Ayer por la mañana, la jueza de garantías Andrea Mentasty denegó el pedido de excarcelación formulado por la defensa de la monja María Telles Fajardo, más conocida como “Sor Marina”, acusada de abusar de una menor de edad a su cargo bajo una medida de abrigo de un Juzgado de Familia sanisidrense. Los ataques, que ocurrieron en 2020, con otros incidentes registrados en 2021, ocurrieron en el hogar de las Hermanas Trinitarias, la orden a la que pertenece.
La decisión llega luego de una meticulosa investigación del fiscal Marcelo Fuenzalida que logró que la menor declarara en una cámara Gesell altamente incriminatoria donde señaló a la religiosa colombiana por tocamientos vaginales e incluso nalgadas, además de espiarla mientras se duchaba. La defensa relativizó el planteo, asegurando que no podría haberla espiado nunca por la ventana del baño, con un vidrio esmerilado. También, cuestionaron el rol institucional de la monja misma, a cargo de la cocina del hogar. Fue en la cocina donde ocurrieron los supuestos abusos, de acuerdo a la cámara Gesell.
Ante el fiscal, “Sor Marina” negó los abusos. Sin embargo, dio detalles muy llamativos, atípicos para una indagatoria de un imputado de un delito sexual. Para empezar, se ubicó en el lugar de los hechos, más precisamente en la cocina, según reconstruyeron fuentes judiciales en diálogo con Infobae. Dijo, también, que conoce a la menor que la acusa, con la que reconoció haber tenido una “buena relación” y que incluso “le gustaba cocinar”. La monja, precisamente, era la encargada de la cocina. Luego, dijo que la acusación podría ser un malentendido, que a la víctima podría “haberla rozado”.
La chance de rozarse en esa cocina, que mide ocho metros de largo según pudo comprobar la Justicia, parece escasa.
En un comunicado emitido tras el arresto, las Hermanas Trinitarias hicieron una férrea defensa corporativa de la monja, sin ponerse del lado de la menor, calificando su relato de “cuando menos confuso”.
Por otra parte, Fuenzalida hizo un llamado para que posibles víctimas de otros abusos dentro del hogar de Boulogne se presenten a declarar con un comunicado abierto para que contacten a su fiscalía, especializada en violencia de género.
Fue el Obispado de San Isidro el que reveló en un comunicado que existió otro caso denunciado en 2020, con otra religiosa apuntada. La presunta víctima, de 16 años, se fugó del hogar y no pudo ser encontrada tras varias citaciones para que declare, lo que llevó a que la causa frene su marcha sin una herramienta esencial.
María Soledad Molina, abogada de los derechos del niño de San Isidro, fue quien realizó la denuncia original contra Sor Marina el 21 de abril tras tomar contacto con la menor atacada.
Molina relató a Infobae:
“La menor manifestó los hechos que sufrió desde que fue institucionalizada. Las menores institucionalizadas usualmente no tienen una red de contención, el vínculo se genera en la confianza. Al comienzo no había denunciado, porque los hechos no se repitieron. Cuando volvieron, decidió hablar. Lo primero que hago es comunicarme con la psicóloga que trabajaba en el hogar. Entonces, comienza el blindaje de las monjas. Nos niegan pasarnos a la menor al teléfono, cuestionan por qué tiene que salir la menor”, afirmó.
Luego, Molina revela algo sumamente llamativo: “La menor hace su primera denuncia en el hogar frente a la psicóloga y la directora del hogar la recibe vía una celadora. La directora le dijo a la menor que lo que había pasado ‘iba a ser juzgado por Dios’, Entonces, la psicóloga renuncia”.
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