Ayer por la tarde, personal de Bomberos Voluntarios de las zonas de Vera y Malabrigo, en el noreste de Santa Fe, llegó citado por el fiscal Leandro Mai a una casa en la zona rural al norte de Malabrigo, a casi 300 kilómetros de la capital de Santa Fe. Integrantes de la Agencia de Inteligencia Criminal y policías de la zona acompañados de perros rastreadores habían señalado un pozo tapado con viejas maderas en el fondo de la propiedad, ubicado entre árboles y canteros de flores.
Allí había un cadáver, sospechaban, oculto bajo una pila de tierra y cartones. Correspondía a Joaquín Alberto Taparí, un hombre de 43 años oriundo de Entre Ríos que había llegado a Malabrigo para internarse en El Buen Samaritano, un centro católico de recuperación de adictos, que llevaba casi dos semanas desaparecido.
Así, los bomberos fueron por el cuerpo. Tuvieron que llenar el pozo con agua para facilitar la salida, con un mecanismo de sogas y ganchos. El avanzado estado de putrefacción fue evidente. También la posible causa de muerte: un fuerte traumatismo que le hundió el cráneo, reconocido por una médica legista de la Policía provincial. El cuerpo tenía un pantalón puesto. Allí encontraron más pruebas en el bolsillo, como un celular y una billetera con su DNI, según confirmaron fuentes del caso a Infobae.
El cuerpo fue trasladado a la morgue de la ciudad de Reconquista para su autopsia. Solo faltaba hallar a su presunto asesino, que no estaba lejos.
Allí, en la propiedad, se encontraron con Roberto Perrone, quien atendió a los policías y les abrió la puerta. Poco después, Perrone convulsionaba con espuma en su boca, aparentemente tras ingerir veneno, para luego morir.
Según Télam, Perrone fue trasladado a un hospital zonal, donde murió. La investigación reconstruyó que Taparí, que residía en el hogar El Buen Samaritano, fue a la casa donde vivía Perrone el 10 de junio y no volvió a ser visto. Ante la denuncia de paradero, Perrone dijo que esa noche estuvieron cenando junto a una mujer y que al otro día dejó a Taparí en el ingreso a Malabrigo, pero no logró convencer a la policía.
Las razones del homicidio todavía no son claras: se sospecha que existían problemas de vieja data entre ambos, que comenzaron cuando convivían en El Buen Samaritano, que acoge a decenas de adictos en recuperación y organiza retiros por todo el país.
¿Acaso Perrone se quitó la vida en medio del allanamiento? Por lo pronto, esa es la hipótesis que prevalece en la causa. Sin embargo, deberá ser despejada por la autopsia a su cuerpo que se espera comience en Reconquista en las próximas junto a la del cuerpo de Taparí, afirman fuentes del Ministerio Público de la Acusación.
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