En los papeles de la AFIP, Leonardo Romero, vecino del barrio La Guardia de Santa Fe capital, de 42 años, se dedica a la venta en puestos de mercados, así como a la venta de artículos usados. Los papeles aquí se vuelven un eufemismo. Esta semana, la Agencia de Inteligencia Criminal de la Policía de la provincia lo allanó en sus galpones de la zona de la bajada Distefano del barrio para encontrarle un notable botín: casi 4 toneladas de cobre y 3,7 millones de pesos en efectivo, según confirmaron fuentes policiales a Infobae.
Para la Justicia, Romero acumulaba metales robados para la reventa, a una escala pocas veces vista en la historia reciente.
El expediente, instruido por la fiscal Clelia Trossero bajo la calificación de encubrimiento de robos reiterados, tiene como víctimas a EPE, la empresa energética de Santa Fe, así como a Telecom, el Cementerio Municipal y la firma de aguas provincial, Aguas Santafesinas. En el operativo, también, participó personal técnico de cada una de estas compañías estatales. Gran parte del metal secuestrado parte de cables y caños, descubrieron, pertenecía a estas firmas. Le encontraron también una camioneta Volkswagen Amarok, una grúa, una camioneta Ford de carga y una zorra manual. También, le encontraron una máquina de contar billetes. El dinero tuvo que ser llevado en bolsas, contado entre las bolsas de metal.
Así, Romero fue detenido, en presencia de su esposa e hija. Se sospecha que, a un valor de menudeo, todo el metal secuestrado tiene un valor de 13 millones de pesos.
Hubo una parte macabra en la lista de lo secuestrado: había, entre todo el lote, placas y herrajes de tumbas.
El caso de Romero lleva a una gran escala el fenómeno del robo y reventa de metal, una de las partes más miserables del delito en la Argentina, con hurtos hormiga y reventas a chatarreros, donde un ladrón puede recibir 500 pesos por dos canillas de bronce.
Esta semana, la Policía de la Ciudad detuvo a una mujer de 35 años acusada de robar bocas de manguera de emergencia y bronces en edificios de San Cristóbal y Balvanera. Personal de la Comisaría 3B la encontró en un edificio de Independencia al 1900, merodeando por los pasillos. Los efectivos la encontraron cortando mangueras con una tijera: ya había robado cuatro bocas de bronce. Luego, la reportó una portera de un edificio de la calle Estados Unidos, donde la habían captado cámaras. También, se descubrió que atacó en Constitución al 2200: se robó el lector de la puerta de ingreso.
En mayo, la misma fuerza detuvo a otros dos jóvenes por robar bronces catastrales de edificios en Recoleta. Oficiales de la Comisaría Comunal 2 de la Policía de la Ciudad fueron desplazados por el Comando 911 por la presencia de dos hombres que robaban piezas metálicas de los edificios de la zona. Al llegar los efectivos corroboraron que faltaba la placa del catastro del frente de un restaurante de Ayacucho al 1100. Tenían cuatro bronces en su mochila.
En agosto del año pasado, el robo de cables de fibra óptica, decodificadores de cable, módems, baterías de gel, cajas derivadoras de señales telefónicas y equipos de diversa índole en una de las últimas modas de los delincuentes de la provincia de Buenos Aires. En Mar del Plata, se detectó que al menos 100 personas se habían organizado para robar cables de fibra óptica a lo largo de 12 cuadras entre los barrios SOIP y Las Catreras, a plena luz del día y a la vista de todos los vecinos.
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