cárcel de Ezeiza.
Otras lecturas son más inquietantes. Algunos en las fuerzas de seguridad acostumbrados a seguir a Pacheco sospechan: “¿El vuelto no será de la Policía misma? González estaba en la delegación de Mercedes como inspector. ¿Qué hacía en San Martín? Es demasiado. O cruzaron todos los límites, o están despistando. Imaginate que a Pacheco ya caído le van a achacar de todo”
La Delegación Departamental de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas y Crimen Organizado Ezeiza de la Policía Bonaerense arrestó al “Rengo” a comienzos de junio junto a siete miembros de su banda, en un operativo de 21 allanamientos a cargo del Juzgado Federal N°2 de Morón que conduce Jorge Rodríguez, con una causa iniciada en noviembre de 2020. Los investigadores lo siguieron durante semanas, lo captaron comiendo en una parrilla de San Martín, grabado por cámaras de seguridad, lo siguieron hasta su casa en la calle Gaucho Güemes: resultó ser una mansión.
Allí, lo arrestaron junto a las tropas de la UTOI, acusado de ser el jefe de una organización que incluía capos zonales, dealers, distribuidores y dos mujeres que actuaban como testaferros. Les encontraron un kilo de cocaína fraccionada en tres mil bolsas, marihuana, 32 celulares que podrán ser peritados, siete balanzas digitales, termoselladoras, máquinas de contar billetes y efectivo.
Pero lo más interesante era lo que había en su casa, que los policías de la Delegación Ezeiza registraron mientras “El Rengo” Pacheco se echaba en un sillón, esposado, con cara de preocupado. Dos vehículos UVT Honda y Kawasaki esperaban en el garage, junto a un BMW dorado. La mesa de póker en el living, de tres metros de largo, era llamativa también, lo mismo que la pileta. Pacheco ni siquiera tenía la casa de Gaucho Güemes registrada como su domicilio fiscal.
No tenía una empresa a su nombre, ni siquiera deudas recientes de una tarjeta de crédito. Pocos días después, su hijo, Nicolás Javier Albornoz, fue detenido en Ciudadela.
Su mansión no era la única casa que tenía. Le allanaron otra en Ituzaingó, donde guardaba un Chevrolet Camaro valuado en 80 mil dólares y dos recuerdos: dos pases para estadios del Mundial de Rusia 2018, el suyo y el de su hijo.
El hijo, sin tarjeta de crédito o cuenta bancaria a su nombre tal como su padre, no es el único involucrado de la familia de Pacheco. También está la madre del joven, Cristina Alejandra Albornoz, que fue arrestada por la delegación Ezeiza en los últimos días. Cristina supo del arresto de su hijo en las últimas horas.
Para la Justicia, Cristina sería una testaferro de su pareja. El mismo supuesto rol le toca a Nadia Díaz, sobrina del capo: el Chevrolet Camaro encontrado en Ituzaingó, en una casa de dos plantas sobre la calle Laprida, está registrado a su nombre. El seguro, irónicamente, está a nombre de “El Rengo”. Cristina Albornoz parece una testaferro curiosa, si es que lo es: con domicilios registrados en la Villa 9 de Julio e Ituzaingó, la mujer de 47 años no tiene una empresa a su nombre, un trabajo en blanco, mucho menos tarjeta o una cuenta, de acuerdo a un perfil comercial consultado. Por otra parte, tiene rojos fiscales con ARBA por impuestos inmobiliarios y del automotor.
Las balas regresaron al barrio 9 de Julio poco después de su detención, con varios heridos vinculados a su banda en el hospital Castex, ataques a transas captados en video. El asesinato del policía le da un giro feroz a la historia.
La fiscal Disnan, por lo pronto, no descarta citar a declarar a Pacheco mismo, según confirman fuentes del caso. Sin embargo, hay otra pista que la principal investigadora del caso espera. “Hay que ver qué hizo el policía en los días previos a su muerte, con quién se juntó. Ahí va a estar la verdad”, asegura una fuente clave del caso.
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